Pide "superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicios y de odio"
"Caminar con vosotros y sembrar semillas de paz, de compasión y de esperanza en esta tierra". Ése fue el ofrecimiento que el Papa Francisco brindó a la cúpula dirigente budista, a la que repitió que la Iglesia católica es un "socio disponible" para el diálogo y la búsqueda de la paz, de la justicia y de la inclusión en Myanmar y en todo el mundo.
Francisco cierra su visita a Myanmar con sendas visitas a las cúpulas religiosas budista y católica. Primero, al 'Sangha', el Consejo Supremo de monsjes budistas, que le recibe con todos los honores.
Sentados frente a frente. De un lado, el Consejo Budista. Del otro, el Papa Francisco y su séquito. Tras una larga presentación de los miembros del Consejo Supremo, interviene un sacerdote birmano, para presentar al Papa y a sus acompañantes, entre ellos los cardenales Paroli, Filoni y Bo, asi como monseñor Beciu o el jesuita Spadaro.
Interviene, entonces, el presidente del Consejo budista, que habla en birmano. El Papa y su séquito leen su texto traducido al italiano.
Algunas frases del discurso del Papa
"Es una gran alegría para mí, estar con vosotros"
"Nuestro encuentro es una importante ocasión para renovar los vínculos de amistad y respeto entre budistas y católicos"
"Para afirmar nuestro empeño por la paz, la dignidad humana y la justicia, no sólo en Myanmar sino en todo el mundo"
"Cuando nosotros hablamos con una sola voz, afirmando los valores de la justicia, la paz y la dignidad de todo ser humano, ofrecemos una palabra de esperanza"
"Luchar por una mayor armonía en el mundo"
"En toda época, la humanidad experimenta injusticias, conflictos y desigualdades entre las personas"
"En nuestro tiempo, estas dificultades parecen especialmente graves"
"Las heridas de los conflictos, de la pobreza y de la opresión persisten y crean nuevas divisiones"
"Ante estos retos, no debemos resignarnos jamás"
"Sabemos que existe un camino para la curación"
"Una vía basada en la compasión y en el amor"
"Expreso mi estima por todos los que en Myanmar viven según las tradiciones religiosas del budismo"
"Formados en los valores de la paciencia, de la tolerancia"
"Espiritualidad atenta y respetuosa con el medioambiente"
"En una auténtica cultura del encuentro, estos valores pueden reforzar nuestras comunidades y ayudar a portar la luz tan necesaria a toda la humanidad"
"El gran reto de nuestros días es el de ayudar a las personas a abrirse a la trascendencia, a ser capaces de mirarse en su interior y conocerse a sí mismos"
"NO podemos permanecer aislados unos de otros"
"Tenemos que superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicios y de odio"
"Las palabras dle Buda nos ofreen una vía: "Derrota a la rabia con la no rabia...'"
"Sentimientos similares expresa la oración atribuida a San Francisco de Asís. 'Señor, hazme un insturmento de tu paz'"
"Que pueda esta sabiduría inspirar todo esfuerzo para promover la comprensión y curar las heridas de los conflictos"
"Toda la sociedad debe superar el conflicto y la injusticia"
"Los líderes civiles y religiosos tienen que asegurar que todas las voces sean escuchadas"
"Hacer avanzar la paz, la seguridad y una prosperidad que sea inclusiva para todos"
"Una mayor cooperación entre los líderes religiosos"
"Sabed que la Iglesia católica es un socio disponible"
"Encuentros indispensables para profundizar nuestro recíproco conocimiento"
"La justicia auténtica y la paz duradera pueden ser alcanzadas"
"Queridos amigos: que los budistas y católicos puedan caminar juntos por este camino de curación y trabajar juntos por el bien de los habitantes de esta tierra"
"En nombre de mis hermanos y hermanas expreso nuestra disponibilidad de seguir caminando con vosotros y sembrar semillas de paz, de compasión y de esperanza en esta tierra"
"Gracias de nuevo. Sobre todos invoco la bendición divina de alegría y de paz"
Tras el discurso del Papa, el presidente del Consejo le regala al Papa un cuadro de una pagoda. Y el Papa le ofrece un escultura de una paloma, símbolo de la paz. Regresan a sus sedes respectivas y los budistas reparten cuadros de la pagoda a todos los mimebros del séquito papal, mientras los ayudantes del Papa regalan una medalla conmemorativa de la visita a los miembros del Consejo budista.
El presidente del Consejo se despide del Papa con un apretón de manos y Francisco sale de la sede del Consejo supremo de los monjes budistas.
Texto íntegro del discurso del Papa
Es una gran alegría para mí estar hoy con vosotros. Agradezco al Ven. Bhaddanta Kumarabhivamsa, Presidente del Comité de Estado Sangha Maha Nayaka, por sus palabras de bienvenida y por el esfuerzo realizado para organizar mi visita hoy aquí. Los saludo a todos, y agradezco de modo particular la presencia de Su Excelencia Thura Aung Ko, Ministro para los Asuntos Religiosos y la Cultura.
Nuestro encuentro es una ocasión importante para renovar y reforzar los lazos de amistad y de respeto que unen a los budistas y a los católicos. Es también una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso por la paz, el respeto de la dignidad humana y la justicia para todos los hombres y mujeres. No sólo en Myanmar, sino también en todo el mundo, las personas necesitan que los líderes religiosos den este testimonio común. Porque, cuando nosotros hablamos con una sola voz, afirmando el valor perenne de la justicia, de la paz y de la dignidad fundamental de todo ser humano, ofrecemos una palabra de esperanza. Ayudamos a los budistas, a los católicos y a todos a luchar por alcanzar una mayor armonía en sus comunidades.
En todas las épocas, la humanidad ha experimentado injusticias, momentos de conflicto y desigualdades entre las personas. En nuestro tiempo, estas dificultades parecen ser particularmente graves. Las heridas causadas por los conflictos, la pobreza y la opresión persisten, y crean nuevas divisiones, aunque la sociedad haya alcanzado un gran progreso tecnológico y las personas en el mundo sean cada vez más conscientes de que comparten la misma naturaleza humana y el mismo destino. Frente a estos desafíos, jamás debemos resignarnos. Sobre las bases de nuestras respectivas tradiciones espirituales, sabemos que existe un camino que nos permite avanzar, que lleva a la curación, a la mutua comprensión y al respeto. Un camino basado en la compasión y en el amor.
Manifiesto mi estima a todos los que en Myanmar viven según las tradiciones religiosas del Budismo. A través de las enseñanzas de Buda, y el testimonio elocuente de muchos monjes y monjas, la gente de esta tierra ha sido formada en los valores de la paciencia, de la tolerancia y del respeto por la vida, así como en una espiritualidad atenta y profundamente respetuosa de nuestro medio ambiente. Como sabemos, estos valores son esenciales para un desarrollo integral de la sociedad, a partir de la familia, que es la unidad más pequeña pero más esencial, para luego extenderse a la red de relaciones que nos ponen en estrecha conexión -relaciones enraizadas en la cultura, en la pertenencia étnica y nacional, pero en definitiva enraizadas en la pertenencia a la misma naturaleza humana. En una auténtica cultura del encuentro, estos valores fortalecen a nuestras comunidades y las ayudan para que puedan iluminar al conjunto de la sociedad con esa luz tan necesaria.
El gran desafío de nuestros días es el de ayudar a las personas a que se abran a la trascendencia. A que sean capaces de mirar en su interior y de conocerse a sí mismas de manera que puedan reconocer la interconexión recíproca con los demás. Darse cuenta de que no podemos permanecer aislados los unos de los otros. Si debemos estar unidos, como es nuestro propósito, es necesario superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio. ¿Cómo podemos hacerlo? Las palabras de Buda nos ofrecen a todos una guía: «Conquista al hombre airado mediante el amor; conquista al hombre de mala voluntad mediante la bondad; conquista al avaro mediante la generosidad; conquista al mentiroso mediante la verdad» (Dhammapada, XVII, 223). Son sentimientos parecidos a los que se expresan en la oración atribuida a san Francisco de Asís: «Señor, hazme instrumento de tu paz. Que donde hay odio, yo ponga el amor. Que donde hay ofensa, yo ponga el perdón [...]. Que donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que donde hay tristeza, yo ponga la alegría».
Que esta sabiduría siga animando todos los esfuerzos que se realizan para promover la paciencia y la comprensión, y para curar las heridas de los conflictos que a lo largo de los años han dividido a personas de distintas culturas, etnias y convicciones religiosas. Estos esfuerzos no son sólo prerrogativas de los líderes religiosos, ni competencia exclusiva del Estado. Al contrario, la sociedad en su conjunto, todos aquellos que viven en la comunidad, son los que deben compartir la tarea de superar el conflicto y la injusticia. Sin embargo, los líderes civiles y religiosos tienen la responsabilidad propia de garantizar que cada voz sea escuchada, de forma que se puedan comprender con claridad y confrontar en un espíritu de imparcialidad y de recíproca solidaridad los desafíos y las necesidades del momento presente. Felicito al Panglong Peace Conference por el trabajo que está desarrollando en este ámbito, y ruego para que los que guían este esfuerzo puedan seguir promoviendo una mayor participación de todos los que viven en Myanmar. Esto ayudará al compromiso de avanzar en la paz, la seguridad y una prosperidad que incluya a todos.
Ciertamente, para que estos esfuerzos produzcan frutos duraderos, se necesitará una mayor cooperación entre los líderes religiosos. A este respecto, deseo que sepáis que la Iglesia Católica es un interlocutor disponible. Los momentos de encuentro y de diálogo entre los líderes religiosos demuestran que son un factor importante en la promoción de la justicia y de la paz en Myanmar. Sé que el pasado mes de abril la Conferencia de los Obispos Católicos ha organizado un encuentro de dos días sobre la paz, en el que han participado los líderes de las diferentes comunidades religiosas, junto a embajadores y representantes de agencias no gubernamentales. Estos encuentros son esenciales para profundizar en el conocimiento recíproco y afirmar los lazos que nos unen y nuestro destino común. La justicia auténtica y la paz consolidada se alcanzan sólo cuando están garantizadas para todos.
Queridos amigos, que los budistas y los católicos caminemos juntos a lo largo de este sendero de curación, y trabajemos hombro con hombro por el bien de cada uno de los habitantes de esta tierra. En las Escrituras Cristianas, el apóstol Pablo anima a sus oyentes a alegrarse con los que están alegres, y a llorar con los que lloran (cf. Rm 12,15), llevando con humildad los unos las cargas de los otros (cf. Ga 6,2). En nombre de mis hermanos y hermanas católicos, expreso nuestra disponibilidad para seguir caminando con vosotros y sembrar semillas de paz y de curación, de compasión y de esperanza en esta tierra.
Os doy las gracias nuevamente por haberme invitado a estar hoy aquí con vosotros. Invoco sobre todos la bendición divina de la alegría y de la paz.
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