La trama que incluyó la bendición a Gustavo Béliz, secretario e íntimo del presidente, como miembro en la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano, tras ver trunca su carrera por la presidencia del BID.
Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo cultivó con paciencia y bajo absoluta reserva su sueño para que el Papa Francisco designe a Gustavo Béliz como miembro en la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano. Una vez logrado el objetivo ni el monseñor, ni el funcionario del círculo íntimo del presidente Alberto Fernández accedieron a hablar públicamente. No hace falta. El plan salió.
Celos. Este nombramiento papal, como ellos ya calculaban, provocó celos en el peronismo, enojos en la grieta local, y rebotes con Estados Unidos y hasta en el interior de la iglesia. Un tsunami en las altas esferas porque nunca antes había recibido una bendición papal un alto funcionario presidencial: la relación que une a Francisco con el dirigente más mediático de los movimientos populares, Juan Grabois, es "otra cosa", insisten en la órbita papal, donde marcan que "nunca fue funcionario".
El puesto de académico papal no le reditúa en euros al Secretario Estratégico del presidente Alberto Fernández, ni si quiera una oficina en el Estado Vaticano. Su peso es un premio espiritual y político a un funcionario de destacado rango en el actual gobierno, con un profundo conocimiento en lo social y económico de América Latina, que el Papa ha conocido bien, y hasta protegido cuando era cardenal.
En ese entonces los servicios de inteligencia, encabezados por Antonio Stiuso, habían desatado una batalla contra Béliz por sus reformas, que lo llevaron a la renuncia por segunda vez a un gobierno peronista, y aún más grave exiliarse a Estados Unidos junto a su mujer, María Florencia Meritello (hermana del secretario de Medios, Pancho Meritello), y sus cuatro hijos. Poco antes de ser Papa el propio Bergoglio le contaba a Gustavo Vera, titular de la Fundación Alameda, detalles de lo vivido por su tocayo a la hora de enfrentar a la inteligencia en sus negocios con el crimen organizado.
Bendiciones. El mayor gesto del Vaticano al gobierno argentino hasta la fecha -canalizado vía Sánchez Sorondo-, había sido la misa privada que el Santo Pontífice facilitó, en las criptas de la Basílica de San Pedro el 31 de enero de este año, en el viaje de Alberto Fernández y su comitiva a Roma. El monseñor argentino fue quien a las ocho de la mañana de ese día, recibió a la pequeña comitiva encabeza por el presidente.
De la misa Béliz participó en primera fila, y hasta tuvo el rol de la lectura del evangelio en el púlpito. Un gesto de Sánchez Sorondo al funcionario más cristiano del Frente de Todos. El Monseñor de 78 años de edad, y 50 de trayectoria vaticana, hizo explícito entonces su bendición a "Zapatitos Blancos", como se apoda a Béliz en el peronismo, con mensajes de apoyo a la unidad de los argentinos y deseando éxitos al nuevo gobierno.
Béliz, previo a su regreso a la función pública, militaba desde el BID -en las altas esferas financieras- la encíclica papal Laudato Sí, retomando su mirada sobre el cuidado de la casa común, la justicia social y las nuevas tecnologías. De allí que en los últimos años participó de varios coloquios en la Casina Pío IV, sede de la Pontificia Academia de Ciencias y Ciencias Sociales, donde cuestionó con dureza al sistema financiero por mantener en pie a los paraísos fiscales. Palabras bien recibidas por el Pontífice jesuita.
Gustavos. La relación entre Béliz y Vera empezó con las charlas de café. Allí las coincidencias sobre el liderazgo del Papa argentino eran inevitables. Esa dupla fue alentada por la tarea en común y por Sánchez Sorondo. El ex legislador y titular de la Alameda, la ONG antimafia, fue el primer bergogliano en pisar la Casina Pio IV en los jardines vaticanos, y se sabe un amigo íntimo de Francisco.
Atento a ese vínculo, fue Béliz quien tendió ahora el puente para el ingreso de Vera al cargo de titular del Comité de Lucha contra la Trata, que depende del Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Otro gesto de buena voluntad con el Papa Francisco, que devolvió el gesto terciando entre la nueva titular del FMI, Kristalina Georgieva, y el ministro de economía argentino, Martín Guzmán.
Los encuentros con Francisco en el marco de la Pontificia Academia, funcionan como capa protectora para quienes visitan Roma buscando evitar la hoguera: la bendición papal salvó -dicen- a los jueces Sebastián Casanello y Daniel Rafecas. Y a muchos sindicalistas: en 2017 una comitiva de treinta trabajadores de Camioneros fueron protagonistas de una misa en la Plaza San Pedro, y para principios del 2019, Pablo Moyano expuso en la Academia papal. Dos días de estadía en el Vaticano, con desayunos, almuerzos y hasta cenas, fueron la protección celestial para evitar la quita de derechos del gremio clave para la logística del país.
Alertas. Cuando le preguntan sus amigos en el Frente de Todos, Béliz niega que su designación de intelectual pontificio (su cargo va durar una década al menos) venga como un salvoconducto al bloqueo de Donald Trump y Jair Bolsonaro, para la titularidad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En el entorno de Béliz aseguran que la designación del Papa estaba sellada antes que el asesor de Donald Trump alcance el máximo cargo en el banco.
Como contrapartida, a los críticos de Béliz en el seno del Gobierno les preocupa que la designación papal trae mayor tensión con los kirchneristas pro aborto. “Béliz opina en el oído del presidente sobre la política internacional, lo económico, justicia y lo social eclesial. Esto no a todos los ministros les gusta”, reconoce en off un miembro de ese gabinete.
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