Comenzará a trabajar en barrios periféricos de la ciudad de Nueve de Julio. Funcionará tres días por semana de 10 a 17 horas y estará destinado a adolescentes y jóvenes desde los 14 años con problema de adicciones.
El Hogar de Cristo para Nueve de Julio ya tiene nombre, sede, equipo de trabajo y probable fecha de inicio de funciones. Se trata del segundo Centro Barrial que tendrá la Iglesia en la diócesis de 9 de Julio, después de Pellegrini.
De esta forma se continúa trabajando para crear en cada una de las ciudades principales de los 17 distritos que la conforman, un centro comunitario de prevención y acompañamiento de los jóvenes, tal como lo ha promovido desde su llegada y de manera insistente el obispo, monseñor Ariel Torrado Mosconi.
La sede será una casa -que fue donada exclusivamente para este fin-, ubicada en el centro geográfico de varios barrios de la zona más periféricas de la ciudad de Nueve de Julio, conocida como Ciudad Nueva y cuya dirección exacta es Sáenz Peña 950. Estará atendido por un grupo de voluntarios y por dos personas subsidiadas por Caritas Nacional. El Equipo del Hogar esté presidido e impulsado por el padre Guillermo Gómez, a quien acompañan el Diácono Ariel Palanga; la hermana Margarita. A ellos se suman los laicos Martín Cappelletti, Alejandro Bai, Lucas Salas, Graciela Flocco y Roberto Balbuzzi y dos especialistas que asesorarán y acompañarán en el inicio del proyecto. Se trata de Marcelo Del Campo y Flavio Alman, voluntarios de la comunidad terapéutica de internación de Santo Tomás (localidad de Carlos Casares).
Los Centro Barriales u Hogares de Cristo nacen como propuesta de la Iglesia ante el creciente avance de los jóvenes y niños en el consumo de drogas. Se diferencia de otras instituciones en que tiene una mirada integral y atenta de la persona humana y no se enfoca únicamente en su problema particular de la adicción y/o de la situación social que está atravesando. Si bien intentan asistir las necesidades materiales o servir de intermediaria para lograr esas satisfacciones, los centros buscan sobre todo, asistir y acompañar a la persona en sus necesidades espirituales más profundas. Su estrategia es, además, trabajar en red con otras instituciones, tanto públicas como privadas, para ir dando respuesta y atendiendo las necesidades específicas de cada persona.
Estos hogares se diferencian también de otras instituciones porque en vez de esperar a que las personas lleguen espontáneamente, salen al encuentro de los jóvenes a través de una labor previa misionera. De este modo se cumple, con uno de los delineamientos más insistentes del Santo Padre para procurar una Iglesia cada vez más abierta y que sale al encuentro de quienes hoy aún están alejados de ella.
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