Crecen las especulaciones por el ciclo de Bergoglio al frente de la Iglesia Católica. La agenda cumplida y los posibles sucesores.
Por MAXIMILIANO SARDI
El papa Francisco avivó los rumores sobre un fin cercano para su pontificado. Los medios italianos y católicos han especulado que Jorge Bergoglio, de 85 años, podría estar planeando seguir los pasos de Benedicto, dados sus crecientes problemas de movilidad que lo han obligado a usar una silla de ruedas durante el último mes. Y esos rumores cobraron fuerza la semana pasada, cuando Francisco anunció un consistorio para crear 21 nuevos cardenales programado para el 27 de agosto. Dieciséis de esos cardenales tienen menos de 80 años y son elegibles para votar en un cónclave para elegir al sucesor de Francisco.
Una vez que se agreguen a las filas de los príncipes de la iglesia, Francisco habrá llenado el Colegio Cardenalicio con 83 de los 132 cardenales en edad de votar. Si bien no hay garantía de cómo votarán los cardenales, las posibilidades de que elijan a un sucesor que comparta las prioridades pastorales de Francisco son cada vez mayores.
Y Francisco también fijó que organizaría dos días de conversaciones para informar a los cardenales sobre la reforma en la burocracia del Vaticano. Documento que entró en vigencia el domingo pasado, y permite que las mujeres encabecen las oficinas del Vaticano; impone límites de mandato; y posiciona a la Santa Sede como una institución al servicio de las iglesias, en lugar de lo opuesto.
Ciclo
Francisco fue elegido Papa en 2013 con el mandato de reformar la curia romana. Ahora que el proyecto se ha implementado (al menos parcialmente), Francisco daría su tarea como Papa por cumplida.
Y al anunciar que visitaría en agosto la ciudad de L'Aquila, en el centro de Italia, para una fiesta iniciada por el papa Celestino V, uno de los pocos pontífices que renunció antes de que el papa Benedicto XVI dimitiera en 2013, alienta las especulaciones por el timing.
“Con la noticia de hoy de que @Pontifex irá a L'Aquila en pleno consistorio de agosto, todo se volvió aún más intrigante”, tuiteó el comentarista del Vaticano, Robert Mickens.
La basílica de L'Aquila alberga la tumba de Celestino V, un papa ermitaño que renunció después de cinco meses en 1294, abrumado por el trabajo. En 2009, Benedicto visitó L'Aquila, que había sido devastada por un reciente terremoto, y oró en la tumba de Celestino, dejando su estola de palio sobre ella.
Nadie en ese momento apreció el gesto. Pero cuatro años más tarde, Benedicto XVI, de 85 años, seguiría los pasos de Celestino y renunciaría, sentenciando que ya no tenía la fuerza física y mental para continuar con los rigores del papado.
Francisco elogió la decisión de Benedicto XVI de retirarse. La calificó como un "abrir la puerta" para que los futuros papas hagan lo mismo, y originalmente había predicho un breve papado para sí mismo de dos a cinco años.
Cierre
Nueve años después, Francisco no ha mostrado signos de querer renunciar: tiene proyectos importantes en el horizonte y una agenda de viajes este año que incluye Congo, Sudán del Sur, Canadá y Kazajstán. Sumado en 2023 a una importante reunión de obispos del mundo para debatir la descentralización de la Iglesia Católica y nuevas reformas.
Uno de sus asesores y amigos más cercanos, el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga (entre los favoritos para sucederlo), apuntó que hablar del fin del pontificado de Francisco no tenía fundamento.
Christopher Bellitto, historiador de la iglesia en la Universidad de Kean, en Nueva Jersey, señaló que en el Vaticano esperan que Francisco renuncie, pero no antes de que Benedicto muera. “Francisco no quiere dos ex papas dando vueltas”, apunta Bellitto. Y sugirió que la visita planeada a L'Aquila, puede leerse como el gesto de Benedicto XVI en 2009, el inicio de un fin de ciclo al que puede faltarle aun un lustro.
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