Representantes de Iglesias cristianas oraron y leyeron una declaración en la que lamentan el clima de "dolorosas divisiones, conflictos sociales o bélicos en aumento y peligrosos discursos de odio".
Referentes de Iglesias cristianas participaron, este jueves 21, de un encuentro ecuménico de oración por la justicia, la paz y la esperanza en el país y en el mundo, realizado en la sede episcopal del barrio porteño de Retiro.
Organizado por la Conferencia Episcopal Argentina y la Comisión Ecuménica de Iglesias Cristianas en la Argentina (CEICA), la bienvenida estuvo a cargo del presbítero Carlos White, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de Ecumenismo y Relaciones con el Judaísmo, el Islam y las Religiones.
La lectura bíblica estuvo a cargo del obispo Berardo (de la Iglesia Nueva Apostólica) y las reflexiones, a cargo de los representantes de las tres familias confesionales: monseñor Iosif Bosch (por los ortodoxos), monseñor Oscar Ojea (por los católicos) y la pastora Mariel Pons (por los evangélicos protestantes).
Como fruto de ese encuentro, los participantes compartieron una declaración conjunta:
Bienaventurados ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados.
Bienaventurados ustedes los que ahora lloran, porque reirán. (Lc. 6:21)
Nos encontramos peregrinando desde nuestras diferentes tradiciones cristianas el camino cuaresmal hacia la victoriosa Pascua de nuestro Señor Jesucristo. Lo hacemos nuevamente unidos en cumplimiento de su oración sacerdotal “que sean uno para que el mundo crea” (Jn. 17,21). En este sentir fraterno reafirmamos su mandato siempre renovado de amor modelado en el Hijo del hombre: “que se amen los unos a los otros como yo lo he amado” (Jn.13,34). Caminamos también siendo conscientes de que lo hacemos dentro de un clima nacional y mundial en donde parecen exaltarse dolorosas divisiones, conflictos sociales o bélicos en aumento y peligrosos discursos de odio. Nos preocupa sobremanera que muchos de estos disvalores cristianos surjan de desfiguradas hermenéuticas y distópicas referencias a la Divinidad.
En todos estos años hemos aprendido a valorar la “Unidad en la diversidad”, la riqueza del disenso, la armonía de las voces diferentes, la otredad por encima del individualismo egoísta, la fortaleza de los consensos en tiempos de conflicto y la cultura del encuentro fraterno por encima de la anticultura del desencuentro, sin mermar la Tradición a la cual cada uno es fiel. Nos reconocemos conciudadanos de un contrasistema centrado en la humanidad del Dios encarnado frente a la deshumanización del injusto y violento descarte de los débiles y vulnerables: “Porque el reino de Dios es vivir en justicia, paz y alegría por medio del Espíritu Santo” (Ro. 14,17). Es el mismo Reino de Cristo que hoy nos impele a proclamar el valor de la igualdad y la unidad en una sociedad donde todos somos hijos de Dios sin importar raza, situación social, cultural o género. Porque: “Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos ustedes son uno solo” (Gal. 3,28).
Convocamos a todos nuestros hermanos y compatriotas a unirnos en oración y acción inspiradas en las bienaventuranzas de la paz y la justicia hoy tan vigentes como necesarias: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”; “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados” (Mt. 5,9; 5,6). Exhortamos a todos los argentinos a convertirnos en testigos vivientes y promotores de paz y justicia en un proceso de “cristificación” que implique una apertura e inclusión amplísimas, sobre todos hacia los que más sufren. Invitamos a nuestro pueblo a aferrarnos a la esperanza confiablemente forjada en nuestros corazones: “Esperanza que no defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado” (Ro. 5,5).
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