“Debo reconocerles una virtud: su perseverancia”. Esas fueron las primeras palabras que el Pontífice escribió sobre sus biógrafos: Francesca Ambrogetti y Sergio Rubín. Para escribir sus libros se reunieron con él una cantidad considerable de veces. Hoy cuentan su experiencia a Infobae
El cardenal Bergoglio optó por pasar la Navidad de 2012 en su barrio natal, Flores.
Decidió almorzar en el hogar de los sacerdotes ancianos de Buenos Aires. Además de celebrar la Navidad, quería asegurarse de que la habitación que había seleccionado estuviera lista. A sus 76 años, no solo contemplaba su retiro, sino también quién sería su sucesor como arzobispo de Buenos Aires.
La habitación del asilo seleccionada por Bergoglio era sencilla, equipada con un escritorio, un armario y una cama con un colchón duro, similar al de su dormitorio en el arzobispado. Rechazó la opción de reemplazar la cama de madera por un sommier. Las paredes de la habitación eran blancas, ya que Bergoglio explicaba: “El blanco me inspira mucho porque puedo proyectar… es como una página vacía”.*
Aquella Navidad, los sacerdotes ancianos no imaginaban que estuviesen compartiendo el almuerzo con el que sería el primer papa jesuita de la historia, quien hoy es el argentino más reconocido a nivel mundial.
“Lo de la austeridad lo ha acompañado siempre, ha sido un papa extremadamente austero. Esa austeridad que tenía en Buenos Aires, su cuarto, su cama de madera, la mantiene. En Santa Marta él eligió una habitación que es apenas un poco más grande que las demás, pero tampoco tiene nada de lujoso. Es sobria”, explica a Infobae Sergio Rubín.
Y agrega Rubín: “Los espacios donde él recibe a la gente en Santa Marta son muy sobrios. Eso siempre se ha destacado en él. Decía que no iba a los aposentos papales porque se sentía muy aislado ahí. Los miércoles y los domingos come con los empleados en Santa Marta. Son todos gestos de sencillez y cercanía que siempre lo han caracterizado. Él espera que en la Curia Romana no haya nada de ostentación. Ese es un gran anhelo del papa”.
Los biógrafos Francesca Ambrogetti y Sergio Rubín escribieron en coautoría en 2010 “El jesuita: Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, sj”, la única biografía de Francisco publicada antes de la elección como papa. Luego publicado como “El Papa Francisco: Conversaciones con Jorge Bergoglio”, que se convirtió en un best seller mundial.
Posteriormente, los periodistas se reunieron durante una hora y media hasta dos veces al año con el Papa Francisco en Santa Marta para preparar su último libro editado en ocasión de los diez años de pontificado de Francisco: “El Pastor. Desafíos, razones y reflexiones de Francisco sobre su pontificado”.
“El lugar era siempre el mismo: una pequeña sala que se encuentra cerca de la entrada de Santa Marta. El tamaño y el mobiliario eran muy parecidos a los del lugar donde nos reuníamos en el arzobispado”, rememora Ambrogetti. La periodista destaca que la calidez de la sonrisa de Francisco era la misma de siempre. “No recuerdo ninguna interrupción, ni haberlo notado nervioso o apurado. Tampoco dejaba nunca de acompañarnos a la puerta con una broma: ‘lo hago para estar seguro de que se van’”.
“Soy el mismo de siempre”
La periodista italiana Ambrogetti rememora que cuando volvió a ver a Bergoglio después de haber sido elegido Papa, la primera frase que él dijo fue “soy el mismo de siempre”. Y lo demostró con su actitud en todas las ocasiones. “La única diferencia entre Bergoglio y Francisco era el color que vestía”, detalla Ambrogetti a Infobae.
“Encuentro una coherencia absoluta entre el pensamiento, la palabra y la acción de Jorge Bergoglio y del papa Francisco. Comenzando con la elección de Lampedusa como destino de su primer viaje fuera del Vaticano, replicando sus visitas a las villas donde residen muchos emigrantes de otros países de América Latina. Y, para dar otro ejemplo, con sus insistentes y profundamente sentidos llamados a la paz, un tema que siempre lo preocupó y del que nos habló mucho en los encuentros”, relata Ambrogetti.
Hay dos anécdotas que Francesca atesora en su corazón y tienen como protagonista a Jorge Mario Bergoglio cuando vivía en el barrio porteño de Flores. “Las dos son muy parecidas. Protagonizadas por un niño y un adolescente impetuosos, bien distintos del sereno y tranquilo papa Francisco. Pero que hablan de un compromiso innato con la justicia. La primera ocurrió cuando tenía cuatro años y se enojó porque la abuela le había comprado un par de zapatos a él y no a su hermanito menor. Enojo que expresó arrojando el paquete con el regalo detrás de la valla de una obra en construcción. La segunda, a los 16 años, durante una discusión con un tío que hablaba despectivamente de las personas del interior del país que venían a Buenos Aires en busca de trabajo, al que quiso callar con el chorro de un sifón de soda. Anécdotas que le divirtió mucho recordar al papa”, cita la biógrafa.
La revolución de la Misericordia de la mano de un papa jesuita
En estos once años de pontificado hay varios hitos del papa Francisco, muchos quedaron grabados en imágenes que sorprendieron al mundo.
El lunes 26 de mayo de 2014, el papa Francisco rezó ante el Muro de los Lamentos y colocó en una de sus rendijas un sobre con el Padre Nuestro escrito por él mismo en español. El Santo Padre viajó a Tierra Santa junto a su amigo el rabino Abraham Skorka, rector del Seminario Rabínico Latinoamericano con sede en Buenos Aires, y a su amigo musulmán Omar Abboud, director del Instituto para el Diálogo Interreligioso en Buenos Aires-.
Rubín fue uno de los testigos privilegiados de ese momento en este sitio religioso tan importante de Jerusalén. “Recuerdo aquel momento junto al Muro de los Lamentos cuando el Papa deja un papelito con una intención y después gira y abraza al rabino Skorka y al dirigente islámico Omar Abboud. Eso fue muy lindo porque representaba la fraternidad entre las grandes religiones monoteístas. Ese gesto era protagonizado por tres argentinos. Fue muy fuerte”.
Otro hecho histórico fue la presencia de Francisco en el Capitolio. Su Santidad pronunció un discurso inolvidable el martes 26 de marzo de 2019. Esta visita histórica de un papa al Capitolio también estuvo marcada por la emoción del republicano John Boehner, quien no pudo contener las lágrimas mientras Francisco dirigía unas palabras a los jóvenes que allí se encontraban.
“Yo estaba en el Capitolio cuando Francisco pronunció el discurso y fue varias veces interrumpido con aplausos. Una cosa impresionante. Era la primera vez que un Pontífice hablaba delante del Capitolio. Yo decía: cómo un argentino ha llegado hasta aquí como papa y era tan ovacionado. Me preguntaba si en la Argentina realmente lo valoramos como corresponde”, rememora Rubín.
“La Iglesia es mujer”
A lo largo de estos once años, el Santo Padre se ha manifestado destacando el rol de la mujer en la sociedad. Hizo lo propio destacando a las laicas en varias oportunidades. También han impactado sus declaraciones al manifestar que “la iglesia es femenina, hay que desmasculinizarla”.
“Algunos sociólogos consideran que el nuevo protagonismo de la mujer en la sociedad es un cambio tal vez más importante que el de los avances tecnológicos. Creo que el papa Francisco, que siempre se ha mostrado preocupado por entender el mundo de hoy y acercar la Iglesia a ese mundo, comparte ese criterio. Lo ha demostrado de muchas maneras promoviendo una inédita presencia y una participación de las mujeres laicas en el gobierno de la Iglesia. Creo que es una de sus tantas revoluciones de las que no se podrá volver atrás”, enfatiza Ambrogetti.
Por su parte, Rubín destaca que “el Papa ha llevado adelante una revolución cultural en la Iglesia, poniendo por encima de todo a la Misericordia. Esta actitud que él tiene es de cercanía. Para él una palabra clave es la de cercanía de una Iglesia que recibe a todos, que es hospital de campaña, que va como ambulancia recogiendo a los heridos. Esto es fantástico, destacando las bienaventuranzas, Benedicto XVI decía que la Iglesia no es un catálogo de prohibiciones. Francisco es esto, es ir en positivo. Quiere rescatar las bienaventuranzas, la alegría de tantas cosas” declara Rubín.
La Iglesia es un hospital de campaña que recibe a todos
En diciembre de 2023 el Papa definió a la Iglesia con una imagen: la del “hospital de campaña” que, como el buen samaritano, se acerca con compasión y venda las heridas, derramando sobre ellas aceite y vino. Todo en silencio y con discreción, así se expresaba el Sumo Pontífice meses atrás.
“Él ha insistido mucho en una Iglesia que recibe a todos, que acoge, que es alegría, porque la muerte no tiene la última palabra. Dios siempre perdona. Ha habido en estos once años temas muy puntuales, como la comunión a los católicos en nueva unión tras un periodo de reflexión y el permiso de la autoridad eclesiástica. También las bendiciones a todos, sin importar su condición sexual. Los gestos de él han sido muy fuertes. Su gran preocupación por la pobreza en un mundo que es cada vez más desigual. Es el primer pontífice que escribe una encíclica social sobre el medio ambiente. Por supuesto, él combate a la pedofilia en el clero y la promoción de la transparencia en las cuentas vaticanas. Nadie esperaba que avanzara tanto en estos aspectos y Francisco ha avanzado de un modo que hace once años parecía imposible”, enfatiza Rubín.
“Él quiere una Iglesia internamente más dialogante y con una mayor escucha hacia adentro y hacia afuera de la Iglesia”, dice el biógrafo del Pontífice. “Esto es muy importante. Suele decirse que la Iglesia no es democrática porque es piramidal, porque el Papa es un monarca absoluto. Además, tiene dogmas, etcétera. Todo es verdad, pero puede ser una Iglesia más democrática en el sentido de ser más dialogante, de escuchar más. Juan Pablo II hablaba de la pluriformidad, es decir que hay distintas maneras de ver las cosas y distintas corrientes dentro de la Iglesia y cómo se puede armonizarlas y cómo enriquecerse con las distintas visiones. Puede tener la Iglesia un estilo más democrático en ese sentido. Y yo creo que el Papa está avanzando en esa dirección, que es muy importante”, concluye Rubín.
“Nadie se salva solo”
Los pobres, los migrantes, las injusticias del sistema económico actual, las desigualdades, el cuidado de la creación, la promoción de la paz y el diálogo interreligioso son solo algunos de los aspectos que preocupan y ocupan al papa Francisco.
Por su parte, Rubín reflexiona: “Él está cambiando muy vertiginosamente y con ello la sensibilidad de la gente. Entonces ¿cómo hacer para que el mensaje permanente de la Iglesia que tiene dos mil años pueda expresarse mejor en el mundo actual? Eso lo ha entendido el Papa, como buen jesuita que siempre mira hacia adelante. Intentar estos ajustes también genera tensiones, ruidos. El Papa habla de resistencias. También puede cometer errores. Y cuando cometió un error en alguna ocasión ha pedido perdón. Es enorme su preocupación por la paz mundial, advirtiendo lamentablemente con acierto de la tercera guerra mundial a pedacitos. Cuando se transitó la pandemia, ha tenido una posición clara al hablar de que ‘nadie se salva solo’ y que de una crisis semejante no se sale igual, se sale mejor o peor. Palabras preclaras que han impactado mucho en el mundo y conforman su condición de un gran líder espiritual mundial. Él está tratando de profundizar todos estos temas en los tiempos de vida que Dios le dé”, concluyó el periodista.
Dice el papa Francisco en la oración final del prólogo del libro El Pastor: “A lo largo de estos años, Espíritu Santo de por medio, nunca me abandonó la paz”.
* Esta escena se detalla específicamente en los primeros capítulos del “El Pastor”, libro donde los biógrafos del Papa, la italiana Francesca Ambrogetti y el argentino Sergio Rubín, detallan y recrean parte de la historia de Francisco en una rigurosa investigación periodística. Ambos son autores del best seller “El jesuita” la primera obra escrita por la que el mundo pudo conocer quién era el papa Francisco.
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