"El Papa visitará diócesis donde no habían estado sus antecesores"
(Guillermo Gazanini Espinoza).- La misa por los pueblos de Latinoamérica fue marco para anunciar las intenciones del Papa para peregrinar al llegar al Tepeyac.
Como lo había hecho Benedicto XVI en la celebración por los Bicentenarios de las independencias de Latinoamérica, la misa de hoy sirvió para que Francisco expresara sus deseos de venerar a la guadalupana en su Santuario sin hacer mención concreta de peregrinación o visita a la nación mexicana. Una celebración distinta a la misa criolla del año pasado donde uno de los concelebrantes fue el Cardenal Norberto Rivera Carrera. La de hoy no contó con el Primado de México quizá por la apertura del Año de la Misericordia en la Arquidiócesis.
En esta misa sólo llevó unas palabras que afirmaron la noticia esperada que ya no había podido contenerse en México cuando todos los actores querían ser los de la primicia y revelar los datos más particulares sobre lugares, personas y encuentros. Antes que la CEM u otra diócesis e incluso autoridades responsables de organizar los viajes papales, a principios de noviembre pasado, el Cardenal Norberto Rivera Carrera, después del Sínodo de las Familias, reveló la fecha del inicio de la visita, el 12 de febrero "por la tarde".
Mientras el tiempo pasaba, una cautelosa Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano permaneció hermética ante las fugas de información y de la posible agenda; los políticos hacían sus jugadas para influir en las decisiones. Diputados y senadores, particularmente del dividido Partido Acción Nacional, se movieron ante la CEM y la Nunciatura para que Francisco, como lo hizo en la visita a los Estados Unidos, pronunciara un discurso en cualquiera de las asambleas o ante el Congreso General.
Incluso el gobierno del Distrito Federal, aprovechando la coyuntura de buenas relaciones con la Arquidiócesis de México, apersonaría en el Vaticano a sus legados para invitar al Papa y se habló incluso de hacerlo huésped distinguido de la "Capital Social" y entregarle las llaves de la ciudad como fue a Juan Pablo II durante la visita de 1999. Al final, los legisladores fueron desairados porque esta peregrinación no significa una visita a la clase política exclusivamente ni el Congreso mexicano puede medirse con el del país vecino, Estados Unidos.
La confirmación de la agenda papal de febrero pone el particular estilo del Papa por encontrarse con los grupos más vulnerables como migrantes, reclusos y enfermos, pero también marca el estilo para visitar diócesis donde no habían estado sus antecesores a excepción de la Ciudad de México; sin embargo, y aún cuando el Presidente de la CEM, el Cardenal Robles Ortega dice que la visita es "a la República mexicana", en los dos primeros días, el área metropolitana del Valle de México será el foco de atención principal de la visita abarcando un importante porcentaje de ella.
A dos meses de la presencia del Papa argentino en México, lo mejor que comienza en la organización es la increíble participación y disposición de los laicos de a pie para formar las vallas a manera de voluntarios y cubrir las distintas rutas que el Papa usará en el Distrito Federal o en la capital del Estado de Michoacán. Para la Arquidiócesis de México hay experiencia probada y poco a poco irán revelándose los pormenores que ya involucran a las autoridades estatales y federales.
Por lo pronto, hoy 13 de diciembre, el dinero para financiar la empresa papal comenzará a colectarse en todas las iglesias y templos de la Arquidiócesis de México; los párrocos y rectores deberán destinar el 50% de sus entradas de este día que abre el Año de la Misericordia. Y en estas desavenencias monetarias, la CEM llamó a los católicos a aportar generosamente de sus bolsas el próximo 17 de enero, día previo al inicio del octavario de oraciones por la unidad de los cristianos. Lo que menos podríamos esperar es el imperio de la transparencia y conocer los resultados de dos colectas que tocarán a millones de católicos y saber quiénes serán los empresarios involucrados en la organización a través de las aportaciones.
Entre desaires y encuentros, la visita ya se prepara con el fervor de un pueblo que sí aprecia y ama al Papa por lo que representa y el mensaje de esperanza que trae en este Año de la Misericordia para una patria necesitada de ella por los conflictos, duelos e incertidumbre; será una bocanada de aire limpio entre el tufo podrido que ahoga a un gobierno que necesita del ansiado respaldo papal que había estado buscando desde hace tres años y que parecía escurrir de las manos cuando no se confirmaba visita alguna y ojalá que, en medio de algarabía y días de júbilo que viviremos, el fruto de la semilla plantada por la palabra del Papa Francisco nos lleve a superar nuestros limitados horizontes de Iglesia empecinada a vivir en parcelitas diocesanas prevaleciendo la figura del obispo-patrón y no del padre-pastor.
Que haya una gran renovación de la Iglesia mexicana para suscitar el encuentro y el aprecio misericordioso por cada persona siendo signos vivos de la presencia de Cristo enuna tierra nominalmente católica, pero cada día paradójica en la fe. Como ayer denunció el rector de la Basílica de Guadalupe, monseñor Enrique Glennie Graue, en la homilía de la misa a la Virgen morena: "En nuestra patria estamos viviendo muchos males, y es que, actualmente nos afectan a todos la sanguinaria delincuencia organizada, las injusticias que lesionan los derechos más elementales de las personas, la corrupción y la proliferación de las drogas, así como los homicidios, la pobreza degradante que sufren algunos hermanos y el asesinados de niños en el seno de sus propias madres".
Y en el ámbito de fe, una visita que ayude a acabar con la fragmentación religiosa y de pasividad del catolicismo que parece ir despertando de un profundo aletargamiento a causa del verticalismo eclesiástico.
Bienvenido misionero de misericordia y paz.
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