Las nuevas tecnologías y la necesidad de replantearlas teniendo en cuenta el desarrollo integral y sostenible será uno de las puntos de la XVIII Jornada de Pastoral Social. Este primer panel sobre la actual crisis ecológica está integrado por los Lic. Fernando Peirano y Rodrigo Rodríguez Tornquist. Politólogo especialista en políticas de sostenibilidad y cambio climático, Rodrigo dirigió el Departamento de Seguridad y Ambiente de la Administración Nacional de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) del 2008 al 2013.
Como Director y co-fundador de la Asociación Civil Sustentar, participa en diversas iniciativas para hacer frente al cambio climático en América Latina. Actualmente se desempeña como docente e investigador en la Universidad Nacional de San Martín.
¿Como definís a la Laudato Si`?
Creo que la encíclica es un llamado de atención, una invitación a reflexionar sobre el devenir del desarrollo actual y de los estilos de vida en un mundo que cambia a una velocidad que muchas veces no terminamos de advertir. Hay un dato poco mencionado que es que la encíclica comienza haciendo una referencia a Pacem in Terris, encíclica de Juan XXIII en la década del 60′ que llama a la reflexión a un mundo que se encontró ante la posibilidad cierta de la extinción de la especie por una escalada nuclear. En esa oportunidad, por la escala del desafío, el Papa bueno se refirió “a todos los hombres de buena voluntad”, mas allá de las fronteras del catolicismo. En este caso, Francisco invita a todos los habitantes del planeta a reflexionar sobre la casa común, ya que por segunda vez en la historia el hombre se pone en riesgo por falta de prudencia y por no acompañar los avances científicos y tecnológicos con un progreso moral adecuado.
Lo que caracteriza e impacta de este llamado es la solida base científica, ya que el Papa nos muestra con la evidencia disponible las consecuencias de un desarrollo orientado hacia la insostenibilidad, que descarta sistemáticamente personas y bienes, destruyendo el ambiente, o sea, a nosotros mismos.
Si bien existe un fuerte eje en lo ambiental, la encíclica es eminentemente social. Francisco nos habla invitándonos a reflexionar en fraternidad sobre un hombre que está divorciado de sí mismo, del otro y de su entorno. También llama la atención la profundidad del planteo, ya que invita a una profunda revolución cultural que nos permita darnos cuenta de nuestra necesidad del otro, entendido como mi prójimo, mi barrio, mi comunidad y mi ambiente. Me resultó sorprendente el coraje con el que plantea la necesidad de revisar todas las estructuras de poder que dominan la sociedad para ordenarlas al desarrollo humano integral y sostenible.
¿Que es la tecnociencia y cómo influye en nuestra vida?
Quizás no lo advertimos, pero sobre los aproximadamente 400.000 años que el ser humano lleva en la tierra, la generación de posguerra ha incorporado los mayores saltos tecnológicos jamás pensados. Nuestra generación fue artífice y testigo de enormes saltos en la masificación del consumo energético, la explosión demográfica y urbana, de los medios de comunicación, de la informática y de otros tantos avances que nos han permitido incrementar nuestro desarrollo de manera inédita.
Esto permitió notables mejoras en diversos campos, pero también nos otorgó un extraordinario poder sobre nosotros mismos y sobre el ambiente Hoy estamos absolutamente tecnificados. Gran parte de los alimentos que consumimos están genéticamente modificados, los desarrollos bélicos son poderosísimos, por ejemplo con los drones, que permiten ataques sin siquiera arriesgar vidas humanas, además de tener una dependencia casi patológica de la conectividad. El momento en que nuestro celular se queda sin batería es un hecho más dramático en nuestra vida cotidiana que el ver a un chico viviendo en la calle. Esta sobreestimación de la tecnología también puede ser dañina en varios sentidos.
¿Cuáles son los desafíos que plantea Francisco al respecto? (de la tecnociencia)
La encíclica es muy densa, y de cada re-lectura se advierten nuevos mensajes. Pero yo identifico por lo menos dos riesgos. El primero sobre el trabajo. Según un estudio reciente de la universidad de Oxford, en tres décadas el 47% de los empleos estaría en riesgo por el desarrollo de la informática y de la robótica. Y ya no estamos hablando de trabajos manuales o de ensamblaje, sino de diseño y otros trabajos de mayor complejidad. Por otro lado, la dependencia de la conectividad y los desarrollos de la tecnología, por no hablar de la obviedad de los avances bélicos, dan un enorme poder y nadie sabe bien cuál es la gobernanza que la rige. ¿Quién controla internet? ¿Quién maneja esa enorme cantidad de información que generamos diariamente desde nuestros smartphones? El desafío que plantea Francisco también nos invita a preguntarnos quien maneja y quien debe manejar este poder. Y en algún punto uno podría inferir que próximamente se podría presentar la necesidad de empezar a hablar de limitarlo de algún modo.
¿Qué mensaje te dejó la Encíclica cuando terminaste de leerla?
Es un mensaje muy esperanzador. Que un Papa hable en estos términos da cuenta de una nueva conciencia planetaria. Los diagnósticos de distintas religiones, escuelas filosóficas y de la comunidad de negocios son coincidentes con respecto a la insostenibilidad y los riesgos de continuar ciegamente en esta senda que nos tiene confundidos entre el valor del ser y del tener o del hacer. La encíclica hace referencia a procesos o iniciativas en marcha en diversos países en los que se están reconstruyendo los lazos sociales, las comunidades, donde surge una nueva cultura de relación respetuosa y responsable con la tierra, donde surgen nuevas formas de agricultura y de producción más justa y limpia. Es un mensaje optimista, y nos pone ante la enorme responsabilidad de atender el llamado y hacer frente al desafío. Hay poco tiempo, y el desafío es grande y hermoso, según sus palabras. Un mensaje fuerte es el que plantea que nuestra generación puede ser juzgada como aquella que logró una nueva conciencia y torció el rumbo hacia una nueva ecología integral, o bien como aquella que no estuvo a la altura de las circunstancias. La respuesta está en nosotros.
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