El Pontífice exaltó el acuerdo que evitó en 1978 la guerra entre dos pueblos hermanos, que consideró un ejemplo más actual que nunca en este momento convulsionado del mundo; evitó referirse a la tensión que provocó el faltazo de Gerado Werthein
Elisabetta Piqué
Al presidir este lunes un acto para recordar el 40 aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile -marcado por la ausencia del canciller argentino Gerardo Werthein-, el papa Francisco exaltó este histórico acuerdo “que evitó la guerra entre dos pueblos hermanos” gracias a la mediación del Vaticano, que consideró “un ejemplo a imitar más actual que nunca” en un mundo convulsionado. “El diálogo debe ser el alma de la comunidad internacional”, sentenció.
Tal como se informó, debido a discrepancias salidas a la luz la semana pasada durante el G20 entre el presidente Javier Milei y su par de Chile, Gabriel Boric, el Gobierno decidió que el canciller Werthein no viajara a la ceremonia. Por eso, mientras que la delegación chilena estuvo encabezada por el ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren, la argentina fue rebajada y estuvo representada por el embajador ante la Santa Sede, Luis Pablo Beltramino.
En su discurso, en el que reflexionó sobre la paz y la amistad, las dos palabras que le dan el título al Tratado que fue fruto de negociaciones que duraron 6 años para resolver las diferencias por el conflicto del Beagle que se desencadenó en 1978, el Papa, muy diplomático, sobrevoló ese contraste.
Dijo que ese tratado, impulsado por el papa Juan Pablo II y logrado gracias a la mediación de los cardenales Antonio Samoré y Agostino Casaroli, “constituye un modelo a imitar”. Y pidió que su “espíritu de encuentro y de concordia entre las naciones, en América Latina y en todo el mundo, deseoso de la paz, pueda ayudar a multiplicarse en iniciativas y políticas coordinadas, para resolver las numerosas crisis sociales y medioambientales que afectan a las poblaciones de todos los continentes, perjudicando especialmente a los más pobres”.
Recordó, por otro lado, que en ocasión del 25 aniversario del mismo Tratado, el 28 de noviembre de 2009, “se tuvo un acto conmemorativo aquí en el Vaticano, realzado por la presencia de los presidentes de Argentina, la señora Cristina Fernández de Kirchner, y de Chile, la señora Michelle Bachelet”. “En aquella circunstancia el Papa Benedicto XVI puso de relieve cómo Chile y la Argentina no son sólo dos naciones vecinas, sino mucho más: «Son —dijo— dos Pueblos hermanos con una vocación común de fraternidad, de respeto y amistad, que es fruto en gran parte de la tradición católica que está en la base de su historia y de su rico patrimonio cultural y espiritual»”, evocó.
“Hoy, a distancia de cuarenta años, renovamos nuestra gratitud por los esfuerzos de todas las personas que, en los gobiernos y delegaciones diplomáticas de ambos países, dieron su positiva contribución para llevar adelante ese camino de resolución pacífica, cumpliendo así los profundos anhelos de paz de la población argentina y chilena”, siguió. “El Tratado de Paz y Amistad, como dijo entonces el Papa Benedicto, «es un ejemplo luminoso de la fuerza del espíritu humano y de la voluntad de paz frente a la barbarie y la sinrazón de la violencia y la guerra como medio para resolver las diferencias»”, siguió. “Es un ejemplo, más actual que nunca, de cómo es necesario «perseverar en todo momento con voluntad firme y hasta las últimas consecuencias en tratar de resolver las controversias con verdadera voluntad de diálogo y de acuerdo, a través de pacientes negociaciones y necesarios compromisos, y teniendo siempre en cuenta las justas exigencias y legítimos intereses de todos», añadió. “Sobre este punto -añadió-, es necesario hacer referencia a los numerosos conflictos armados en curso, que todavía no se consiguen extinguir, a pesar de constituir heridas dolorosas para los países en guerra y para toda la familia humana. Dios quiera que la comunidad internacional pueda hacer prevalecer la fuerza del derecho a través del diálogo, porque el diálogo debe ser el alma de la comunidad internacional”. Entonces, saliéndose del discurso preparado, denunció “la hipocresía” de quienes hablan de paz mientras se enriquecen por las armas y volvió a deplorar las guerras en Ucrania y en Medio Oriente: “Hay dos fracasos de la humanidad: Ucrania y Palestina, donde se sufre, donde la prepotencia del invasor prima sobre el diálogo”, marcó.
El Papa Francisco durante el acto en conmemoración del tratado de paz entre Argentina y ChileVatican MediaEl Papa Francisco durante el acto en conmemoración del tratado de paz entre Argentina y ChileVatican Media
El Papa concluyó agradeciendo a todos los presentes e invocando la bendición de Dios sobre “las amadas naciones de Argentina y Chile”, que hizo extensiva a “todos los pueblos que tienen deseso de paz y concordia, y a cada hombre y mujer que se hace artesano de la fraternidad y la paz social”. Después de saludar a todos, caminando ayudado por un bastón, el exarzobispo de Buenos Aires, de 87 años, se retiró entre los aplausos.
El acto tuvo lugar en la espectacular Sala Regia del Palacio Apostólico, el mismo lugar donde, el 29 de noviembre de 1984, los entonces ministros del exterior de la Argentina y Chile, Dante Caputo y Jaime del Valle, respectivamente firmaron junto a Juan Pablo II el Tratado. La foto de ese momento más trascendental podía verse en un sello filatélico que la Santa Sede presentó momentos antes, en una ceremonia en la que también fue revelado un sello conjunto de los correos argentino y chileno.
“El sello quiere ser el testimonio de la capacidad diplomática de la Santa Sede y quiere ser testigo de lo que fue una obra maestra de la mediación y pacificación en el plano internacional”, dijo el cardenal español Fernando Vérgez Álzaga, que fue secretario privado del cardenal argentino y beato, Eduardo Pironio, que, según contó, vio de primera mano “cuanta energía gastó Juan Pablo II” para evitar una confrontación entre la Argentina y Chile.
En un acto al que también asistieron miembros del cuerpo diplomático, el arzobispo británico Paul Gallagher, “canciller” de la Santa Sede y el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio cardenalicio, además hablaron brevemente ante el Papa los dos jefes de las delegaciones presentes, el embajador Beltramino y el canciller van Klaveren. Ninguno de los dos aludió a la tensión actual que determinó la lamentable ausencia del canciller argentino, sino que ambos resaltaron la buena relación bilateral que hay entre los dos países desde hace 40 años, a partir del Tratado de Paz y Amistad, que estableció una amistad perpetua. “Los valores de la paz y la amistad deben prevalecer por sobre cualquier dificultad en nuestros vínculos”, dijo Beltramino, que expresó en nombre del Gobierno y el pueblo argentino la “profunda gratitud” al papa Francisco y a todos sus colaboradores “por haber abierto las puertas de esta sala”. A su turno von Klaveren, luego de destacar que gracias al Tratado de Paz y Amistad “los más de 5000 kilómetros de frontera común no son barreras sino espacio de encuentro” y que “la cordillera no es un muro sino un puente que se erige entre los dos países”, llamó a seguir “trabajando juntos” y a “mantener vivo el compromiso” de paz.
Comentá la nota