Antes de la Navidad está el Adviento, un tiempo litúrgico que «socialmente no existe como tal», pero que propuestas como la de los Cooperatores Veritatis o el publicista Vicente Miquel quieren poner en valor
Por José Calderero de Aldecoa
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La Navidad —la comercial, no la litúrgica— ha comenzado. Muchos escaparates se han vestido ya con luces de todos los colores. En los supermercados han colocado los turrones. Y los canales infantiles de la televisión bombardean a los pequeños con todo tipo de juguetes desde hace semanas. Pero la Navidad real no llegará hasta finales de diciembre y, hasta entonces, hemos de vivir el Adviento, que comenzará el próximo domingo, 27 de noviembre.
Precisamente, el inminente tiempo litúrgico «tiene un doble carácter», que en ambos casos se presenta como un periodo «de devota y alegre expectación» ante el nacimiento de Jesús, explica Daniel Escobar, delegado de Liturgia del Arzobispado de Madrid, parafraseando el punto 235 del ceremonial de los obispos. Por un lado, «es el tiempo de la preparación para la solemnidad de Navidad, en la que se recuerda la primera venida del Hijo de Dios a los hombres». Pero «es, además, el tiempo en el que, mediante este recuerdo, las mentes de los hombres se dirigen a la expectación de la segunda venida de Cristo al final de los tiempos».
A pesar de su importancia, puede resultar «complicado explicar el Adviento cuando socialmente no existe como tal», continúa Escobar. «Sin embargo, no todo son dificultades», añade el delegado. «Hay dos factores que nos pueden ayudar a distinguir Navidad y Adviento». En primer lugar, el entorno educativo, pues mientras «el Adviento es tiempo de trabajo, la Navidad lo es de descanso». Y en segundo lugar, la cena de Nochebuena, que «determina la culminación de algo que ha requerido un tiempo de preparación —convocar a la familia, organización, compras…—».
En el caso de los Cooperatores Veritatis de la Madre de Dios, una congregación que a través de la catequesis con niños pequeños trata de llevar el Evangelio a las familias, «no explicamos lo que es el Adviento», sino que «lo vivimos haciendo memorial de la historia de la salvación», explica el sacerdote Gonzalo M.ª Carbó, que lleva 40 años dedicado completamente a la vida espiritual de los niños.
A través del Oratorio de los Niños Pequeños, los religiosos proponen a los menores tres reuniones durante el mes de diciembre. En la primera, La espera del Salvador, «hacemos una narración salvífica desde la creación hasta la anunciación» que está acompañada por «la oración y canto: “¡Ven, Señor, Jesús; ven y sálvanos! ¡Ven, Señor Jesús; ven y cúranos”». En una segunda reunión, «narramos la anunciación a María y, a continuación, la anunciación a José». Mientras tanto, los niños, «sentados en la alfombra, escuchan y creen con atención y unción las palabras del ángel aplicada a ellos por nosotros», y las reproducen con la mano en el corazón.
Finalmente, «en la semana anterior a Navidad, hacemos la narración del nacimiento» de Jesús y, al ritmo del relato, «un niño tras otro van colocando las figuritas del belén», concluye Carbó, que sugiere a las familias la colocación de la corona de Adviento, ante la que se puede tener «un breve encuentro diario de oración familiar», y la colocación escalonada de las figuritas del belén «hasta hacer presente solemnemente la figura de Jesús en la noche de Navidad».
Hay otras iniciativas para ayudar a vivir este tiempo litúrgico tan especial, en este caso a partir de los momentos de ocio familiar; una propuesta muy atractiva para los niños, que tienen el juego como una de sus actividades principales. Este es el caso de Angie, el angelito del Adviento, «una herramienta lúdica para que los niños conozcan y puedan vivir el verdadero significado del Adviento como preparación para la llegada de Jesús», explica el publicista valenciano Vicente Miquel, su creador.
Se trata de un juego que consta de un libro-calendario y de una aplicación móvil. En primer lugar, «los niños deben hacer una tarea sencilla, una buena obra, que les viene marcada en el libro» de Angie. Por ejemplo, una de las propuestas que ofrece es que los niños busquen «a un compañero que esté triste e intenta alegrarle el día; hoy les vas a dar un beso muy grande a tus papis y les vas a dar las gracias por quererte tanto; hoy intenta no enfadarte con tus hermanos o compañeros de clase…». Una vez completada esta parte, el niño puede ir a la aplicación móvil que previamente han tenido que descargar sus padres en el teléfono o la tableta, y buscar a Angie por toda la casa. «Al entrar, el aparato se pone en modo cámara, como si fuera un dispositivo de realidad virtual, y el niño o la niña tiene que ir recorriendo toda la casa. Hay un momento en el que, de pronto, aparece el angelito y hace una animación muy divertida que a los niños les encanta», explica Miquel.
Por último, los usuarios pueden ir coleccionando los angelitos en el calendario virtual de la aplicación y llegar así a la Navidad, el 24 de diciembre, con un reguero de buenas obras realizadas.
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