En las últimas semanas, desde la Secretaría del Sínodo, se dieron a conocer dos instancias fundamentales en el camino que propone el Papa Francisco. En primer lugar, el Instrumento de Trabajo y, en segundo lugar, la lista de los hombres y mujeres que participarán en la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se realizará del 4 al 29 de octubre de 2023.
El Espíritu Santo, protagonista fundamental del Sínodo, será también el animador de la tarea de quienes, con su trabajo y servicio, tratarán de comunicar al mundo el camino que comenzará en la Asamblea de octubre.
El cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo de los Obispos, cuando intervino en la Universidad de la Santa Cruz de Roma para presentar el libro «Una Iglesia en diálogo», publicado por la Facultad de Comunicación con motivo de su 25° aniversario, expresó: «El proceso sinodal, actualmente en curso en la Iglesia, tiene muchos desafíos por delante y varios de ellos se refieren a la comunicación y al modo en que se difunden periodísticamente los avances de este “caminar juntos”».
La pregunta es cómo ser parte de este proceso siendo servidores y testigos que promovamos una comunicación sinodal y, ante todo, veraz. Estas líneas quieren ser un humilde aporte al servicio que ojalá muchos quieran brindar, cada uno desde su lugar como comunicador cristiano, al verdadero espíritu de la Asamblea Sinodal.
Un primer desafío comunicacional debe ser valorar y expresar el estilo sinodal como un modelo de trabajo para el mundo, que busca cómo encontrar consensos y hacer comunidad. Al conocer la lista de participantes, sentimos que se expresa una experiencia, ante todo, de diversidad, riqueza y esperanza de un diálogo profundo y sincero. Hay obispos, sacerdotes y consagrados de distintos lugares, pensamientos y edades, hombres y mujeres de variados estados de vida, personas que de manera pública han incluso puesto reparos en el camino sinodal. ¿Cómo hacemos para comunicar esta riqueza? ¿Cómo promover el Sínodo para que sea un modelo que pueda llevar a muchos a buscar el bien común dando lugar a la escucha y al diálogo?
Ante la diversidad, lo central es comunicar la abundancia y el alcance que el diálogo pueda tener. Lo central en la diversidad es comunicar la escucha y el diálogo. Estamos llamados a garantizar todas las voces, a no caer en hegemonías que quieran comunicar solo lo que sirve a la polémica superficial y que quiere alejarnos de la verdadera sinodalidad.
Tenemos un compromiso de visibilizar las historias e imágenes del sínodo que hablen de lo profundo, del Espíritu que abre caminos y despierta renovación y esperanza. Habrá quienes quieran comunicar solo para lograr polarización, buscando «agendas dobles». Ojalá que cada uno de quienes servimos en la comunicación de la Iglesia podamos ser creativos en el lenguaje, profundos en la mirada y, ante todo, buscadores incansables de la comunión. Tenemos también una misión que brota del Espíritu Santo: encontrar el lenguaje para que las distintas generaciones puedan comprender el valor de lo sinodal. El diálogo intergeneracional también es propio del sínodo. Comunicar para todos; para los niños y las niñas, los hombres y las mujeres, los ancianos y las ancianas. Y dejo a los jóvenes aparte, porque claramente será una exigencia que tendremos que afrontar quienes queramos narrar este acontecimiento: ¿cómo hablamos de la asamblea sinodal a los jóvenes del mundo de hoy?
Otra tarea que podemos tener los comunicadores es la de gestionar la expectativa. Algo que es nuclear en la comunicación del sínodo. Tendremos que convivir con lecturas negativas, con diseños que solo se centren en generar la percepción de que se cambiará la doctrina o de que esté todo decidido previamente. O la peor de las lecturas negativas que va a sugerir que nada cambiará. Una propuesta es salir de la tentación de una comunicación autorreferencial que genere una curiosidad desmedida por cuestiones internas y poner la mirada en el diálogo de la Iglesia con el mundo, en la escucha atenta que seguramente Francisco invitará a tener. Ojalá podamos encontrar el modo de comunicar las acciones del sínodo que llaman a renovar la misión, la escucha del mundo y la forma como la Iglesia quiere acompañar mejor a la gente de nuestro tiempo.
También habrá que asumir, aceptar y saber comunicar las tensiones, porque claramente las habrá; de lo contrario, no sería un proceso sinodal profundo. Debemos tener la libertad de contar experiencias y, como dijimos, de ser creativos.
El sínodo es, según el Papa Francisco, el modo de ser de la Iglesia: escuchar al Espíritu y a los hermanos. Pidamos ser comunicadores capaces de transmitir al mundo ese «modo» y esa escucha. También seremos alcanzados por los frutos para ser hombres y mujeres que renueven la misión de ser testigos de la alegría de Jesús.
Trabajemos para generar contenido que manifieste fidelidad al llamado a mirar al mundo desde las periferias y colaboremos para que no se reduzca la agenda mediática a dos o tres temas que corran la mirada de un Sínodo que quiere iluminar los grandes desafíos del mundo de hoy, poniendo la mirada especialmente en nuestros hermanos y hermanas más olvidados y vulnerables. No se trata solo de informar, sino de comunicar la sinodalidad y el caminar juntos.
Pbro. Máximo Jurcinovic
Director de la Oficina de Comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina
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