El sacerdote se despidió de la diócesis de Añatuya. Fue en el marco de una misa de acción de gracias por su ministerio en esa jurisdicción eclesiástica, que presidió el obispo local, Mons. Corral.
La parroquia Virgen del Carmen ubicada en Campo Gallo fue escenario, este domingo 25 de febrero, de la misa de despedida y acción de gracias por el ministerio del padre Juan Ignacio Liébana, hasta ahora sacerdote del clero porteño fidei donum en Añatuya, quien asumirá en pocos días el gobierno pastoral de la diócesis de Chascomús.
Con el lema “Jamás se va lo que se queda en el corazón”, la comunidad santiagueña agradeció a Dios por el don que recibieron con el ministerio del padre Liébana, especialmente en la parroquia y el santuario Nuestra Señora de Huanchana.
El obispo de Añatuya, monseñor José Luis Corral SVD, presidió la celebración, y destacó: “Hoy la Palabra de Dios nos está hablando de hacer camino, de estar siempre en movimiento. El Señor nos invita a no detenernos”.
En ese sentido, señaló que “Abraham se puso en camino confiado en esta palabra, sostenido por esa promesa”, y destacó que, obedeciendo sin entender mucho, “hace entrega de lo más querido: de su hijo, que se le pedía en sacrificio”.
Monseñor Corral también animó a “darse sin calculo, sin medida, así como el Padre nos da a su Hijo muy amado y el Hijo se da por nosotros”. “Ahora también nos está pidiendo a nosotros, como comunidad y como diócesis, dar un hijo para una nueva Iglesia que también lo espera”, destacó.
“La vida es un subir, un ascender, un trascender”, consideró, y añadió: “El sacerdote pasa, se va, pero Jesús queda en la comunidad, y así vamos descubriendo cuál es nuestro lugar”. En medio de todo eso, invitó a “volver siempre a contemplar el rostro luminoso de Jesús resucitado, que nos llena de fuerza, de ánimo, de alegría. Escucharlo en la oración, en la Palabra, en los acontecimientos y en los hermanos”.
“El Señor nos invita a seguir el camino, a asumir el compromiso, sabiendo que con Jesús vamos a salir victoriosos”, prosiguió, y aseguró, refiriéndose al padre Liébana: “Él no nos deja, sino que nos lleva; él no se va, también queda en nosotros, queda con todo lo que ha entregado aquí. Ahora, el Señor le pide ser pastor de una familia más grande en aquella diócesis hermana”.
El obispo concluyó citando una poesía del poeta tucumano Hamilton, titulada “La cuesta de la vida”.
Al finalizar la ceremonia, los fieles santiagueños presentes manifestaron su gratitud con un fuerte aplauso. Antes de la bendición final, un miembro de la comunidad dirigió unas palabras al padre “Juani”, y se le ofrecieron diversos regalos de parte de los fieles, entre ellos una estola con la imagen de la Virgen del Carmen, procedente de la parroquia homónima. Además, hubo un buzón donde cada miembro de la comunidad le dejó una carta.
El padre Liébana dirigió unas palabras de agradecimiento a los presentes, mediante las que expresó: “Veo muchos rostros de gente muy querida y me llena de alegría”. Destacó, además, el esfuerzo de muchos por llegar hasta la parroquia de Campo Gallo.
“No tengo idea de qué significa ser obispo o cómo es, pero como Dios me lo pide, yo le dije que sí. Por culpa de María: ella me enseñó a decir ‘hágase’. Si Dios me lo pide, será por algo, y acá estoy para hacer la voluntad de Dios”, consideró.
Además, elogió la confianza en la providencia de monseñor Corral, que dijo: “Dios va a proveer”, y señaló que “Dios nos regaló la presencia del padre Rafa, que en estos días va a llegar y nos va a acompañar”.
“Gracias por todo lo que han sembrado en mi corazón”, continuó. “Aquí aprendí a ser sacerdote. Me enseñaron a ser paciente, a caminar al ritmo de la realidad, a ser más misericordioso, no tan exigente con la vida, me enseñaron a amar”.
Por eso, subrayó: “Siento que me voy como mejor persona porque amé, me entregué. Me voy con el corazón lleno, y si puedo afrontar este nuevo desafío, es porque están todos ustedes detrás”.
“Ustedes fueron muy generosos. Sentí que ustedes me acompañaron. Me voy con el corazón pleno. Son una comunidad muy linda, de mucha fuerza. Una comunidad de laicos comprometidos que sigue adelante, que no baja los brazos”, elogió, e invitó a no perder esa pasión por Jesús y a compartirla con los demás: “Compartir la alegría de creer en Cristo, que nos hace comunidad”.
Algo de ustedes está en este ministerio episcopal
A poco de asumir el gobierno pastoral en Chascomús, el padre Liébana dirigió el sábado 24 de febrero un mensaje a la comunidad.
Desde el santuario de Huanchana, el sacerdote porteño de 46 años expresó su agradecimiento “por estos 15 años que me ha tocado compartir con ustedes”. “Me voy muy tranquilo, porque sé que todo va a continuar con el padre Rafa. Providencialmente Dios nos ha regalado esta presencia”, añadió, refiriéndose al padre Rafael Navarro, que asumirá como nuevo rector y párroco de Campo Gallo, y estará a cargo del santuario de Huachana.
En ese sentido, destacó “la generosidad de los obispos de Tucumán, monseñor Carlos Sánchez y monseñor Roberto Ferrari, y la generosidad del padre Rafa de aceptar esta propuesta del obispo de Añatuya”.
Agradeció, además, “por tantos momentos compartidos, tantos peregrinos, devotos, servidores, que han estado siempre poniéndole el hombro para que esto fuera una realidad”. “Yo no hubiera podido hacer nada en estos años sin tanta gente que, con tanta generosidad, dio su tiempo, su cariño. Porque esto se hace en equipo”, consideró, y explicó que “Jesús siempre quiso que la Iglesia fuera una comunidad, no quiso hacer las cosas solo, sino con otros”.
“La palabra ‘partir’ nos recuerda a ‘huanchana’, que significa ‘lugar de nacimiento’”, explicó, y describió que “un parto es una partida de un lugar seguro, pero después se alumbra una nueva vida, que estamos seguros de que va a hacer brotar Dios en esta ofrenda que estamos haciendo”.
El obispo electo de Chascomús también señaló que, “para dar el sí ante la propuesta del Papa, la miré mucho a la Virgen, y aprendí de ella, que fue generosa sin preguntar mucho; sin saber adónde iba: simplemente porque Dios se lo pedía, dijo que sí”.
“Que este ‘sí’ de María siga resonando en nuestros corazones, que ante las cosas difíciles que nos toca vivir, abracemos la voluntad de Dios y sea un impulso para ser fieles en lo que nos toca cada día, en esa misión, en esa vocación que Dios nos ha dado. Que podamos vivirla plenamente, no a medias, sino entregándonos”, animó.
Asimismo, destacó que, “si voy a ser obispo es porque toda la riqueza de ustedes me la han transmitido a mí, yo la pude absorber y la Iglesia ha visto estos valores, y por eso me encomienda esta nueva misión. Algo de ustedes está en este ministerio episcopal”, sostuvo.
“Me voy con mucho entusiasmo, con mucha alegría para encarar esta misión nueva que el Señor me está encargando. Simplemente gracias, muchas gracias a todos. Perdón por las cosas que no pude hacer bien, o que podría haber hecho mejor, por las cosas que no pude hacer, las personas que no supe atender”, consideró.
El nuevo obispo de Chascomús concluyó con unas palabras de agradecimiento: “Me voy en paz, porque sé que queda todo en muy buenas manos: un lindo grupo de servidores, de agentes de pastoral, de gente que está muy comprometida con la obra del santuario, con la organización de la fiesta y que quiere mucho a la Virgen, y con la cabeza de todo este equipo, que va a ser el padre Rafa Navarro, que también viene con mucho entusiasmo a acompañarnos”.
Monseñor Liébana recibirá su ordenación episcopal el sábado 2 de marzo a las 17, en la catedral Nuestra Señora de la Merced (Lavalle 281, Chascomús).
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