Mientras se recrudece el conflicto entre israelíes y palestinos en Gaza, la mayor comunidad judía de América Latina y uno de los grupos árabes más populosos conviven en paz en Argentina, con el deseo de exportar su modelo de diálogo y respeto a Oriente Medio.
Levantarse, revisar la actualidad internacional y descubrir en cualquier canal de noticias una nueva masacre en la Franja de Gaza es el temor de muchos argentinos de ascendencia árabe o judía.
En esa estrecha banda de tierra dominada por el movimiento islamista Hamás desde 2007, la tensión se ha intensificado desde que comenzaron las protestas de la Gran Marcha del Retorno, convocada el pasado 30 de marzo, tras el anuncio del traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, rompiendo con el consenso internacional.
Pero la disputa suma ya 70 años. El 14 de mayo de 1948 Israel logró constituirse como Estado en el territorio administrado por el Mandato británico de Palestina, un día después comenzó la ‘Nakba’ o catástrofe, el éxodo de más de 700.000 palestinos de sus tierras.
Tres argentinos que siguen de cerca el conflicto palestino-israelí consultados por Efe coinciden en la “tristeza” y “preocupación” y su deseo de una pronta resolución pacífica.
“Hay una gran ansia por saber, casi en tiempo real, lo que pasa allá”, aseguró el presidente de la Asociación Mutual Israelí Argentina (AMIA), Agustín Zbar, representante de la comunidad judía más importante de América Latina y con casi 100.000 argentinos residiendo en Israel.
Zbar hizo “una distinción muy clara” entre la situación de la franja de Gaza, “controlada” por la “organización terrorista” de Hamás, y las autoridades palestinas “democráticas” de Ramala.
Además, se mostró contundente ante la imposibilidad de que Israel pierda una guerra con sus vecinos, algo que “pondría en crisis la existencia misma del Estado”.
Pese a todo, el líder judío aseguró que Argentina es uno de los pocos lugares del mundo donde tienen “relaciones bastante cercanas y cotidianas” con sus “primos-hermanos musulmanes”.
Y lo argumentó con ejemplos cargados de simbolismo, como la reunión que mantuvieron con las principales autoridades musulmanas en Argentina para celebrar el ‘iftar’, la comida nocturna con la que se rompe el ayuno diario durante el mes islámico del Ramadán.
El diálogo y respeto “es la única forma de que un día haya paz”, agregó Zbar.
El titular de la AMIA comparte con el presidente de la Confederación de Entidades Argentino-Árabes, Adalberto Assad, la importancia de que se reconozca “el derecho del otro a existir”.
“Como argentinos descendientes de árabes queremos que haya dos pueblos soberanos que convivan en paz. Basta de tiros y de este tipo de guerras que yo creo que a la larga son inútiles”, explicó Assad.
El también presidente de la Asociación Árabe Argentina Islámica remarcó que el país austral “es un ejemplo de convivencia a nivel mundial” y, por ello, no desean “importar conflictos”.
Asimismo, pidió a las autoridades políticas internacionales que acompañen esta “integración” y “diálogo”, en referencia al traslado de embajadas como las de Estados Unidos y Paraguay a Jerusalén.
Esta decisión política “agitó las aguas” y motivó el reclamo del pueblo palestino en marchas que sufrieron la “represalia” del ejército israelí, que ya se cobró decenas de víctimas.
“Deseamos que se declare el Estado de Palestina y que se cumplan las resoluciones de las Naciones Unidas” hacia ambos bandos, puntualizó Assad, quien considera la reclamación de Palestina “muy razonable”.
Germán Romano, integrante del Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo Palestino y del movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), que realiza “acciones en solidaridad” con el pueblo palestino, se mostró más contundente.
Quieren evitar la “normalización” del “régimen de apartheid”, “ocupación” y “colonialismo” que existe, a su entender, contra esta nación ante la inacción de la comunidad internacional, que no ha cumplido ninguna de las resoluciones de la ONU respecto a Palestina.
El Comité promovió en los dos últimos años marchas en Buenos Aires y campañas como ‘Argentina no vayas’, para disuadir a la Selección Argentina de fútbol de jugar el último encuentro de preparación antes del Mundial de Rusia contra Israel, el 9 de junio, en Jerusalén.
Defensores de uno y otro bando coinciden en la necesidad de “renunciar a la violencia” y la lucha armada como requisito para “resolver” la pugna territorial. Esta realidad parece, por el momento, lejana.
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