El sábado 31 de marzo falleció Ladislao (Laci) Ladanyi (Z--L) a los 97 años de edad. Hijo de padre húngaro judío y de madre alemana protestante, sobrevivió al Holocausto gracias al schutzpass o salvoconducto del diplomático sueco apostado en Hungría, Raoul Wallenberg. Laci emigró a la Argentina en 1947 y en el barco conoció a su esposa Gina, con quien tuvo dos hijas, nietos y bisnietos.
Laci y su esposa Gina fueron destacados por la Legislatura Porteña en diciembre de 2013 como Personalidades Destacas en el campo de los Derechos Humanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por su enorme aporte a la memoria de la Shoá en el país.
Ladislao Ladanyi o Laci, tal como lo conocen los más cercanos, nació en Berlín en el año 1921. Creció en el seno de una familia muy tradicional que se remonta al año 1600.
Para el año 1938, las manifestaciones de antisemitismo se habían multiplicado de manera exponencial. Hasta entonces, Laci y su familia no habían sido perseguidos gracias a su categoría de mischling (“mitad judíos, mitad no”), pero producto de estas nuevas dificultades la familia de Laci decidió emigrar a Hungría, donde su padre había nacido y cuyo idioma era muy bien manejado por el joven Ladislao. En el año 1940, Laci fue obligado a presentarse en el ejército por ser de nacionalidad húngara y haber cumplido la edad requerida para ingresar al servicio militar. Entre tanto, siempre usando sus ropas de soldado, comenzó a recorrer distintas embajadas con la pretensión de dejar allí su currículum a fin de conseguir una visa. Entre tantos lugares llegó al consulado de Argentina, ubicado en la parte de Buda, donde dejó su petición y sus papeles y foto adjuntados.
Avanzaba el conflicto, y la postura de Hungría se endurecía. Los judíos ya no eran aceptados en el ejército y muchos de los que habían formado parte de éste fueron llevados a campos de trabajo forzado de Checoslovaquia y Hungría.
A fines de julio, los judíos de Budapest eran prácticamente los únicos que quedaban en Hungría. No se los llevó a guetos de inmediato, sino que, en el año 1944, las autoridades húngaras los distribuyeron en toda la ciudad, en más de 2.000 edificios marcados con estrellas de David. Los judíos fueron arrancados de sus lugares por los mandos húngaros y llevados hasta estas edificaciones. Laci y su familia fueron ubicados junto a otras cuarenta personas en un departamento pequeño de cuatro habitaciones, donde podían comer gracias a la ayuda humanitaria de la Cruz Roja Suiza.
A poco tiempo de haber de ser reubicados, la madre de Laci falleció. Lo que sucedió con el cuerpo de su madre, toda una crueldad, era una constante con los judíos muertos: la dura geografía hacía imposible darle digna sepultura, por lo que quedaban amontonados en distintos lugares de la geografía de la ciudad.
Transcurría el año 1944 cuando una persona de la Embajada de Suecia llegó buscando a Ladislao. El motivo: el cónsul general argentino Gamas había enviado a la embajada sueca los papeles que Laci había presentado unos años atrás en el consulado argentino.
Quien representaba a la embajada de Suecia no era otro que Raoul Wallenberg, un joven diplomático sueco miembro de una prestigiosa e influyente familia, quien se presentó en nombre de la embajada y comenzó a crear pasaportes de protección. Así Ladislao y su padre obtuvieron su pasaporte. Si bien los papeles carecían de valor, estos falsos pasaportes lograron, por un tiempo, mantener alejados a los asesinos nazis.
Algunos meses más tarde, la situación dentro del gueto comenzó a empeorar. Por ello, Wallenberg –póstumamente declarado Justo entre las Naciones- alquiló algunas casas fuera de los márgenes del gueto con fondos de la embajada, con el fin de refugiar allí a gran cantidad de judíos, a las cuales camufló con letreros falsos donde se leían leyendas como “Biblioteca de Suecia” o “Instituto Sueco de Investigaciones”. De esa manera, muchos judíos permanecían fuera del alcance de las garras alemanas.
Sin embargo, la noche del 31 de diciembre del año 1944 los nazis húngaros se presentaron frente a la casa en la cual estaban ocultos, junto con otros judíos refugiados, Laci y su padre. Megáfono en mano impartieron órdenes de vaciar dicho inmueble bajo la amenaza de regresar a buscar a aquellos que no saliesen. Por temor, una gran cantidad de ellos salió a la calle y fue obligada a subir a los camiones. Laci y su padre permanecieron escondidos.
A pocas cuadras de allí y a orillas del Danubio, aquellos judíos fueron asesinados con ráfagas de ametralladora.
Al día siguiente los asesinos regresaron para vaciar la casa, llevarse lo poco que quedaba y detener a Ladislao y su padre. Milagrosamente nadie les preguntó siquiera, qué es lo que hacían allí (episodio que Laci consideraba un milagro). Días más tarde, él y su padre fueron liberados. Esto ocurrió el 18 de enero de 1945.
Durante ese mismo año, una vez terminada la guerra, el padre de Laci enfermó gravemente de cáncer. El hombre falleció un año más tarde.
Lo que sigue, es una historia en común a muchos sobrevivientes: Laci trabajó hasta el año 1947 ayudando a levantar a aquel país que tan mal lo había tratado, hasta que decidió venir a la Argentina, país que lo alberga hasta el día de su muerte.
Su esposa Gina nació el 21 de junio de 1921 en Polonia. Esta mujer que estuvo en el campo de trabajo forzado Parschnitz en Sudetas, Checoslovaquia, fue evacuada de una ciudad a otra, . su primer peor momento el cual nunca olvida fue el dia en que se llevaron a su padre sin que pudiera despderise de el, y que solo pudo ver ese momento desde la ventana de un colegio.
Gina trabajó en una oficina alemana. También entre casi 100 mujeres era la única que hablaba alemán y podía leer y entender el idioma para una fábrica textil. Su tarea comenzaba cerca de las 6 de la mañana hasta las 7 de la tarde, luego realizaba otros trabajos en el campo hasta alrededor de las 23 horas.
El 5 de mayo de 1945 fue liberada por el ejército soviético, “Aunque tenía esperanzas remotas de encontrar a mi padre, con el correr de los años, sabía que era muy difícil que alguien sobreviva. Esos 4 años me mantuvo la esperanza de poder encontrarlo aunque luego me enteré que lo habían matado dos semanas antes a la liberación del fin del holocausto en los campos de concentración”, dijo y además agregó “Al finalizar la guerra supe también que no sobrevivió nadie de la gran familia de mi madre, 38 personas eran, la única sobreviviente era yo”. “Y así en libertad, caminando llegamos a Alemania hasta el sector americano. Ahí pedí trabajo en la fuerzas de ocupación y trabajé dos años en Ratisbona, Baviera”.
Corría el año 1947 y esta fuerte mujer recordó que le quedaba un tío en Argentina, “Un oficial judío se comunicó con las fuerzas militares de Argentina para que pueda entrar al país. En un viaje en barco durante varios días llego a la frontera entre Brasil y Argentina. Entro de manera ilegal el 2 de junio de 1947 porque el presidente Perón en su época no daba permiso para judíos. Se presento frente a las autoridades, me declaré ilegal, y no me echaron. Al año le dieron documentos y la nacionalización.
Ladislao y Gina estuvieron felizmente casados y disfrutaron de dos hijas, 4 nietos y bisnietos. Se conocieron hace más de 60 años en el barco que los trajo a Sudamérica. Y fue gracias a ella que Laci pudo romper el silencio y comenzar, hace ya algunos años, a contar su historia.
Comentá la nota