El P. Frans Bouwen, misionero de la Sociedad de los Misioneros de África, más conocida como Padres Blancos por el color de su hábito, una de las voces católicas más reputadas en el diálogo ecuménico, asegura que “no hay verdaderas razones teológicas” que justifiquen que los cristianos celebren la Pascua en fechas diferentes.
Por Victoria Cardiel
Los católicos y protestantes conmemoran la Resurrección de Jesús siguiendo el calendario gregoriano, mientras que los ortodoxos lo hacen con el juliano. Sin embargo, este año será distinto. Gracias a la coincidencia de los dos almanaques, todos los cristianos celebrarán juntos la Pascua el domingo 20 de abril.
“No hay verdaderas razones teológicas para celebrar la Pascua en fechas diferentes, pero a veces el calendario parece haberse vuelto sagrado”, lamenta el sacerdote tras constatar que el deseo de compartir la fecha de Pascua se vive de manera especial en los territorios donde conviven comunidades de católicos y ortodoxos.
En Jerusalén, ciudad santa para judíos, cristianos y musulmanes, viven actualmente unos 591.000 judíos y apenas 13.000 cristianos. Sin embargo, esta pequeña comunidad cristiana está formada por distintas Iglesias: católica, ortodoxa, armenia y protestante.
En este sentido, en Tierra Santa, “casi todas las familias cristianas están compuestas por fieles católicos y ortodoxos que desean celebrar juntos y formar una comunidad unida en el testimonio, siendo la mayoría de las veces pequeñas minorías numéricas en medio de una mayoría de creyentes de otras religiones, musulmanes o judíos”, explica el experto que fue consultor del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
De hecho, en ningún otro lugar del mundo las tradiciones cristianas, orientales y occidentales conviven tan estrechamente como en el pequeño espacio que delimita la Ciudad Vieja de Jerusalén, el lugar donde Cristo expiró.
El sacerdote belga remarca así que el ecumenismo “ya existe como una realidad primordialmente local”, aludiendo al sensus fidei, ese instinto espontáneo de los fieles que les impulsa a las comunidades a buscar la unidad de manera natural, sin diatribas teológicas.
“Gracias a los avances recientes en las relaciones ecuménicas, la diversidad de tradiciones litúrgicas ya no se ve como un escándalo, sino como un testimonio vivo de que el Evangelio ha podido alcanzar muchas lenguas y culturas diferentes, que han sabido percibir, expresar y celebrar la fe y la vida cristiana según su propio genio innato.
“El hecho de que todas se reúnan alrededor del Calvario y la Tumba de Cristo manifiesta sus raíces comunes y su pertenencia fundamental”, explica el sacerdote que ha formado parte de las comisiones internacionales de diálogo teológico con iglesias ortodoxas.
La coincidencia de los calendarios gregoriano y juliano ocurre periódicamente. De manera que, el statu quo, la ley no escrita que rige los santos lugares que comparten dos o más comunidades cristianas, también marca el paso de las celebraciones previstas para la Pascua en la basílica del Santo Sepulcro.
“Estipula con rigor cómo deben tener lugar las celebraciones litúrgicas por parte de las distintas Iglesias, respetando plenamente los derechos de cada una. El espíritu fraternal que marca actualmente estas celebraciones muestra que, también alrededor de los Lugares Santos, ha habido un progreso ecuménico notable en los últimos años”, señala.
Intentos de una celebración común
De hecho, tanto en Jerusalén, como en otras zonas de Tierra Santa “ha habido varios intentos de llegar a una celebración común de Pascua a nivel local” debido, sobre todo, a la influencia de sus vecinos.
“Desde hace varias décadas, en Egipto, Jordania y Chipre, los católicos han celebrado la Pascua con los ortodoxos de estos países, es decir, según el calendario juliano”, detalla.
Tras constatar los resultados positivos de la celebración común de la Pascua “muchos fieles y pastores de Tierra Santa comenzaron a promover el deseo de hacer lo mismo en Tierra Santa”, explica el P. Bouwen.
En concreto, hubo dos intentos concretos en 1995 y 2016 gracias a una iniciativa común de los obispos católicos y las iglesias anglicana y luterana. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados.
“Muchas congregaciones religiosas internacionales católicas prefirieron seguir celebrando la Pascua junto con sus hermanos de los países occidentales. La comunidad maronita tampoco se sumó a esta iniciativa”, explica el experto.
Estos intentos pasados no incluyeron una celebración común en la basílica del Santo Sepulcro porque no hubo tiempo para abordar las complejidades que impone el statu quo.
De hecho, al crearse nuevas divisiones dentro de las Iglesias católicas, la idea de celebrar la Pascua en Tierra Santa junto a otras iglesias cristianas “se ha abandonado por el momento”, explica el P. Bouwen.
Ortodoxos realizan un Via Crucis por la Ciudad Vieja de Jerusalén. Crédito: Rossing CenterLos Santos Lugares suponen un obstáculo
Por otro lado, la presencia de los Santos Lugares también supone un obstáculo adicional. “Seguir el calendario juliano en la basílica del Santo Sepulcro en los años en los que las fechas no coinciden con el gregoriano, tendría como consecuencia que los peregrinos de países de Occidente para la Semana Santa no encontrarían ninguna celebración de la Semana Santa en Jerusalén”, detalla.
En este sentido, una celebración común de la Pascua impondría “ciertas limitaciones de tiempo y de libertad de movimiento en las celebraciones de las diferentes Iglesias dentro del Santo Sepulcro”.
“Extender este régimen a todos los años requeriría cuidadosas negociaciones, porque implicaría un cambio en el statu quo. Por lo que un acuerdo a nivel mundial sin duda ayudaría enormemente”, detalla el experto.
Del mismo modo, si se excluyeran los Santos Lugares, los católicos de Tierra Santa acabarían celebrando en fechas diferentes la Semana Santa en el Santo Sepulcro y en el resto de parroquias.
En todo caso, en este momento, hay algunas parroquias al norte de Jerusalén en la que católicos, anglicanos y luteranos siguen celebrando la Pascua con los ortodoxos, es decir, según el calendario juliano.
Tierra Santa se plantea planear celebraciones comunes en Pentecostés
Además, debido a la difícil situación en Tierra Santa, con la guerra en ciernes entre Hamas y el ejército de Israel, “no ha sido posible este año planear celebraciones comunes para alegrarse juntos por esta coincidencia de calendarios”.
“Se habían contemplado algunos planes, pero la situación sigue siendo demasiado volátil como para organizar eventos extraordinarios más allá de las celebraciones tradicionales, que ya exigen grandes esfuerzos por parte de las Iglesias. Sí se están planificando celebraciones comunes para el tiempo de Pentecostés”, explica el sacerdote belga.
Así señala que dada la tensa situación política y social en Tierra Santa, es imposible decir de antemano cómo se celebrarán concretamente los oficios litúrgicos de Semana Santa.
“Por razones llamadas de seguridad, no es improbable que se impongan una serie de restricciones al movimiento de los fieles, permitiendo o no que los cristianos de los territorios palestinos puedan venir a Jerusalén. Dentro de la Ciudad Vieja, a veces se instalan controles de seguridad en las calles alrededor del Santo Sepulcro, limitando el número de personas que pueden entrar. Esto es especialmente severo para la celebración del Fuego Santo por la Iglesia Ortodoxa Griega el Sábado Santo”, detalla.
De todos modos, asegura que los cristianos locales están “felices y deseosos de mostrar su alegría por la posibilidad de testimoniar juntos su fe y celebrar juntos la Semana Santa y la Pascua en sus familias mixtas”.
El Concilio de Nicea, celebrado en el año 325, intentó unificar con un único criterio el cálculo de la fecha pascual, y, de hecho, durante 1.300 años se celebró la Pascua de forma conjunta.
No obstante, en el siglo XVI, la reforma del calendario introducida por el Papa Gregorio XIII marcó una nueva división entre las iglesias cristianas.
El cristianismo oriental vive como una “amenaza” un eventual cambio de calendario en Pascua
En el cristianismo oriental, particularmente en Medio Oriente, debido a circunstancias históricas y políticas, “las diferentes Iglesias han vivido a menudo aisladas unas de otras, por dificultades de comunicación”, explica el P. Bouwen.
Cristianos ortodoxos celebran el Viernes Santo en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Crédito: Rossing Center
Además, añade que “viviendo como minorías y enfrentando en ciertos períodos opresión o incluso persecución, las Iglesias pudieron preservar su identidad y su fe gracias a su fidelidad a las tradiciones”.
Por esa razón, las tradiciones litúrgicas y populares “se han convertido en marcadores de identidad que mantuvieron unida a la comunidad en un entorno hostil”.
Tanto la fecha como las formas de celebrar la Pascua forman parte integral de estas tradiciones, por lo que las Iglesias orientales han sentido históricamente “que debían aferrarse a ellas para mantenerse fieles, como personas y como comunidades”.
“Cambiar las costumbres y fechas se ha percibido históricamente como una amenaza”, reseña el P. Frans Bouwen.
Según el sacerdote, la oportunidad de celebrar la Pascua a la vez, gracias a la coincidencia del calendario gregoriano y el juliano, significa celebrar juntos “los misterios centrales de su fe, refuerza también su esperanza y su compromiso de trabajar juntos por una comunión creciente en la fe y en la vida”.
En este sentido, recuerda que la conmemoración del 1.700 aniversario del Concilio de Nicea constituye “una oportunidad simbólica y práctica para el acercamiento entre las Iglesias cristianas”, que recuerda los fundamentos de la fe cristiana: la Encarnación, la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Cristo.
El P. Bouwen señala finalmente que a pesar de los “muchos progresos en los diálogos ecuménicos, la mayoría de los frutos de estos diálogos siguen esperando una recepción efectiva por parte de las Iglesias”.
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