El Papa Francisco para la Jornada mundial de la paz de 2015
La «explotación del hombre por parte del hombre» constituye una «llaga» y un «fenómeno abominable» que «pisotea los derechos fundamentales de los demás y aniquila su libertad y dignidad».
Lo escribe el Papa Francisco en el mensaje para la Jornada mundial de la paz de 2015 —dedicado al tema «No esclavos, sino hermanos»— invitando a vencer la indiferencia y a «realizar gestos de fraternidad con los que se encuentran en un estado de sometimiento». En especial el Pontífice lanza «un llamamiento urgente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y a todos los que, de lejos o de cerca, incluso en los más altos niveles de las instituciones, son testigos del flagelo de la esclavitud contemporánea», exhortándoles a «que no sean cómplices de este mal» y a «que no aparten los ojos del sufrimiento de sus hermanos y hermanas en humanidad, privados de libertad y dignidad».
En el mensaje el Papa Francisco pasa revista a «los múltiples rostros de la esclavitud» —trabajadores privados de protección, emigrantes sometidos a privaciones y maltratos, personas obligadas a prostituirse, menores y adultos implicados en la trata de seres humanos, víctimas de los grupos terroristas—, analizando en ellos las causas e invocando un compromiso común para contrastar un fenómeno en cuyas raíces, recordó, «se encuentra una concepción de la persona humana que admite el que pueda ser tratada como un objeto».
El mensaje fue publicado el miércoles 10 de diciembre, por la mañana, inmediatamente después de la audiencia general que el Papa —dando inicio a una nueva serie de catequesis sobre el tema de la familia—dedicó al reciente Sínodo de los obispos. Al recorrer los momentos sobresalientes del mismo, el Pontífice destacó en especial el estilo de «franqueza» que caracterizó el debate y el objetivo de la «transparencia» que orientó la publicación de los tres «documentos oficiales» que surgieron de la asamblea: el mensaje final, la relatio Synodi y su discurso conclusivo. «Todo —aseguró— tuvo lugar cum Petro et sub Petro, es decir, con la presencia del Papa, que es garantía para todos de libertad y de confianza, y garantía de la ortodoxia».
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