Sábado 4 de febrero el papa Francisco encontrará a 1100 actores de Economía de Comunión de 49 países
Ocho personas poseen, por sí solas, la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad, tal como resulta del informe Oxfam 2017. La brecha de la desigualdad se agudiza, condena a la pobreza a centenares de millones de personas y evidencia la iniquidad del actual sistema económico.
En esta complejidad la Economía de Comunión, como otras propuestas económicas, puede considerarse un signo profético. Surge en mayo de 1991 para reaccionar ante el escándalo de las favelas que rodeaban la ciudad de San Paolo, en Brasil. Chiara Lubich invitó a un primer grupo de empresarios a crear empresas que, siguiendo las leyes del mercado, produzcan utilidades «que se pondrán libremente en común». La finalidad: aliviar a los pobres, crear puestos de trabajo, promover la cultura del dar en alternativa a la cultura del tener.
Desde entonces han pasado 25 años. Sábado 4 de febrero de 2017 el papa Francisco, en el Aula Pablo VI, encontrará a 1100 actores de Economía de Comunión (EdC), en su mayoría empresarias y empresarios, que eligieron la comunión como estilo de vida personal y empresarial. Junto con ellos estarán también muchos jóvenes, estudiantes, estudiosos y profesores, que a través de la investigación y la actividad académica quieren dar fundamento teorético al binomio economía–comunión. La diversidad de las procedencias dice que la EdC encuentra espacio en cualquier área geográfica y cultural, pobre y rica. Numerosos los participantes de Asia: China, Corea, Filipinas, Hong Kong, India, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam. Bien representado el continente africano: Burkina Faso, Burundi, Camerún, Costa de Marfil, Etiopia, Uganda y Nigeria, República Democrática del Congo. Presentes empresarios de 11 países de las Américas: Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Cuba, México, Panamá, Paraguay, Uruguay, USA. Numerosa la participación de 20 naciones de Europa. A la audiencia estará presente también María Voce, presidente de los Focolares, con el Consejo general del Movimiento.
Una asamblea heterogénea que antes que nada quiere agradecer al papa Francisco por haber puesto en luz, en su magisterio y en su acción, la dignidad de los pobres y de los excluidos. Al mismo tiempo podrá presentarle algunos frutos de la historia EdC que, empezando por los pioneros, encaró los desafíos y las crisis que afectan el mundo. Hoy la EdC anima algunos polos productivos en Europa y América Latina, genera vida de comunión en más de ochocientas empresas, alivia a varios miles de pobres, asegura el estudio a sus hijos, desarrolla una reflexión cultural que contribuye a la relaboración de categorías económicas como reciprocidad, don, gratuidad y la idea misma de mercado. Además está poniendo en marcha nuevos proyectos:
una red internacional (Economy of Communion International Incubating Network – EOC-IIN), con hub presentes en algunos Polos empresariales EdC (y no sólo) para sostener sobre todo a jóvenes empresarios. Ya están activos en Camerún, Portugal, Croacia, México y Brasil. Es precisamente en Brasil, de manera especial, donde está funcionando con éxito una colaboración con organizaciones de la economía social y civil para la capacitación de 100 jóvenes procedentes de contextos de vulnerabilidad; en Portugal y México se están desarrollando talleres de formación al espíritu empresarial “de comunión” dirigidos especialmente a los jóvenes, también en colaboración con instituciones académicas como, por ejemplo, la universidad de Puebla (México) para la incubación de proyectos de una comunidad indígena;un Observatorio sobre la Pobreza que recoge las best practices en la lucha contra la pobreza, desarrollando un enfoque inspirado en los valores de la comunión y de la reciprocidad.
Éstos y otros temas se tratarán en tres congresos de trabajo del 1 al 5 de febrero, en la sede del Centro Mariápolis de Castelgandolfo (Roma), para definir pistas y proyectos a desarrollar en el periodo 2018-2020.
«Si decidimos mirar al mundo junto con los pobres y los descartados, – afirma Luigino Bruni, economista y coordinador internacional de Economía de Comunión – no podemos quedar en el pedestal, tenemos que bajar al ruedo, junto con las víctimas, luchar por ellas, con ellas. A cambio, obtendremos ojos nuevos, veremos cosas que los demás no ven, a veces muy feas, otras veces de belleza infinita. EdC experimenta todo esto desde hace 25 años. Si quiere vivir, debe seguir haciéndolo cada día, cada vez más y mejor».
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