La Iglesia reclamó un diálogo social para la construcción de políticas de largo plazo

La Iglesia reclamó un diálogo social para la construcción de políticas de largo plazo

La Comisión de Pastoral Social reclamó medidas “buenas, estables, racionales y equitativas que afiancen la justicia social”; pidió “salarios justos” y evitar escenarios de “violencia y desolación”

 

Mariano De Vedia

Al concluir las deliberaciones de la Semana Social 2024, que reunió durante dos jornadas a dirigentes de distintas fuerzas políticas y sociales, la Iglesia reclamó la convocatoria a “un dialogo social para la construcción de políticas de largo plazo, que salgan de la mirada corta en términos electorales”.

En una declaración final, la Comisión Episcopal de Pastoral Social, que preside el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones, advirtió que el entramado social en la Argentina “está dividido, con lenguajes distintos que dificultan el diálogo”, por lo que llamó a “fortalecer la escucha” y “sumar las fuerzas en la diversidad”.

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En una de las exposiciones del encuentro, el obispo Lugones, que concluirá en noviembre su segundo mandato al frente de Pastoral Social, sostuvo que “los frutos de la prosperidad económica no se reparten bien” e insistió en la ejecución de “políticas públicas racionales y equitativas, que afiancen la justicia social”.

El encuentro se realizó en el contexto de la creciente preocupación de sectores políticos y sociales por el aumento de la pobreza, que llega al 52,9% de la población (25 millones de personas, según la última medición del Indec.

“Son necesarias políticas buenas, estables, racionales y equitativas que afiancen la justicia social para que todos tengan tierra, techo, trabajo, un salario justo y los derechos sociales adecuados, para impedir la proliferación del descarte material y el descarte humano que va dejando a su paso violencia y desolación”, señaló el pronunciamiento de Pastoral Social.

El encuentro reunió en distintas mesas a dirigentes de diversos espacios políticos, como el secretario de Educación de la Nación, Carlos Torrendell; los senadores radicales Martín Lousteau y Maximiliano Abad, los ministros porteños Fernán Quirós (Salud) y Gabrtiel Mraida (Desarrollo Humano y Hábitat), el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso; los economistas Marina Dal Poggetto y Carlos Melconian, el sociólogo Agustín Salvia, Adolfo Pérez Esquivel y Gustavo Marangoni, entre otros referentes, que hablaron sobre las causas estructurales de la pobreza y la necesidad de “una economía con rostro humano”. En el acto de apertura, realizado el martes, estuvo el vicejefe de Gabinete de la Nación, Lisandro Catalán.

En su exposición, Torrendell se refirió a los desafíos en el campo de la educación, en una jornada en la que el gobierno de Javier Milei enfrenta una protesta por el financiamiento de las universidades. El secretario de Educación planteó los desafíos para alcanzar la igualdad de oportunidades y señaló que el centralismo, el individualismo y la anarquía prevalecieron históricamente como “una política del sálvese quien pueda”, al atribuirles responsabilidad en la debacle del sistema educativo.

Economía con rostro humano

“Escuchamos a lo largo de las dos jornadas un duro análisis de la crisis que atravesamos actualmente, con una alta inflación con estancamiento económico y alto desempleo e informalidad, y con una descomposición política que también es parte y causa de la misma”, dijeron los obispos en su diagnóstico.

Y añadieron que se analizaron “con preocupación una oscilación pendular de políticas económicas desde la recuperación de la democracia que no han logrado satisfacer la plena dignidad humana hasta ahora, sabiendo que democracia y derechos humanos son valores indivisibles”.

“En la Argentina hay algunos que desean crear puestos de trabajo y contribuir a la prosperidad. Sin embargo, los frutos de esta prosperidad económica no se reparten bien. Es imprescindible que el crecimiento esté al servicio del desarrollo humano. Y esta es una realidad evidente que, si no se modifica, va a engendrar peligros cada vez mayores”, advirtió el obispo Lugones en su disertación.

La Comisión Episcopal de Pastoral Social

“Si no hay políticas públicas buenas, a largo plazo, seguiremos en el péndulo”, agregó el obispo jesuita, luego de afirmar que “una política pública no puede durar dos años porque hay elecciones”.

Lugones llamó a “fortalecer las políticas de integración sociourbanas, que cuiden y preserven a los más pobres para que no siga creciendo exponencialmente en nuestros sectores más humildes el narcotráfico, la prostitución infantil, la trata de personas, la violencia brutal en nuestros barrios y toda forma de criminalidad organizada”.

Y consideró imprescindible que “los espacios generosamente construidos por los movimientos populares no se contaminen con la falta de transparencia en el adecuado manejo de los bienes a su cargo”. Y agregó: “Del mismo modo que se reconozca la participación de las cooperativas de trabajo que tanto construyen a lo largo y ancho del país, aunque algunos los denosten”.

Acompañan a monseñor Lugones en la Comisión Episcopal de Pastoral Social y estuvieron en el encuentro los obispos Jorge Eduardo Scheinig (arzobispo de Mercedes-Luján), Dante Gustavo Braida (La Rioja), Ernesto Giobando (adminikstrador apostólico de Mar del Plata), Enrique Martínez Ossala (auxiliar de Santiago del Estero), Pedro María Laxague (Zárate-Campana) y José Antonio Díaz (Concepción)

“Intolerancia y violencia”

En la jornada de apertura, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva pidió construir “una Argentina más unida” y dejar de lado la intolerancia y la violencia que impiden el diálogo.

“Tenemos que hacernos cargo de nuestra propia incapacidad de diálogo. En momentos de crisis, los sabios buscan soluciones y los mediocres buscan culpables. Y estamos llenos de mediocres”, advirtió el arzobispo porteño.

García Cuerva se refirió al índice de pobreza y afirmó que no hay que olvidar que “se trata de rostros concretos de hermanos que tienen violentada su dignidad y su desarrollo”.

“Somos intolerantes y queremos que caigan rayos sobre las personas que piensan distinto de nosotros. Por respeto a los hermanos más pobres, tenemos que hacernos cargo y buscar soluciones, dejar de señalar culpables. Dar picnceladas de soluciones y dejar de dar la brocha gorda de culpables”, advirtió el arzobispo porteño.

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