El Papa en el Te Deum de fin de año: “Agradecido a los romanos que aman la ciudad no de palabra sino con hechos, a pesar de las estrecheces económicas, no se lamentan”
El Papa ha expresado gratitud a los muchos romanos “que aman su ciudad no de palabra sino con hechos”, en ocasión de las tradicionales primeras vísperas de fin de año en San Pedro, subrayando que, no son pocos los que “se encuentran en condiciones de estrecheces económicas”, pero la “mayor parte” de las personas que viven en Roma “no se lamentan ni guardan resentimiento y rencor sino que se esfuerzan en hacer cada día lo que pueden para mejorar un poco las cosas”.
En la atmósfera marcada por el tradicional himno Te Deum de agradecimiento a Dios, el Obispo de Roma ha ampliado la mirada más allá de la ciudad, denunciando que el 2017, “que Dios nos había dado íntegro y sano, nosotros humanos lo hemos malgastado y herido de tantos modos con obras de muerte, con mentiras e injusticias”, con las “guerras” pero también con “todas las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental”.
La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, ha asistido a la celebración.
Jorge Mario Bergoglio ha citado un pasaje de la Carta a los Galateos en la cual San Pablo escribe que “cuando viene la plenitud el tiempo, Dios mandó a su Hijo” para explicar que la celebración “respira la atmósfera de la plenitud del tiempo” no porque se trate de la última noche del calendario solar, sino porque la fe nos lleva a contemplar y sentir que Jesucristo, Palabra hecha carne, ha dado plenitud al tiempo del mundo y a la historia humana”.
“En esta atmósfera creada por el Espíritu Santo, elevemos a Dios una acción de gracias por el año que llega ahora a término, reconociendo que todo el bien es don suyo”, ha dicho Francisco. “También este tiempo del año 2017 que Dios nos había donado íntegro y sano –ha proseguido el Papa, que, según dijo ayer el Vaticano, como mensaje contra la guerra quiso difundir la imagen de un niño japonés víctima de la bomba atómica de Nagasaki-- nosotros humanos lo hemos malgastado y herido de tantos modos con obras de muerte, con mentiras e injusticias. Las guerras son el signo flagrante de este orgullo reincidente y absurdo. Pero también lo son todas las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental. De todo ello debemos asumir, ante Dios, los hermanos y la creación, nuestra responsabilidad”.
Esta noche, ha continuado el Papa, “prevalece la gracia de Jesús y su reflejo en María. Y prevalece por lo tanto la gratitud que, como Obispo de Roma, siento pensando en la gente que vive con el corazón abierto en esta ciudad. Siento –ha dicho Jorge Mario Bergoglio-- un sentimiento de simpatía y agradecimiento a todas las personas que cada día contribuyen con pequeños pero preciosos gestos concretos al bien de Roma: tratan de cumplir con su deber del mejor modo, se mueven en el tráfico con criterio y prudencia, respetan los lugares públicos y señalan las cosas que no funcionan, y están atentos a las personas ancianas o en dificultad. Estos y otros mil comportamiento expresan el amor concreto por la ciudad. Sin discursos, sin publicidad, sino con un estilo de educación cívica practicada en el día a día. Y así cooperan silenciosamente por el bien común”.
Igualmente –ha dicho el Papa-- “siento en mí una gran estima por los padres, maestros y educadores que, con el mismo estilo, intentan formar a los niños y jóvenes en un sentido cívico y en una ética de responsabilidad, educándoles a sentirse parte, a cuidar, a interesarse por la realidad que les rodea. Estas personas, aunque no sean noticia, son la mayor parte de la gente que vive en Roma. Y entre ellos, no pocos, se encuentran en condiciones de estrecheces económicas. Y sin embargo no se lamentan ni guardan resentimiento y rencor sino que se esfuerzan en hacer cada día lo que pueden para mejorar un poco las cosas. Hoy en el agradecimiento a Dios, os invito a expresar la gratitud por todos estos artesanos del bien común que –ha concluido el Papa Francisco-- aman su ciudad no con palabras sino con hechos”.
Después de la celebración en la basílica, el Papa, como de costumbre, visitó el Belén en la plaza de San Pedro ofrecido este año por la Abadía Territorial de Montevergine.
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