Se llamará UNO y lo conformarán pastores y laicos pentecostales con las consignas contra el aborto y el matrimonio igualitario como las principales banderas. Buscarían acercarse a Juntos por el Cambio.
Sergio Rubin
Mientras la fecha de las PASO y de las generales de este año son motivo de un intenso debate entre el oficialismo y la oposición, un grupo de pastores y laicos evangélicos pentecostales están avanzando para competir con el primer partido de cuño evangélico en la historia argentina. Bajo la denominación UNO (Una Nueva Oportunidad) aspiran a cautivar a la ciudadanía contraria al matrimonio igualitario y el aborto -que consideran que son mayoría- y eventualmente forjar una alianza con Juntos por el Cambio que potencie la influencia de sus premisas en el Congreso y las legislaturas provinciales.
La idea empezó a madurar en 2019 tras el sorpresivo éxito en la provincia de Santa Fe del frente “Unite por la Vida y la Familia” que con la bandera de la oposición a la legalización del aborto y la mediática Amalia Granata como la figura más conocida permitió cosechar 285 mil votos y colocar seis diputados en la Legislatura local. Entre los que alcanzaron una banca se contó el pastor Walter Ghione. A poco de andar se produjo una crisis y dos legisladoras, entre ellas Granata, se escindieron del nuevo bloque. A su vez, Ghione y otros evangélicos decidieron fundar UNO.
Pese a la pandemia, en el último año hubo movimiento entre los dirigentes de UNO. Se contactaron con aquellos evangélicos que en las distintas provincias militan en política, entre ellos algunos que ocupan cargos legislativos o ejecutivos. Ghione asegura que el partido ya está armado en 14 provincias y que la aspiración es conseguir dos diputados nacionales -se tienen más fe de lograrlo principalmente en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe-, además de legisladores provinciales y concejales, sea yendo solo por UNO o en alianzas.
A partir del sensible crecimiento de la cantidad de evangélicos pentecostales en el país -que, según el último sondeo del CONICET suman más de 5 millones- y su gran disciplina interna, esta comunidad se convirtió en un atractivo electoral, sea para determinados pastores, sea para otras fuerzas políticas interesadas en pescar votos allí. Además, resultó políticamente tentadora la gran concentración que protagonizaron en 2018 en la 9 de Julio para oponerse a la legalización del aborto.
Esto no supone que un partido orientado por evangélicos vaya a captar muchos votos entre los evangélicos. Un antecedente vernáculo es la Democracia Cristiana respecto de los católicos. No obstante, Ghione dice que cuestiones como el matrimonio igualitario y la legalización del aborto -aunque no solo esas cuestiones- los empujaron a salir al ruedo político. “Los políticos tradicionales fracasaron y un grupo de evangélicos sentimos la necesidad de involucrarnos”, señala.
De todas maneras, el involucramiento de pastores en la política partidaria es un tema que genera debate dentro del ámbito evangélico argentino. La Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA) -que agrupa a la gran mayoría de las comunidades evangélicas del país-, alienta a los fieles con vocación política a comprometerse a través de un partido afín a sus principios, pero rechaza la adhesión institucional a una agrupación determinada.
Más aún: el presidente de ACIERA, el pastor Rubén Proietti, precisó a Clarín que su institución “recomienda al pastor que opta por militar en un partido y ser candidato dejar el púlpito mientras dure su opción política”. Pero Ghione tiene otro criterio. “No voy a dejar de predicar porque no lo veo incompatible”, dice. Además, aclara que el ámbito evangélico “es horizontal”, en alusión a que no hay una autoridad máxima, ni un criterio único.
El debate interno incluye otras aristas. “La situación del mundo evangélico argentino no es comparable con la del brasileño (donde algunas iglesias participan en política)”, señala Proietti, Además, considera que “existe el riesgo que la candidatura de un pastor provoque una división en su comunidad”. En cambio, Ghione dice: “A mí no se me fueron muchos fieles y creo que es tiempo que los evangélicos tengamos una presencia política”.
El tiempo -y sobre todo la cantidad de sufragios- dirán si el nuevo partido conseguirá el apoyo de muchos evangélicos y se convertirá en un actor de relevancia en la puja por el poder.
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