"Dios no nos deja solos. Camina conmigo, y me lleva de la mano", señala en la Audiencia general.
"Yo soy la voz que clama en el desierto; preparad el camino al Señor". Así habla el profeta Isaías, así después hablaría el Bautista. Se avanza en el camino hacia la Navidad, hacia el Dios que viene. Un camino de esperanza, porque "la esperanza nunca acaba, nunca nos defrauda", señaló un Francisco que comenzó la Audiencia General en la Aula Pablo VI y la acabó pletórico, improvisando acerca de la importancia de no perder la sonrisa y la esperanza en ese niño Dios que está a punto de nacer.
"A menudo, la vida es un desierto, resulta difícil caminar a través de él. Pero si confiamos en Dios el camino puede llegar a ser hermoso y ancho como una carretera", apuntó el Papa, en una audiencia interrumpida entre saludo y saludo por villancicos y músicas de todo el mundo. Ya arranca la Navidad, y el Papa se hizo presente en un Aula que ya acogía un Nacimiento. "Simplemente, no perdamos nunca la esperanza. Simplemente hay que seguir creyendo, siempre, a pesar de todo".
"No tengáis miedo de que la esperanza nos abandone, porque Dios camina con nosotros", recalcó Bergoglio. "Yo espero, tengo esperanza, porque Dios es está muy cerca, esto lo podemos decir cada uno de nosotros. Yo espero, yo tengo esperanza porque Dios camina conmigo, y me lleva de la mano".
Un Dios que "no nos deja solos", que "ha vencido al mal y ha abierto la puerta de la vida", apuntó el Papa. Una lección especialmente importante en este tiempo de Adviento, de espera. "Es importante reflexionar sobe la esperanza. ¿Qué quiere decir esperar? Escuchando las palabras de la Escritura, empezando por Isaías, el gran profeta del Adviento, el gran mensajero de la esperanza", comenzó Francisco, señalando cómo "Dios consuela suscitando consoladores para recuperar al pueblo, anunciando que ha acabado la tribulación y el dolor, que el pecado ha sido perdonado".
El profeta quiere preparar el camino al Señor, y traer consuelo, que "comienza con la posibilidad de volver a caminar en la vía de Dios, un camino nuevo, que arranca en el desierto y llega hasta la patria". El ejemplo del pueblo de Israel en el exilio así lo muestra. "El pueblo había perdido todo: la patria, la libertad, la dignidad... y la confianza en Dios. Se sentía abandonado y sin esperanza, en el desierto, un lugar donde se hace difícil vivir. Perohay un camino para volver, no sólo a la patria, sino también a Dios. Volver a esperar y a sonreír".
Nunca perder la sonrisa, pues "es la esperanza la que nos enseña a sonreír, es el camino para encontrar a Dios". "Una de las primeras cosas que le pasan a la personas que se alejan de Dios es que son personas sin sonrisa. Son capaces de reírse mucho, pero no tienen sonrisa. La sonrisa la da la esperanza", recalcó el Papa.
"Cuando nos encontramos a un niño, pese a nuestros problemas y dificultades, nos viene la sonrisa, porque un niño es una esperanza. Así debemos ver en la vida la esperanza de encontrar a Dios, Dios que se hizo niño por nosotros. Y nos dará sonrisa, nos dará todo", culminó Francisco.
"No podemos negar que el mundo de hoy está en crisis de fe. Podemos decir que yo creo en dios, soy cristiano... pero nuestra vida está bien lejos de ser cristiano o de Dios. La religión, la fe, se ha quedado en una palabra. Pero se trata de volver a Dios, convertir el corazón a Dios y caminar por ese camino, para encontrarlo", reconoció el Papa, quien pidió, de nuevo, "preparad el encuentro con este niño que nos devolverá la sonrisa".
Porque "la verdadera historia es la que sucederá en la eternidad, y es la que escribe Dios con sus más pequeños. Dios con Jesús, con María, con José, con los más pequeños...". Con los pastores, los despreciados... "Son los pequeños, los más grandes en la fe. Los pequeños que siguen esperando. La esperanza es una virtud de los pequeños. Los grandes, los poderosos, no saben lo que es la esperanza".
"Dejémonos enseñar la esperanza. Atendamos con confianza la venida del Señor. En mitad del desierto de nuestra vida, cada uno sabe el desierto en el que camina, se volverá un vergel. Porque la esperanza no defrauda. Digámoslo todos".
Saludo en español:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy comenzamos una nueva serie de catequesis sobre la esperanza cristiana. En esta primera reflexión, el profeta Isaías nos invita a llevar el consuelo de Dios a nuestros hermanos. Isaías habla a un pueblo en el exilio y le presenta la posibilidad de regresar a su hogar, que en definitiva es volver a Dios. Para ello hay que eliminar los obstáculos que nos detienen, preparar un camino llano y ancho, un camino de liberación y esperanza que se extiende por el desierto.
San Juan Bautista, retomando las palabras de Isaías, nos llama a la conversión, para que abramos un camino de esperanza en nuestros corazones.
El cristiano necesita hacerse pequeño para este mundo, como lo fueron los personajes del Evangelio de la infancia: María y José, Zacarías e Isabel o los pastores. Eran insignificantes para los grandes y poderosos de entonces, pero sus vidas estaban llenas de esperanza, abiertas a la consolación de Dios.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor la gracia de trasformar el desierto de nuestra vida, de nuestro sufrimiento y de nuestra soledad, en un camino llano que nos lleve al encuentro con el Señor y con los hermanos. Dios les bendiga.
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