Desde mañana, Ana Frank tendrá su escultura en Buenos Aires

Desde mañana, Ana Frank tendrá su escultura en Buenos Aires

La adolescente judía que conmovió con su Diario.La estatua es una réplica de la que está frente a su casa, en Holanda. La colocarán en Puerto Madero.

 

En Puerto Madero, emplazada en la plazoleta Reina de Holanda a la altura del Dique 3, vivirá desde mañana Ana Frank. La escultura que la recuerda es una niña que mira hacia adelante, con el maletín de la escuela bajo un brazo y una bolsa en la que lleva escondida en el otro. Precisamente el Día de los Derechos Humanos, una réplica de la estatua de la adolescente judía -muerta en el campo de exterminio de Bergen Belsen a los 15 años-, que fue creada por la artista Jet Schepp rendirá un homenaje a la memoria y extenderá el símbolo de Ana Frank, que en el mundo actual  ya no necesita palabras sino hechos

La estatua original se encuentra en el barrio de Merwedeplein, en Amsterdam, donde la familia Frank vivió entre los 4 y los 13 años de Ana, quien había nacido en Alemania. La niña fue a la Escuela Montessori hasta que las leyes dictadas por el nazismo la obligaron a estudiar en una escuela para judíos. El tributo -promovido por el Centro Ana Frank Argentina, que dirige Héctor Shalom, junto con la Embajada de Holanda y el ministerio de Cultura porteño- se suma a la Casa Museo de Ana Frank, en el barrio de Coghlan, que es una de las dos únicas fuera de los Países Bajos. La otra está en Berlín. La escultora Schepp y el rabino Awraham Soetendorp que es sobreviviente del Holocausto y conoció a Otto Frank, padre de Ana, llegaron de Holanda para el homenaje.

Ana Frank se convirtió en símbolo de la esperanza, la compasión y la memoria de 1,5 millones de niños asesinados durante el Holocausto. Su diario, que su padre dio a conocer al mundo luego de que la holandesa Miep Gies lo ocultara tras la redada de la Gestapo que capturó a toda su familia en Amsterdam, ha vendido más de 30 millones de ejemplares y se ha traducido a más de 80 lenguas.

En diálogo con Clarín, Soetendorp contó que su padre y Otto Frank fueron  “íntimos amigos" y que "ambos salvaron la Casa de Ana Frank, que hubiera sido demolida en los años 50”. El rabino sobrevivió escondido por un holandés y una alemana y al final de la Segunda Guerra se reencontró con sus padres. Consultado sobre las reflexiones que hoy extrae de aquella experiencia traumática, Soetendorp dice: “No puedo nunca hundirme en la desesperanza, porque el milagro de la compasión es más fuerte que la más cruel dictadura”.  Sobre cómo cambió la vida de Otto Frank a partir del Diario de Ana, el rabino dice: “El diario le dio un propósito para sobrevivir. Lo conocí cuando yo tenía 10 u 11 años. El vivió para eso. Llevaba en su maletín cartas que le escribían de todo el mundo y las contestaba una por una. Colaboró en el proceso de pacificación entre israelíes y palestinos. Otto Frank me inspiró de un modo que no puedo describir y tuve el honor de enterrarlo cuando murió en 1991”.

-¿Qué causas hubiera abrazado Ana Frank si hubiera sobrevivido?

- Ella era fuerte en su identidad judía pero también abrazaba a toda la humanidad. Creo que hubiera sido una fuerza para la compasión más allá de cualquier límite. Y lo hubiera hecho a través de la escritura, que Ana hubiera convertido en piezas maestras. Hubiera sido la persona que fue en esas 200 páginas que se salvaron del fuego. Ana hizo de su vida un motor para esta idea: nunca rendirse. En su Diario hay un mensaje para los jóvenes, pero también para los adultos: nuestra tarea es escuchar y compartir con los demás, aprender de las lecciones del pasado con visión de futuro.

Por su parte, la escultora Jet Schepp contó a Clarín: “Leí el Diario a los 15 años y me sorprendió que el libro tenía un comienzo y un final también.  La última página estaba escrita de puño y letra de Ana. Vi que había correcciones. Me enteré que después de dos años de haberlo escrito, ella lo volvió a escribir hasta tener la versión que ella quería que fuera publicada. Mientras lo leía, se inauguró en Utrecht la primera estatua de Ana Frank, del artista Pieter D’Hont. Quise hacer una igual y fue posible cuando, muchos años después, Amsterdam decidió tener una escultura de Ana en Merwedeplein”.

La artista holandesa eligió la página del Diario donde Ana describe su caminata al escondite de la calle Prinsengracht. “Ella sabía que iba a esconderse, pero no dónde. Ana describe cómo debía vestir: prenda sobre prenda, aunque hacía mucho calor, y sólo podía cargar una bolsa de compras y su maletín del colegio para no levantar sospechas. Es el momento en que deja de ser una niña para ser una adulta.  Y es también el momento en que decide que será una escritora. Así como Ana corrigió su diario hasta tener un mensaje fuerte, el artista corrige y remodela para dejar el más fuerte de los mensajes”.

“En Buenos Aires, después de las agresiones a la AMIA y la Embajada, un monumento así tiene que ver con la memoria”, dice Hernán Lombardi, ministro de Cultura porteño. “La historia se compone de múltiples historias individuales. La contemplación del dolor individual tiene que ver con la esencia del drama humano. Y cuando es el drama de una nena, la enseñanza es fuerte: la humanidad puede ser cuna de las más horribles tragedias del ser humano”.

Desde mañana Ana Frank –camino a la escuela- mirará el cielo de Buenos Aires.

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