El Papa Francisco reza por todos los agentes sanitarios para que, “llenos de misericordia, ofrezcan a los pacientes, además de los cuidados adecuados, su cercanía fraterna”. Así lo escribe el Santo Padre en su Mensaje para la XXX Jornada Mundial del Enfermo que se celebrará el 11 de febrero. Y recuerda que la celebración conclusiva no tendrá lugar en Arequipa, Perú, debido a la pandemia, sino en la Basílica de San Pedro.
“Sean misericordiosos, así como el Padre de ustedes es misericordioso. Estar al lado de los que sufren en un camino de caridad”. Así se titula el Mensaje del Santo Padre para la XXX Jornada Mundial del Enfermo que se celebra cada 11 de febrero y que fue firmado en Roma, en San Juan de Letrán, el pasado 10 de diciembre de 2021, en la Memoria de la Bienaventurada Virgen María de Loreto.
Francisco comienza recordando que hace treinta años, San Juan Pablo II instituyó esta Jornada Mundial para “sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan”.
“Estamos agradecidos al Señor por el camino realizado en las Iglesias locales de todo el mundo durante estos años. Se ha avanzado bastante, pero todavía queda mucho camino por recorrer para garantizar a todas las personas enfermas, principalmente en los lugares y en las situaciones de mayor pobreza y exclusión, la atención sanitaria que necesitan, así como el acompañamiento pastoral para que puedan vivir el tiempo de la enfermedad unidos a Cristo crucificado y resucitado”
Servicio y cercanía a los enfermos y a sus familias
Por esta razón el Pontífice manifiesta su deseo de que esta XXX Jornada Mundial del Enfermo, cuya celebración conclusiva – recuerda – no tendrá lugar en Arequipa, Perú, debido a la pandemia, sino en la Basílica de San Pedro en el Vaticano – pueda ayudarnos a crecer en el servicio y en la cercanía a las personas enfermas y a sus familias”.
El Obispo de Roma desarrolla su reflexión a lo largo de cinco puntos en los que aborda el hecho de ser “misericordiosos como el Padre”, Jesús, en su carácter de “misericordia del Padre”, el hecho de “tocar la carne sufriente de Cristo”, los centros de asistencia sanitaria como “casas de misericordia” y la “misericordia pastoral” que debe ser, precisamente “presencia y cercanía”.
Misericordiosos como el Padre
En cuanto al tema elegido para esta Jornada, el Papa recuerda que “la misericordia es el nombre de Dios por excelencia, que manifiesta su naturaleza, no como un sentimiento ocasional, sino como fuerza presente en todo lo que Él realiza”.
“Por eso, podemos afirmar con asombro y gratitud que la misericordia de Dios tiene en sí misma tanto la dimensión de la paternidad como la de la maternidad, porque Él nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre, siempre dispuesto a darnos nueva vida en el Espíritu Santo”
Jesús, misericordia del Padre
En su segundo punto el Pontífice destaca que “el testigo supremo del amor misericordioso del Padre a los enfermos es su Hijo unigénito”, tal como nos lo indican en numerosas ocasiones los Evangelios, que “narran los encuentros de Jesús con personas que padecen diversas enfermedades”. Y ante la pregunta de “¿por qué esta atención particular de Jesús hacia los enfermos, hasta tal punto que se convierte también en la obra principal de la misión de los apóstoles, enviados por el Maestro a anunciar el Evangelio y a curar a los enfermos”, Francisco destaca una motivación sugerida por un pensador del siglo XX: “El dolor aísla completamente y es de este aislamiento absoluto del que surge la llamada al otro, la invocación al otro”.
“Cuando una persona experimenta en su propia carne la fragilidad y el sufrimiento a causa de la enfermedad, también su corazón se entristece, el miedo crece, los interrogantes se multiplican; hallar respuesta a la pregunta sobre el sentido de todo lo que sucede es cada vez más urgente”
Tras recordar a los numerosos enfermos que, “durante este tiempo de pandemia, han vivido en la soledad de una unidad de cuidados intensivos la última etapa de su existencia atendidos, sin lugar a dudas, por agentes sanitarios generosos, pero lejos de sus seres queridos y de las personas más importantes de su vida terrenal”, el Papa añade que aquí se destaca “la importancia de contar con la presencia de testigos de la caridad de Dios que derramen sobre las heridas de los enfermos el aceite de la consolación y el vino de la esperanza, siguiendo el ejemplo de Jesús, misericordia del Padre”.
Tocar la carne sufriente de Cristo
En este punto de su Mensaje el Papa pone de manifiesto que esta invitación de Jesús “adquiere un significado particular para los agentes sanitarios”. De ahí que su pensamiento se dirija a los médicos, enfermeros, técnicos de laboratorio, personal encargado de asistir y cuidar a los enfermos, sin olvidar a los numerosos voluntarios que dan su precioso tiempo a quienes sufren.
“Queridos agentes sanitarios, su servicio al lado de los enfermos, realizado con amor y competencia, trasciende los límites de la profesión para convertirse en una misión. Sus manos, que tocan la carne sufriente de Cristo, pueden ser signo de las manos misericordiosas del Padre. Sean conscientes de la gran dignidad de su profesión, como también de la responsabilidad que esta conlleva”
Siempre es posible cuidar y consolar
El Papa invita a bendecir al Señor “por los progresos que la ciencia médica ha realizado, sobre todo en estos últimos tiempos”. Además, reflexiona acerca de las nuevas tecnologías que “han permitido desarrollar tratamientos que son muy beneficiosos para las personas enfermas”; mientras “la investigación sigue aportando su valiosa contribución para erradicar enfermedades antiguas y nuevas”; o la medicina de rehabilitación que “ha desarrollado significativamente sus conocimientos y competencias”. Algo que – explica – “no debe hacernos olvidar la singularidad de cada persona enferma, con su dignidad y sus fragilidades”.
“El enfermo es siempre más importante que su enfermedad y por eso cada enfoque terapéutico no puede prescindir de escuchar al paciente, de su historia, de sus angustias y de sus miedos”
E incluso “cuando no es posible curar – agrega Francisco – siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir una cercanía que muestra interés por la persona antes que por su patología”. Por eso espero que la formación profesional capacite a los agentes sanitarios para saber escuchar y relacionarse con el enfermo.
Los centros de asistencia sanitaria como casas de misericordia
El Papa recuera en su cuarto punto que esta “también es una ocasión propicia para centrar nuestra atención en los centros de asistencia sanitaria”, gracias a “la misericordia hacia los enfermos” que “ha llevado a la comunidad cristiana a abrir innumerables posadas del buen samaritano, para acoger y curar a enfermos de todo tipo, sobre todo a aquellos que no encontraban respuesta a sus necesidades sanitarias, debido a la pobreza o a la exclusión social, o por las dificultades a la hora de tratar ciertas patologías”.
“Muchos misioneros, misericordiosos como el Padre, acompañaron el anuncio del Evangelio con la construcción de hospitales, dispensarios y centros de salud. Son obras valiosas mediante las cuales la caridad cristiana ha tomado forma y el amor de Cristo, testimoniado por sus discípulos, se ha vuelto más creíble”
El pensamiento del Pontífice se dirige asimismo a “los habitantes de las zonas más pobres del planeta, donde a veces hay que recorrer largas distancias para encontrar centros de asistencia sanitaria que, a pesar de contar con recursos limitados”.
Falta de vacunas contra el virus del Covid-19
“Aún queda un largo camino por recorrer – prosigue Francisco en su Mensaje – y en algunos países recibir un tratamiento adecuado sigue siendo un lujo. Lo demuestra, por ejemplo, la falta de disponibilidad de vacunas contra el virus del Covid-19 en los países más pobres; ¡pero aún más la falta de tratamientos para patologías que requieren medicamentos mucho más sencillos!”.
“En este contexto, deseo reafirmar la importancia de las instituciones sanitarias católicas: son un tesoro precioso que hay que custodiar y sostener; su presencia ha caracterizado la historia de la Iglesia por su cercanía a los enfermos más pobres y a las situaciones más olvidadas”
“En una época en la que la cultura del descarte está muy difundida y a la vida no siempre se le reconoce la dignidad de ser acogida y vivida”, el Papa pone de manifiesto que “estas estructuras, como casas de la misericordia, pueden ser un ejemplo en la protección y el cuidado de toda existencia, aun de la más frágil, desde su concepción hasta su término natural”.
La misericordia pastoral: presencia y cercanía
En su último punto, antes de impartir a todos con afecto su Bendición Apostólica, el Santo Padre recuerda que “la cercanía a los enfermos y su cuidado pastoral no sólo es tarea de algunos ministros específicamente dedicados a ello”, puesto que “visitar a los enfermos es una invitación que Cristo hace a todos sus discípulos”. Y al concluir, dirigiéndose a los “queridos hermanos y hermanas”, el Papa encomienda a “todos los enfermos y a sus familias a la intercesión de María, Salud de los enfermos”.
“Que unidos a Cristo, que lleva sobre sí el dolor del mundo, puedan encontrar sentido, consuelo y confianza. Rezo por todos los agentes sanitarios para que, llenos de misericordia, ofrezcan a los pacientes, además de los cuidados adecuados, su cercanía fraterna”
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