Entre sacerdotes y laicos que trabajaron junto a él, y ante autoridades nacionales y porteñas, el presidente del Episcopado lo destacó como “un profeta de la Iglesia argentina y latinoamericana porque supo leer la realidad desde la Palabra de Dios”.
En el Año de la Memoria Agradecida por la vida y ministerio del Siervo de Dios cardenal Eduardo Francisco Pironio, y a veinte años de su fallecimiento, la Legislatura porteña homenajeó al purpurado en el Salón Dorado del palacio legislativo.
Durante el homenaje, organizado por la Acción Católica Argentina y el Departamento de Laicos (Deplai), el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea, expuso sobre la personalidad, obra y trascendencia del cardenal Pironio.
El prelado disertó en el marco del panel que integró junto con la profesora Beatriz Buzzetti Thomson, vicepostuladora de la fase diocesana de la causa de beatificación del purpurado, y monseñor Carlos Azpiroz Costa, arzobispo de Bahía Blanca y presidente de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada.
Ayudó a religar con Dios
Daniel Martini, director ejecutivo del Departamento de Laicos (Deplai) del Episcopado, abrió el acto y moderó la reunión. Aunque dijo no haber tenido una interrelación estrecha con el cardenal Pironio, recordó que lo escuchó en el estadio Obras en un acto por un aniversario de la Acción Católica, del que le quedaron grabadas varias frases de su homilía, entre ellas cuando puso el ejemplo de santidad de vida de Alejandro "Tacho" Madero, que había sido presidente nacional de la ACA.
Monseñor Azpiroz Costa recordó al cardenal Pironio como padre, hermano, amigo y comentó que fue Pironio, como obispo de Mar del Plata, el que lo ordenó diácono en la orden dominica. Citó palabras suyas de la Eucaristía como memoria y presencia de la Pasión de Cristo, y anticipo de la vida eterna.
También se refirió a la actuación de Pironio cuando estuvo al frente de la Congregación Pontificia para los Institutos de Vida Consagrada y afirmó que “el cardenal Pironio nos ha ayudado a reelegir en la vida a Dios, a religar con Dios”, y vinculó su mensaje con el del Papa Francisco en la última exhortación apostólica Gaudete et exsultate, en la que el pontífice invita a ver a los santos "que están en la puerta de al lado", en la vida cotidiana.
Beatriz Buzzeti, ex presidenta nacional de la Acción Católica (1996-2002), luego secretaria general del Foro Internacional de Acción Católica (FIAC) y vicepostuladora de la causa de beatificación, recordó las palabras sencillas y profundas que le escuchó al purpurado al asistir ella por primera vez a una Asamblea Federal de la Acción Católica. Oportunidad en la que habló de la vocación de los laicos, insertos por el bautismo en el Pueblo de Dios y llamados a vivir la santidad.
“Dijo que llamaba a tener una mirada creyente para ver la realidad, para discernir los signos de los tiempos y poder descubrir el paso de Dios en la historia, pero para que eso sea posible es fundamental la oración y la contemplación”.
Asimismo, consideró al cardenal Pironio “un apasionado de Dios” y dijo que en él era constante su hablar de oración, de alegría sincera, de la cruz y de la esperanza. Junto al apasionamiento destacó su serenidad. Y en el proceso de su causa de santificación le impactó la unanimidad de los testigos sobre su santidad de vida.
Monseñor Oscar Ojea aseguró que disfrutó del cardenal Pironio durante dos años, siendo él un seminarista joven. "Escuchaba como nadie", destacó y dijo que en cada conversación de dirección espiritual uno se llevaba tres puntos como un tesoro para poder pensar, rezar.
El prelado consideró al purpurado “un profeta de la Iglesia argentina y latinoamericana, no por audacias, visiones o sueños sino porque supo leer la realidad desde la Palabra de Dios”, y sostuvo: "Un profeta es un hombre quemado por el fuego".
Señaló también su fidelidad y el no tener miedo a las exigencias de la Cruz. Recordó notas suyas de pastoral jocista (de la Juventud Obrera Católica) de 1956 en las que habló de la misión de los cristianos de volver a poner a Dios en el centro de la historia, iluminando todas las realidad temporales.
Tras destacar su papel en el documento de los obispos latinoamericanos en Medellín (1968), que buscó aplicar el soplo renovador del Concilio Vaticano II en el continente, recordó el estilo “simple, claro y llano” del cardenal Pironio”.
“Fue llamado ‘el profeta de la esperanza’, pero era consciente de la tentación del pesimismo y la tristeza siempre latente, ante la secularización o politización de la fe por un lado, y la tentación de evadirse del tiempo, refugiándose en lo invisible, por otro”, indicó, y agregó: “Vivió un tiempo de grandes tensiones, sufrió mucho y transmitía su propia paz, su alegría profunda”.
Monseñor Ojea reconoció que al cardenal Pironio "Lo queríamos todos" y evocó, muy emocionado, su último encuentro en Roma, cuando el purpurado estaba muy enfermo y suponía que no iba a volver a verlo en este mundo.
Al final cerró el acto Claudia Carbajal de Inzaurraga, vicepresidenta nacional de la Acción Católica Argentina.
En el marco del homenaje, también se recordó el servicio y entrega generosa del cardenal Pironio a la Iglesia y se rezó por su pronta beatificación.
Participaron del actoel secretariado de Culto de la Nación, Santiago de Estrada; el exembajador argentino ante la Santa Sede Carlos Custer; el Procurador General de la Ciudad de Buenos Aires, Gabriel Astarloa, y el legislador porteño Eduardo Santamarina, entre otras autoridades.
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