Hace 30 años realizó su primera profesión de votos. Hoy, con tan sólo 54 años, alcanzó la máxima jerarquía en su congregación: la de las Hijas de María Santísima del Huerto. El 13 de febrero fue elegida madre general en Roma.
El viernes 13 de febrero Delia Eberhardt, mamá de Gladis y otros cuatro hijos recibió la noticia de que su hija, monja de la orden del Huerto, había sido elegida madre general de su congregación.
La decisión se tomó luego de realizarse el XIX capítulo general de la orden fundada en 1829 por el sacerdote italiano Antonio María Gianelli.
Al momento de aceptar este cargo, Gladis se desempañaba como madre superiora provincial en Córdoba. Antes, había estado 12 años en Roma. La religiosa nació hace 54 años en Crespo y estudió en Córdoba, Buenos Aires y trabajó en Nogoyá, en Victoria, donde cursó una formación terciaria en la Abadía del Niño Dios.
Durante los años que transcurrió en Roma viajó por un sinfín de lugares, tan lejanos entre sí como el Congo, la India o Estados Unidos.
El capítulo es la máxima autoridad del Instituto, y es convocado en circunstancias especiales y por asuntos de gran importancia, en este caso, el capítulo para la elección de una madre general. Esta madre general permanecerá en su cargo durante seis años, con sede en Roma.
En medio aún de la vorágine por su designación, la hemana Gladis hizo un lugar en su agenda para contestar algunas preguntas a EL DIARIO de cara a su nueva misión dentro de la orden, que tiene presencia en varias partes del mundo, donde tendrá que estar presente, al menos una vez durante este período.
- ¿Cómo está, cuáles son sus impresiones luego de esta designación y qué fue lo primero que le vino a la cabeza?
-Al ser elegida por mis hermanas para este servicio de animación y guía del Instituto sentí una gran conmoción interior, lo percibí como un segundo llamado de Dios en mi camino vocacional. Y aceptarlo fue para mí un verdadero acto de fe y obediencia a su voluntad sobre mi vida.
-¿Cómo se desarrolla un capítulo y en qué consiste?
-Cada seis años tenemos un Capítulo General, es una Asamblea con hermanas representantes de todos los lugares donde se encuentra la Congregación. Este evento tiene la finalidad de evaluar la vida, la misión y los proyectos institucionales. Nos planteamos los desafíos que se nos presentan y buscamos discernir las respuestas a dar en el futuro.
También elegimos las nuevas autoridades de la Congregación, la Madre General y sus cuatro Consejeras. Esta elección se hace a través de una votación precedida por mucha oración y discernimiento en común.
-¿Cuáles son sus tareas de ahora en más?
-Tendré que trasladarme a Roma donde tenemos la Casa Generalicia (sede central de la congregación) junto con las consejeras tendremos que planificar y coordinar los distintos proyectos que se realizarán a partir del Capítulo. Deberemos procurar estar cerca de las hermanas y de las personas que comparten con nosotras la misión para acompañarlos y animarlos en su tarea apostólica. Esto implica visitar todas las comunidades y obras del Instituto, cuando sea necesario o al menos una vez en los seis años.
-¿Recuerda el día que profesó sus votos?
-Realicé mi primera profesión de los votos religiosos el 16 de enero de 1985 en Córdoba, donde realice toda mi formación inicial como Hija de María Santísima del Huerto. Fue uno de los días más importantes de mi vida.
-¿Qué objetivos la guiarán de aquí en más?
-Acabamos de actualizar nuestras Constituciones y Normas de Vida, lo primero será estudiarlas, profundizarlas, hacerlas oración para que vayan calando en nuestras vidas y nos transformen desde dentro para dar más significatividad a nuestro carisma propio y espiritualidad, como así también a nuestra misión apostólica.
En definitiva, hay que dar efectividad a las directivas del XIX Capítulo General que acabamos de celebrar.
-Siendo madre general tendrá que viajar por países con distintas situaciones con respecto a los cristianos…
-Nosotras estamos presentes en Italia, España, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil, Bolivia, Estados Unidos, República Democrática del Congo, Palestina, Papua Nueva Guinea, que es la última misión que se ha fundado apenas hace unos meses y en India en la cual hay algunos lugares donde los cristianos son perseguidos.
-¿Cómo ve la situación en general en cuanto a la enseñanza en colegios religiosos?
- La educación sigue siendo uno de los grandes desafíos pastorales de la Iglesia. Cuando un colegio se denomina “católico” tiene que tener siempre como horizonte el Evangelio y llevar a sus alumnos al encuentro con Cristo, camino, verdad y vida. Sólo Él puede dar respuestas a todas las preguntas y colmar el anhelo de felicidad que cada persona lleva en su corazón.
Hoy la enseñanza necesita de mucha entrega y gratuidad, no siempre se vive la docencia como una misión, a veces nos quedamos en transmitir conceptos y no llegamos a tocar la vida concreta. Creo también que es importante educar en los valores como la tolerancia, el respeto, el amor al hermano, el compromiso por el bien común, etcétera. Para cambiar un poquito este mundo a veces tan agresivo.
-¿Cómo se adapta a la liturgia de otras naciones de culturas tan distintas? ¿Sirve la experiencia previa en varios de los países en los que ha estado?
-Por gracia de Dios no tengo dificultades para adaptarme a las distintas realidades y culturas. Me gusta mucho compartir la variedad, la riqueza, los distintos modos de celebrar y alabar al Señor en la liturgia de los distintos países, es como si esto me ayudara a conocerlo más.
-¿Se consigue yerba mate en Roma?
-Sí, se consigue en algunos negocios. En años anteriores cuando estuve en Roma nunca me faltó, siempre alguien pasaba y me traía un paquetito y si yo compartía… ¡más recibía!
La relación con el papa Francisco
-¿Cuál va a ser su relación con el Papa?
-La relación con el Santo Padre será la de todo cristiano, es nuestro Pastor que nos guía y orienta en nombre del Señor. Especialmente queremos escuchar y hacer vida las orientaciones que nos va dando en este año 2015 dedicado a la Vida Consagrada. Si algún día puedo saludarlo personalmente será una verdadera gracia para mí. Rezo mucho por Él porque es una misión de mucha responsabilidad y más que nadie necesita la fortaleza y la luz del Espíritu Santo.
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