En la parroquia San Benito y la capilla Virgen de los Dolores se inauguraron dos centros asistenciales con el fin de ayudar a personas con consumos problemáticos
Debido a la constante problemática de adicción a las drogas y otras sustancias, se generan cada vez más espacios para acompañar y contener no sólo a la persona con consumo problemático, sino también a los integrantes de su familia, quienes a menudo se ven envueltos afectados por el miedo y la preocupación de lo que pueda ocurrir. Es así que comenzaron a funcionar dos dispositivos pastorales para atender esta cuestión.
“La droga no discrimina edad, sexo, religión, etnia ni clases sociales”, advirtió Daniel Pesce, sacerdote a cargo de los centros ubicados en la parroquia San Benito -chacra 247 entre avenidas Jauretche y Andresito- y en la capilla Virgen de los Dolores, situada entre los hospitales Carrillo y Baliña. El primer lugar funciona de martes a viernes de 9 a 16, mientras que el segundo atiende de martes a viernes de 7 a 10.30.
En este marco, recalcó: “Estamos con cientos de personas en la provincia que están bajo el peso de la adicción a diferentes sustancias”.
“Sobre todo hay un abrazo, un oído que siempre escucha y voluntarios que esperan sin juzgar, cercanos a los que sufren”, explicó -en diálogo con Acá te lo contamos por Radioactiva 100.7- respecto de lo que pueden esperar quienes concurran a estos espacios.
A su vez, detalló que se dieron los primeros pasos a mediados del año pasado y se sumó el apoyo del Ministerio de Salud y la cartera de Prevención de Adicciones, iniciando activamente las labores hace un mes.
“Tenemos varios casos, tres chicos de proceso abierto, de los cuales uno comenzó el proceso de abstinencia y los otros dos se empezaron a encaminar”, amplió.
“Recibimos entre ocho y diez consultas por semana, a veces por llamada telefónica o viene una mamá”, señaló el párroco.
Sobre este punto, hizo hincapié en que “el adicto tiene problemas de consumo de sustancias, pero la familia es la que consume los problemas por el miedo y la preocupación. La familia necesita también de la contención, de la ayuda y de herramientas, porque cuando hay una persona con problemas de drogas en la familia, todos los integrantes se ven afectados”.
Si bien la principal demanda es de jóvenes, la franja etaria varía: “Tenemos casos de gente que comenzó a consumir después de los 50 años. Hay gente que ha sido desplazada de su hogar, tiene problemas económicos o de depresión y encuentra una huida en el consumo”.
“Ciertamente hay un grupo más elevado de jóvenes y, sin estigmatizar, los casos que más llegan son de personas con medios a escasos recursos”, indicó el encargado de los dispositivos.
Asimismo, subrayó que “la droga no discrimina las condiciones sociales. A nuestros centros barriales llegan personas con escasos recursos, pero las que tienen más poder adquisitivo tienen otras posibilidades de recurrir a lugares pagos”.
Organización
Los centros forman parte de la Federación de la Gran Familia de los Hogares de Cristo, una entidad fundada por el papa Francisco cuando era arzobispo de Buenos Aires, donde “comienza el camino del Hogar de Cristo como centro barrial; una casa abierta y de comprensión que hoy en día está llevada adelante por acompañantes pares, personas que pudieron superar la adicción y acompañan a otras personas a ir por el mismo camino”, puntualizó el sacerdote.
Sin embargo, aclaró que no hay distinción religiosa para quien necesite ayuda o para quien quiera sumarse a colaborar.
“No hay un plan universal para todo, sino que hacemos un plan para cada persona. Tenemos la ayuda terapéutica porque necesitamos de psicológicos y psiquiatras, con afiliados del Hospital Carrillo. Es un trabajo en redes. No jugamos solos porque necesitamos de todos, acá lo que importa es poder sacar del mundo de la droga la mayor cantidad de personas posible. Tenemos que ver lo que nos une, no lo que nos divide”, manifestó al respecto.
Por otra parte, afirmó que un proyecto a largo plazo sería tener un espacio de internación en el que las personas con consumo problemático “puedan lograr un período profundo de abstinencia y cortar con el grupo humano que los rodea y que, muchas veces, es el que lo lleva a un círculo vicioso”.
“Como no tenemos un lugar propio, en los casos más extremos trabajamos con el Ministerio de Adicciones en el Centro Manantiales”, agregó.
Hoy a las 19 se llevará adelante una capacitación para nuevos voluntarios en la parroquia San Benito, del barrio Manantiales, chacra 247.
“Estamos entrando en los barrios más periféricos, visitando casa por casa, quien quiera sumarse puede hacerlo. Lo importante no es la cantidad de lo que damos, sino el amor que ponemos en lo que damos. Cualquiera que sienta que puede contribuir con un granito de arena en este proyecto es bienvenido”, animó.
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