El pasado fin de semana el Papa Francisco ‘descabezó’ la diócesis de Roma de la que él es obispo.
Desde el año 2017, Angelo De Donatis ejercía como Vicario general de la diócesis romana gobernando así el día a día de la diócesis por delegación del Papa Francisco.
El sábado el Papa decidió nombrar al cardenal De Donatis como nuevo Penitenciario Mayor. Un movimiento que en Italia ha sido considerado como una defenestración del purpurado italiano.
El Papa ya ha adelantado al Consejo Episcopal de la diócesis de Roma que se tomará un tiempo hasta que nombre a su nuevo ‘delegado’ para controlar y supervisar la diócesis de Roma. Mientras tanto, entre el clero romano empiezan a circular cartas abiertas y críticas hacia su obispo, el Papa Francisco.
InfoVaticana ha tenido acceso a una dura carta firmada anónimamente por curas de la diócesis de Roma en la que no sale bien parado Francisco y que reproducimos a continuación:
«Francisco ve y repara mi casa que está toda en ruinas». Así el crucifijo de San Damián al hermanito de Asís en 1205. Más tarde, el Papa Inocencio III sueña con San Francisco levantando San Juan de Letrán.
«Francisco ve y destruye la Iglesia». Esto en cambio sucede en 2024 y en lugar de un sueño que reaviva la Iglesia para el catolicismo romano se ha convertido en una verdadera pesadilla.
Comenzamos nuestra breve carta con estos dos ejemplos. Por un lado San Francisco que repara, sostiene, construye, por el otro Francisco (deliberadamente con minúscula) que destruye, demuele, arrasa como ni siquiera Atila consiguió hacerlo, gracias también al ejecutor material que importó de Sicilia (¿será evocadora la elección?) y a un pequeño sujeto que ha asumido el papel de gigante de la ley (pero ya se sabe que los albaceas no tienen por qué ser inteligentes sino obedientes)
Esperábamos que después de todos los escándalos que han surgido con contratos hechos a amigos de amigos, con alquileres de saldo a gente más que adinerada, con ventas cuando menos hilarantes, con decenas de miles de euros tirados a la basura en muebles, con créditos millonarios concedidos a gente muy sospechosa, perseguidos por los mismos amigos para recuperar el dinero dado a bancos fantasmas, con personalidades muy cacareadas que también han sufrido la bofetada, no digamos de las instituciones italianas, sino de las mismas Naciones Unidas, y todo ello desafiando a los pobres, a los verdaderos pobres, aquellos en los que deberíamos reconocer el rostro de Cristo, el Obispo de Roma había decidido dar un cambio serio enviando a casa a las personas que permitieron que esto sucediera, lo cual está claramente azorado por documentos que, recordemos, no han sido negados por nadie.
Y, en cambio, nuestro obispo no sólo los mantuvo allí, sino que además los recompensó. Así que nos preguntamos: ¿por qué? Una pregunta que nunca tendrá respuesta mientras asistamos, impotentes, a la destrucción de la Iglesia en Roma.
Expresamos nuestra total solidaridad con nuestros Prefectos que han dicho al ejecutor material, alto y claro, que no se reunirán ni hablarán más con el obispo (el siciliano) hasta que se haya nombrado un nuevo Vicario y hasta que se ponga a ciertos individuos en una posición en la que no puedan hacer más daño.
Clero y Pueblo de Dios de la Iglesia de Roma
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