Comenzó un programa específico de desarrollo para las personas transexuales, víctimas de explotación y discriminaciones: con la esperanza de que sea un ejemplo para las instituciones.
PAOLO AFFATATO - ROMA
En la sociedad hindú, estratificada en la antigua visión de castas y sub castas, un grupo social lleva el estigma del desprecio y, hasta hace no mucho tiempo, de la vergüenza: los transexuales, personas que nacieron con características sexuales de ambos géneros.
Pues bien, ahora la Caritas de la India, agencia oficial de la Iglesia católica, impulsada por los llamados de Papa Francisco para contrarrestar una mentalidad abiertamente discriminatoria, anunció un programa de asistencia y de promoción social específicamente dedicado a los transexuales.
En la declaración que difundió Caritas, el director Frederick D’Souza indicó «una nueva escuela de pensamiento», pues, como explicó: «las personas que sufren, no por su culpa, sino por la confusión sexual en sus cuerpos exigen nuestra atención y apoyo».
Con tal programa, la Caritas espera de «arrancar prejuicios tradicionalmente existentes en su contra», con la conciencia de que tal decisión «tendrá seguramente implicaciones en otros institutos y organizaciones, que podrán comenzar a reflexionar también», por lo que la esperanza es que esta atención se convierta en un paradigma en la sociedad.
Este programa será como lanzar una piedra a un estanque. Fundada en 1962, la Caritas de la India es reconocida y apreciada como una organización líder en el campo social, pues trabaja activamente con programas de ayuda humanitaria, desarrollo social, reconstrucción, reducción de la pobreza, desarrollo sostenible, educación y promoción social de las mujeres y de los grupos más pobres, vulnerables y marginados.
Y entre ellos están justamente los transexuales, que en la India y en todos los países del subcontinente hindú, desde Paquistán hasta Bangladesh, son una minoría que nunca ha sido tolerada: a menudo se les ve vagabundear y pedir limosna, o, peor, prostituirse, para sobrevivir. En raras ocasiones, según una usanza secular, se les convoca para bendecir a los recién casados y a los recién nacidos, pues son considerados como una especie de «amuleto de la suerte».
Sin embargo, a nivel legal, en 2014 se registró en la India un cambio histórico: la sentencia de la Suprema Corte que oficialmente reconoció a las personas transexuales los mismos derechos de los demás ciudadanos, contribuyendo a tranquilizar las hostilidades y los prejuicios corrientes, y defendiendo la igualdad de oportunidades sociales de estas personas, que hoy pueden casarse, heredar bienes, trabajar en las instituciones públicas.
Algo se está moviendo. Ha provocado sorpresa y ha tenido incluso relevancia a nivel internacional, en el sentido de la promoción de sus derechos, el éxito que ha tenido la 6 Pack Band, grupo musical compuesto por seis mujeres transexuales, que ha participado en varias producciones de Bollywood.
También ha adquirido cierta relevancia el grupo de las Dancing Queens de Mumbai, formad por transexuales y homosexuales, que utilizan la danza para sensibilizar a la opinión publica y para ganarse la vida, viviendo y cantando en las fiestas de matrimonios o en eventos empresariales.
Pero el estigma social sigue casi sin ningún cambio y los transexuales todavía viven situaciones indescriptibles. En la Unión Hindú viven alrededor de 2 millones de ellos, y se les conoce con la palabra «hijra» (hermafroditas). Y aunque se les pide su bendición en matrimonios o cuando llega un nuevo hijo, esto no quiere decir que no sufran maltrato y explotación. Estas personas son explotadas, expulsadas de sus casas, se les niegan la educación o las oportunidades de trabajo, a menudo se ven obligadas a prostituirse. Es decir: todavía hay un abismo entre los derechos adquiridos en el papel y la realidad en las calles.
Algunos estados como Orissa, en el sudeste de India, han comenzado a conceder a las personas transexuales subsidios locales y el estado (después de la sentencia de la Suprema Corte) está tratando de incluirlas en los programas de tipo económico-social, para que se integren en la sociedad. En Mumbai, más de mil personas transexuales fueron entrenadas por la policía para contribuir a las actividades de control del tráfico y de la gestión de grandes multitudes.
Ahora también la Iglesia católica, gracias a la iniciativa de la Caritas, rompe los esquemas y los estereotipos, para situarse abiertamente en contra de cualquier discriminación, todavía vigente en las prácticas y en las relaciones sociales. Y es la misma atención que dedica a los dalit, los «sin casta» que en la mentalidad dominante del país, no tienen ningún derecho elemental ni reconocimiento social.
El enfoque de Papa Francisco abrió la brecha, célebre su frase «¿quién soy yo para juzgar?», y hace pocos días el mismo Pontífice declaró que «casi seguramente en 2017» visitará la India y Bangladesh. La Iglesia hindú espera su presencia para volver a proponer el difícil problema de las castas, abolidas en el papel pero todavía presentes en las relaciones sociales.
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