Benedicto fue el único Pontífice que renunció a su cargo en 600 años y el primer Papa emérito de la historia de la Iglesia. Francisco celebró la ceremonia en latín, como lo hubiera gustado a Ratzinger.
Por Elena Llorente
Desde Roma
Un aplauso sencillo de los fieles que desde el amanecer lo estaban esperando en la Plaza de San Pedro, recibió el féretro del Papa emérito Benedicto XVI cuando fue depositado ante la basílica de San Pedro para la ceremonia fúnebre presidida por el Papa Francisco. El Papa emérito, que renunció a su cargo como Pontífice en 2013, falleció el pasado 31 de diciembre a los 95 años.
El papa Francisco, que comenzó la ceremonia en medio a una niebla poco común en Roma y un día de bajas temperaturas invernales, celebró el funeral en latín, como seguramente le habría gustado al Pontífice fallecido que amaba las celebraciones en el idioma que hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965) era obligatorio en la Iglesia y que después no lo fue porque se quiso difundir la religión en los idiomas locales. En el 2007, Benedicto permitió nuevamente las misas en latín para evitar divisiones dentro de la Iglesia, como la estimulada por el ultraconservador francés Marcel Lefebvre, que terminó siendo excomulgado. Pero Francisco el año pasado revocó esta decisión.
El Papa Francisco llegó al altar de la celebración en silla de ruedas. Dados sus problemas en la rodilla, presidió la celebración pero tuvo como concelebrante al cardenal Giovanni Battista Re, decano del colegio cardenalicio.
Y refiriéndose al Papa emérito, el Papa argentino dijo en la homilía: “Estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años. Queremos decir juntos: “Padre, en tus manos encomendamos su espíritu”.
El miércoles, en la audiencia que normalmente hace con los fieles, Francisco había definido al papa Ratzinger como “un gran maestro del catecismo” destacando que su “pensamiento agudo y elevado, no ha sido autorreferencial sino eclesial porque siempre quiso acompañarnos al encuentro con Jesús”.
El que fue secretario privado del Papa emérito por muchos años, incluso cuando Joseph Ratzinger era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el obispo alemán Georg Gänswein, estuvo durante la ceremonia al lado de otros miembros de la Iglesia. Pero como ningún otro, su cara apareció muy compungida. Según muchas fuentes, el Papa fallecido lo consideraba casi como un hijo.
El saludo final al Papa emérito lo hizo Francisco al final de la ceremonia fúnebre cuando de pie, apoyado en el bastón, colocó su mano sobre el féretro como para decirle adiós.
Fieles y delegaciones en San Pedro
Del funeral participaron unos 50.000 fieles en la Plaza de San Pedro - según la gendarmería vaticana- , que tuvieron que hacer largos recorridos para entrar a la zona porque estaba completamente bloqueada por cuestiones de seguridad. También el espacio aéreo vaticano estaba cerrado.
Participaron además unos 3.700 sacerdotes , cerca de 300 obispos y 130 cardenales. Asimismo estuvieron presentes representantes de distintas iglesias de ritos orientales, de iglesias ortodoxas, incluso la iglesia ortodoxa rusa, musulmanes, budistas y judíos.
Las dos delegaciones oficialmente invitadas a la ceremonia fueron la de Alemania y la de Italia, encabezadas por los respectivos presidentes, Frank-Walter Steinmeier y Sergio Mattarella. Pero aún sin invitación oficial estuvieron presentes también reyes, presidentes, primeros ministros y ministros de otros 18 países. Entre ellos Francia, Gran Bretaña, España, Bélgica, Polonia, Portugal, Hungría, Gabón. El único país latinoamericano presente con delegación de estado fue Colombia. Otros países estuvieron representados por los embajadores acreditados ante la Santa Sede.
Un gran aplauso de los fieles y de los sacerdotes concluyó la ceremonia en la Plaza de San Pedro, mientras se escuchaban gritos de gente que repetía “Santo inmediatamente, santo inmediatamente” (una frase escuchada también cuando se hizo el funeral del hoy santo Juan Pablo II) y levantaban banderas de Baviera y de Alemania.
El féretro de Benedicto, que fue el Papa número 265 de la Iglesia católica, fue conducido a la cripta de la basílica de San Pedro donde fue enterrado en la tarde del jueves, en una ceremonia privada, en el mismo lugar donde estuvieron los restos de Juan Pablo II hasta que éste fue beatificado y sus restos llevados a la basílica vaticana. En su cajón han sido colocadas las monedas y medallas acuñadas durante su pontificado, el palio o insignia pontificia que usó durante su carrera y una síntesis de su historia como Papa, dijeron fuentes vaticanas.
Varias ciudades italianas conmemoraron esta semana al Papa emérito colocando las banderas oficiales a media asta. Y también lo hizo la Cámara de Diputados, el Senado y varios ministerios en Roma. La decisión la tomó la primera ministra Georgia Meloni, quien estuvo presente en el funeral junto al presidente Mattarella y otros ministros de su gobierno.
Al concluir la ceremonia en la Plaza de San Pedro, una banda de músicos de Bavaria, en trajes típicos de la región, tocó varios temas originales que seguramente habría apreciado el Papa fallecido que amaba mucho su tierra natal. Joseph Ratzinger, en efecto, nació en Marktl am Inn, en Baviera (Alemania) el 16 de abril de 1927.
Han sido casi 200.000 los fieles que desde el lunes visitaron la basílica de San Pedro para rezar y dar su saludo al Papa emérito que estuvo expuesto allí por tres días.
La visita a las grutas vaticanas donde está enterrado ahora el Papa emérito y otros pontífices, será abierta a las visitas públicas no antes del domingo, según el portavoz vaticano Matteo Bruni.
El nuevo camino abierto en el Vaticano
Benedicto fue el único Papa que renunció a su cargo en 600 años y el primer Papa emérito de la historia de la Iglesia. Y por eso el funeral sufrió algunos cambios dado que fue celebrado por el papa reinante mientras en general es uno o varios cardenales los que lo celebran. Uno de esos cambios es que no habrá los nueve días de luto en el Vaticano después del funeral.
En tiempos normales, es decir cuando un papa reinante muere, luego de los días de luto es convocado el cónclave de cardenales para la elección del nuevo Pontífice.
Pero esta vez La Iglesia no debe abrir un nuevo cónclave porque ya hay un Pontífice reinante, el papa Francisco.
Sin embargo hay quienes sostienen en la prensa italiana que un nuevo cónclave silencioso se estaría abriendo. Esto significa que entre los cardenales han empezado las discusiones, especialmente entre los favorables al papa Bergoglio y sus opositores.
Según el diario italiano La Repubblica, la muerte del Papa emérito Benedicto XVI “no es sólo una cuestión litúrgica” sino que se está transformando en un “enfrentamiento político” contra Bergoglio. Según el diario romano, la “presencia silenciosa” de Ratzinger respecto a su sucesor, ha sido una especie de “paraguas protector” para Francisco aunque las diferencias entre los dos papas eran consistentes. Pero ahora el escudo Ratzinger no está más y en los corredores de la Santa Sede algo se ha movido”.
Además, la carta de renuncia, sin fecha pero existente, de la que el papa Francisco habló recientemente y que dijo que presentará si se siente que no puede ir adelante en su función, hace pensar “en una suerte de silbato que da comienzo al nuevo partido”, dijo La Repúbblica.
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