Las fronteras no sean barreras de división sino ventanas abierta

Las fronteras no sean barreras de división sino ventanas abierta

No «barreras de división» sino «“ventanas”, espacios de conocimiento mutuo, de enriquecimiento recíproco, de comunión en la diversidad»: así imagina el Papa Francisco “las fronteras”, esas tierras de frontera en el centro de los fenómenos migratorios de masa que algunos quisieran “proteger” cerrando puertos, levantando muros o con un hilo de espinas; mientras que, al contrario, para él debería ser sobre todo «lugares en los que se experimentan modelos para superar las dificultades que los nuevos arribos suponen para las comunidades autóctonas».

 

El Pontífice ha confiado su esperanza al recibir al representante en el Vaticano el jueves 10 de septiembre, a representantes — guiados por el alcalde de Lampedusa — de la red de autoridades locales y organizaciones de la sociedad civil que participan en el proyecto europeo Snapshots from the borders, “voces y esperanzas desde las fronteras”.

Animando a los presentes a «seguir trabajando juntos por la cultura del encuentro y la solidaridad», el Papa Bergoglio ha remarcado en particular cuánto es «fundamental cambiar la forma de ver y de contar la migración: se trata — ha explicado —  de poner en el centro a las personas, los rostros y las historias». De aquí la importancia de los proyectos «que tratan de proponer planteamientos diversos inspirados en la cultura del encuentro» la cual  «es el camino hacia un nuevo humanismo. Y cuando digo “nuevo humanismo” — ha puntualizado — no lo digo sólo como una filosofía de vida, sino también como una espiritualidad, como un estilo de comportamiento». En tal ámbito, ha añadido, «los habitantes de las ciudades y de los territorios de frontera —las sociedades, las comunidades, las Iglesias— están llamados a ser los primeros actores de este cambio de rumbo».

Por tanto son bienvenidas iniciativas como las presentadas, que se proponen «promover una comprensión más profunda de la migración» para permitir «a las sociedades europeas dar una respuesta más humana y coordinada a los retos de las migraciones contemporáneas».

Por otro lado, ha observado el Pontífice, es necesario «contribuir positivamente al desarrollo de políticas de migración que respondan a este propósito» visto que el escenario actual «es complejo y a menudo tiene consecuencias dramáticas». Y si «es necesario estudiar y comprender mejor las interdependencias mundiales que determinan las corrientes migratorias», en todo caso «los retos son muchos e interpelan a todos», por lo que «ninguno puede permanecer indiferente ante las tragedias humanas que se consuman en las diferentes regiones del mundo», como «las que tienen como teatro al Mediterráneo, un mar de frontera, pero también de encuentro de culturas», ha concluido el obispo de Roma.

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