“La situación actual es agobiante”, dice el párroco de Nuestra Señora de Monserrat, ubicada a metros de la avenida 9 de Julio. Fundada en 1755, afronta su peor crisis por no tener ingresos por las colectas y tampoco recibir aportes del Estado.
Con sus 265 años de historia, la iglesia Nuestra Señora de Monserrat, una de las tres más antiguas de la Capital Federal, vive tal vez su momento más difícil. Testigo de decenas de crisis, revoluciones y guerras, enfrenta un presente inesperado como consecuencia de la cuarentena. Sin misas, los ingresos que se realizan en las tradicionales colectas entre fieles desaparecieron. Tampoco recibe fondos estatales y sólo un par de empresas colaboran con lo que pueden, pero no es suficiente. Desde el inicio de aislamiento obligatorio, está librada a la buena de Dios.
“La situación actual es agobiante” dice apesadumbrado el padre Martín, quien está a cargo de la parroquia ubicada en la avenida Belgrano a metros de la 9 de Julio.
Si bien el problema viene de años de arrastre, como todo en este país, estos últimos tres meses la llevaron al borde del colapso. Para tener una idea, la iglesia necesita unos 260.000 pesos mensuales para solventar los gastos fijos. Dinero que desde marzo no se logra recaudar. Hay al menos cuatro personas que trabajan de forma permanente en tareas de mantenimiento, seguridad y funciones eclesiásticas como la secretaría parroquial o la sacristía. Incluso, entre esos gastos están los de subsistencia del propio párroco quien debe vivir con sus padres.
Esto tampoco tiene en cuenta cualquier desembolso adicional para preservar el edificio en mínimas condiciones de habitabilidad. Hoy, la nave central se encuentra repleta de andamios que intentan evitar la caída de mampostería. Está declarada monumento histórico pero la comisión nacional del área sólo cumple poder de policía para controlar que no se alteren sus características originales. No se encarga de desembolsar dinero ni de tratar de conseguirlo para su cuidado. “La recaudación de fondos corre por cuenta de la habilidad del cura para conseguirlos”, agrega el párroco que se hizo cargo del lugar hace poco más de tres meses.
A esto se suma que la iglesia acostumbra a ayudar a personas carenciadas que en la actualidad sufren estas restricciones. “La gente suele donar ropa pero no alimentos. Nosotros entregamos bolsones de comida a unas 75 personas pero en estas condiciones se hace muy difícil” explicó el padre Martín.
La parroquia tiene, además, una escuela desde hace 135 años a la que concurren niños de familias de muy bajos recursos. El funcionamiento de ese establecimiento es de unos $2,7 millones mensuales de los cuales $810.000 corresponden al pago que realizan los padres y el resto con fondos del Estado. Desde abril, sólo ingresaron $300.000 correspondientes a las cuotas de los alumnos mientras que el Gobierno porteño debe alrededor de $1.100.000. Ante esta situación, la escuela no ha podido pagar el último sueldo y el aguinaldo al personal.
Fue fundada en 1755 como una capilla por chacarero catalán Juan Pedro Sierra en honor a la virgen morena de Monserrat, patrona de Cataluña. En 1769 se la erigió como parroquia cuando aún la Argentina no existía como tal ya que conformaba el Virreinato del Río de la Plata. Guarda también partidas de nacimiento, bautismo y defunciones de esa época que tienen carácter legal ya que hasta 1886 eran sólo registrados en la iglesia.
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