En la víspera del día en que la Iglesia universal celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María - cuya definición dogmática estableció el Beato Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, con la Bula Ineffabilis Deus - el Papa Francisco alentó a los peregrinos de tantas partes del mundo que participaron en su Audiencia General a rogarle a la Madre de Dios que «nos ayude a caminar con esperanza hacia el encuentro con su Hijo y a acoger con alegría su venida».
Habiendo dedicado su catequesis central a la «esperanza cristiana», el Obispo de Roma exhortó a «cultivar en toda circunstancia de la vida la virtud teologal de la esperanza, don de Dios que con su ternura nunca deja de consolar a su pueblo».
Y deseó a todos un «fecundo camino de Adviento, para reconocer en el Niño Dios que nace, en la Navidad, a nuestro Salvador y nuestra esperanza»:
«Mañana celebraremos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. En previsión de la muerte de Cristo, Dios la ha preservado de toda mancha de pecado (cfr. Colecta). Aprendamos de la Inmaculada a vivir en unión con Dios, entregándonos a Él con confiada esperanza y con el cumplimiento de su voluntad.
Que Jesús Misericordioso, su Hijo, nos conceda, por intercesión de María, alcanzar la felicidad del cielo en la alegría, con la conciencia de una vida vivida de forma digna.
Ayudémonos los unos a los otros a vivir la esperanza cristiana, sobre todo en este tiempo de preparación para la Fiesta de la Natividad del Señor.
Los aliento a buscar siempre la mirada de la Virgen, que consuela a cuantos están en la prueba y mantiene abierto el horizonte de la esperanza».
¡No se dejen robar la esperanza! Fue el saludo y aliento del Santo Padre a los peregrinos de lengua árabe, en particular a un grupo de sacerdotes iraquíes que desarrollan su apostolado en Europa:
«Queridos hermanos y hermanas, la esperanza es aquella virtud cristiana que recibimos como don del Señor y que nos hacer ver más allá de los problemas, de los dolores, de las dificultades. Más allá de nuestros pecados. Y nos permite admirar la belleza de Dios ¡No se dejen robar la esperanza! ¡Que el Señor los bendiga!»
En el tiempo de Adviento de especial esperanza y alegría, el Papa Francisco saludó a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados, con su exhortación a contemplar a la Inmaculada para que nuestro corazón sea cuna acogedora del Dios que se hace Niño en la Navidad:
«El tiempo litúrgico del Adviento es una ocasión de gracia especial para reflexionar sobre nuestro camino al encuentro con el Señor. Que la Virgen, cuya Inmaculada Concepción celebramos mañana, sea el modelo de preparación interior a la Navidad, para que el corazón de cada uno se vuelva la cuna que acoge al Hijo de Dios, rostro de la misericordia del Padre, con la escucha de su palabra, las obras de caridad fraterna y la oración»
(CdM – RV)
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