El Papa quiere reservar su fuerza para participar de las jornadas que se llevarán adelante entre el 1 y el 6 de agosto en Lisboa
Por Guillermo Marcó
El Papa Francisco retomará su agenda lentamente, no hará la audiencia general de los miércoles.
Quiere reservar su fuerza para no defraudar las expectativas de los miles de jóvenes de todo el mundo que asistirán a la XXXVIII edición de la Jornada Mundial de la Juventud de la Iglesia Católica que se realizará en Portugal desde el 1 al 6 de agosto del 2023.
Será la primera vez que el evento se realizará en Portugal, y la tercera en la península ibérica después de Santiago de Compostela 1989 y Madrid 2011.
¿Qué es la JMJ?
La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es un encuentro de jóvenes de todo el mundo con el Papa.
Además es una peregrinación, una fiesta de la juventud, una expresión de la Iglesia universal y un fuerte momento de evangelización del mundo juvenil. Se presenta como una invitación a una generación determinada en construir un mundo más justo y solidario. A pesar de su identidad claramente católica, está abierta a todos, tanto a los más cercanos a la Iglesia, como a los más distanciados.
Pretende proporcionar a todos los participantes una experiencia de Iglesia universal, fomentando el encuentro personal con Jesucristo. Es un nuevo impulso a la fe, a la esperanza y a la caridad de toda la comunidad del país de acogida. Teniendo como protagonistas a los jóvenes, la Jornada Mundial de la Juventud busca, también, promover la paz, la unión y la fraternidad entre los pueblos y las naciones de todo el mundo. Según la opinión de muchos, la JMJ es la mejor invención del papa Juan Pablo II. Pero él afirmaba que “son los mismos jóvenes los que han inventado la JMJ”.
Veamos cómo ha comenzado esta maravillosa aventura. En los años 1983-1984 se celebraba el Año Santo de la Redención: 1950 años de la Pasión de Cristo. Entre las diferentes actividades, Juan Pablo II quiso fijar un encuentro juvenil para el Domingo de Ramos. El cardenal argentino Eduardo Pironio, designado presidente del Pontificio Consejo para los Laicos pocos días antes del Domingo de Ramos de 1984 habría realizado la propuesta de instituir la Jornada, y se lo considera su cofundador. El comité organizador preveía unos 60.000 participantes. ¡Llegaron 250.000!
En el año 1985, la ONU proclamó un Año Internacional de la Juventud. El Papa, deseando manifestar la atención de la Iglesia hacia las nuevas generaciones, convocó nuevamente a los jóvenes a Roma para el Domingo de Ramos. También en esta ocasión, la respuesta fue grande: 300.000 jóvenes se repartieron entre las iglesias de la ciudad para los diferentes momentos de oración y catequesis, reuniéndose después en la plaza de San Pedro para participar en la celebración con el Santo Padre.
AFP 163
Después de estos encuentros, muchos se preguntaron: ¿Por qué existe esta respuesta generosa, qué es lo que buscan los jóvenes, qué es lo que quieren? Pero Juan Pablo II ya lo había intuido: los jóvenes sentían el deseo de encontrarse entre ellos, de compartir su experiencia, de escuchar una palabra de fe, de mirar juntos hacia el futuro, de renovar y confirmar su propio compromiso. Es así que, a finales de 1985, anunció la institución de la Jornada Mundial de la Juventud, a celebrarse cada año en las diócesis. El Papa indicó también una fecha para su celebración: el Domingo de Ramos. ¿Por qué? “Una respuesta así la dais todos vosotros, que desde hace años peregrináis a Roma precisamente para celebrar este día […] Con este hecho, ¿acaso no queráis hacer ver vosotros mismos que buscáis a Cristo en el centro de su misterio? Lo buscáis en la plenitud de esa verdad que es El mismo en la historia del hombre”, así el mismo Juan Pablo II se lo explicó a los jóvenes (Homilía, 27 de marzo de 1988, Misa del Domingo de Ramos, III Jornada Mundial de la Juventud).
A la celebración diocesana se le unió un gran encuentro mundial, que inicialmente tendría lugar cada dos años. A la primera JMJ, celebrada en las diócesis en el año 1986, le siguió la primera gran edición internacional, que tuvo lugar en el año 1987 en Buenos Aires (Argentina), dando un signo muy fuerte en el país que estaba saliendo de la dictadura. En el año 1989, la IV JMJ se celebró en Santiago de Compostela (España), célebre santuario de la fe en Europa, atrayendo a una enorme peregrinación de jóvenes de todo el mundo. En el año 1991, la VI JMJ de Częstochowa (Polonia) vivió el primer gran encuentro entre los jóvenes del este y oeste de Europa después de la caída del muro de Berlín. En el año 1993, la VIII JMJ dejó el Viejo Continente para dirigirse a Denver (Estados Unidos), donde se invitó a los jóvenes a anunciar a Cristo sin miedo, también en el corazón de las metrópolis modernas. En el año 1995, en Manila (Filipinas), a pesar de los escasos recursos económicos a disposición, la X JMJ llegó a ser uno de los encuentros más multitudinarios de la humanidad. En 1997, la XII JMJ trajo a París (Francia) una nueva “revolución francesa”. Millares de jóvenes llenaron las calles y plazas, cantando su fe, manifestando una sed espiritual y un deseo misionero de verdad sorprendente. En el año 2000, año del Gran Jubileo, la XV JMJ se celebró en Roma, donde Juan Pablo II, a pesar del avanzar de su enfermedad, compartió con alegría este momento extraordinario de gracia con dos millones de jóvenes, que llamó a ser “centinelas de la mañana”. En el año 2002, la XVII JMJ de Toronto (Canadá) llevó a los jóvenes, “pueblo de las Bienaventuranzas” a anunciar a Cristo en un país moderno y multicultural. En 2005, poco después de la muerte de Juan Pablo II, fue Benedicto XVI quien presidió la XX JMJ de Colonia (Alemania), muy centrada en la adoración eucarística, siguiendo el ejemplo de la adoración de los Reyes Magos, cuyas reliquias se conservan en la catedral de la ciudad. En el año 2008, la XXIII JMJ tuvo lugar en Sydney (Australia), “Tierra del Espíritu Santo”, tocando un continente nuevo y lejos para tantos, pero haciéndose por fin cercana a los jóvenes del hemisferio austral.
La JMJ volverá a España, a Madrid, para ayudar a los jóvenes europeos a encontrar de nuevo los valores cristianos que han fundado Europa, a mostrar a todos la belleza de un país rico de testimonios históricos, artísticos y culturales de una larga tradición de fe.
Río de Janeiro fue designado para ser la ciudad sede de la edición del evento en 2013, adelantándose un año para evitar coincidir con la Copa Mundial de Fútbol de 2014 que también se celebró en Brasil. Fueron muchos los discursos profundos con los que el Papa logró tocar el corazón de la gente durante la JMJ de Río en 2013. Como aquella famosa frase “¡Hagan lío!... ¡Quiero lío en las diócesis, quiero que la Iglesia salga a la calle!”, pronunciada en el evento con los jóvenes argentinos en la Catedral de San Sebastián. Analizamos el impacto de este primer viaje internacional de su Pontificado, que pasará al recuerdo como el primer encuentro auténtico (de los muchos que vendrían posteriormente) de Francisco con la juventud del mundo. Ahora lo esperarán en Lisboa.
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