Fue en el marco del Encuentro Nacional que se realizó en Luján. Alertan sobre el crimen de la trata de personas y sobre el agravamiento de las situaciones de vulnerabilidad de los desplazados.
Delegados y agentes pastorales de las 29 diócesis y de los movimientos Arcores y Servicio Jesuita a Migrantes participaron del Encuentro Nacional de Migrantes e Itinerantes que se realizó los días 6, 7 y 8 de junio en Luján, con el lema “Era extranjero y me recibiste en tu casa”.
El Año de Oración convocado por el Papa Francisco ayudó a reflexionar y mirar a los migrantes e itinerantes desde la certeza de que “Dios camina con su pueblo”.
El testimonio de las vidas y el camino recorrido por Mama Antula, faro en este peregrinar, y el Santo Cura Brochero, corazón de pastor, muestran que todos somos hermanos, miembros de una Iglesia sinodal.
La lucha contra la trata de personas cuestiona y desafía a los representantes de la Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes (CEMI).
“Somos conscientes de esta problemática social que, con formas tan diversas y brutales, niega la dignidad humana, y que ‘la trata de personas es un crimen contra la humanidad’”, advierten citando al pontífice.
“Junto con el Papa, también nosotros la denunciamos en términos enérgicos: la trata de personas es una actividad innoble, una vergüenza para nuestras sociedades que se consideran civilizadas”, recuerdan.
Asimismo, denuncian la explotación sexual de personas, sobre todo de niños, niñas y adolescentes, el trabajo esclavo, la prostitución, el tráfico de drogas y de armas, el sicariato, la subrogación de vientres y el comercio de órganos.
“Enfrentamos el desafío de las fronteras culturales, geográficas y políticas que se viven en las distintas rutas migratorias de nuestro país. Soñamos con tener una casa de acogida en cada complejo fronterizo”, manifiestan.
“La situación política, social, el maltrato institucional y la dolorosa y visible pobreza, agravan todas estas situaciones de vulnerabilidad de los migrantes e itinerantes. A causa de este tiempo tan difícil y confuso se han erradicado consulados y oficinas migratorias en distintos lugares del país, complicando e impidiendo la integración de los migrantes”, advierten.
Los participantes aseguran que a partir de las consignas “acoger, proteger, promover, integrar y celebrar” compartieron los frutos del año vivido, cada uno desde su lugar y tarea, con pequeños y constantes gestos de amor, todos intentando ser instrumentos del Reino de Dios”.
“Sabemos que en nuestras actividades somos la cara visible de nuestra Iglesia. A los pies de María de Luján, reafirmamos nuestra convicción de ‘la inalienable dignidad sagrada de cada persona humana más allá de su origen, color y religión’”, concluyen.
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