El director de la serie de Amazon Prime Video explica cómo ha restaurado la creencia de que la ficción tiene el poder de dar forma a la memoria colectiva.
Entregado a otros proyectos en plena hora del café en Argentina, Daniel Burman (Buenos Aires, 1973) sigue nadando en el éxito que su serie en Amazon Prime Video, Iosi, el espía arrepentido, ha cosechado dentro y fuera del Río de la Plata. La serie, que narra las peripecias de un infiltrado en la comunidad judía de Buenos Aires, pone de relieve "los dos atentados terroristas más tremendos que seguramente hubo en Latinoamérica", además de un entramado de corrupción que marca la historia de su país.
Burman considera que la ficción, basada en hechos reales, pone de relieve "el escándalo social" que se produjo en Argentina por el antisemitismo. Dos atentados, uno sobre la Embajada de Israel en la capital del país en 1992 y el otro en 1994 por la explosión de un coche bomba junto a la sede de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) -en el que murieron 85 personas y unas 300 resultaron heridas-, y que "a día de hoy siguen impunes".
"Borges decía que en todo el Corán no se nombra ni una vez la palabra camello", narra el director argentino en su entrevista con EL ESPAÑOL. "Era tan evidente que formaba parte del paisaje que no era necesario nombrarla", apostilla, alargando el clímax de su respuesta. "La impunidad y la corrupción en Argentina son nuestros camellos en el desierto", responde irónico.
Natalia Oreiro y Gustavo Bassani en 'Iosi, el espía arrepentido' Mediapro Studio
"Nos acostumbramos a que sean parte de nuestro escenario cotidiano", incide el director en referencia a los casos de corrupción en Argentina, que vertebran gran parte de su cronología democrática. Sin embargo, "cuando uno aísla los hechos", los analiza fuera de su burbuja, se da cuenta de que "son un escándalo social": un tumulto "con una hipótesis tan delirante como que los judíos iban a querer tomar la Patagonia".
Dos atentados que marcaron la historia argentina
Iosi, El Espía Arrepentido cuenta la historia de Iosi, un agente del servicio de inteligencia argentino que se infiltra durante varios años en la comunidad judía para conseguir información que luego pudo haber sido utilizada para perpetrar dos de los atentados terroristas más grandes en Latinoamérica. Arrepentido, Iosi comienza una carrera contra el tiempo buscando justicia.
Oda a la memoria
Burman no sólo contó con "muchísimo asesoramiento" de miembros de la Policía y del Servicio de Inteligencia argentino para conformar la historia, también elaboró una serie de reglas y preceptos para ajustar la realidad a la ficción de la forma más veraz posible. "No inventamos ni víctimas ni supervivientes, ahí fuimos bastante cuidadosos", replica.
El director argentino explica que navegar en una línea temporal de hechos trascendentales no es tarea simple, sobre todo a la hora de decidir "con qué te quedas, qué transformas y qué temas directamente no tocas". Además de elaborar una hemeroteca de datos, Burman tuvo que surfear la ola más complicada de la Covid en Argentina durante 17 semanas de rodaje. "No paramos nunca, por suerte”.
Una de las cosas que más ha sorprendido al argentino, más allá del éxito de Iosi, el espía arrepentido, ha sido el impacto que ésta ha tenido entre el público adolescente, muchos de ellos desconocedores de la historia que sustenta a la serie. "Honestamente, era un poco escéptico de la función de la ficción", afirma Burman, pues antes no consideraba que el producto audiovisual tuviese el poder o papel de enfrentarse a la memoria histórica.
"Esta historia genera muchas preguntas incómodas que estaban adormecidas".
Daniel Burman, director de 'Iosi, el espía arrepentido'
"Me impresiona muchísimo lo que [la serie] ha generado en la gente joven, que empieza a descubrir que, en nuestra historia democrática, estuvimos muchos años en peligro, amenazados", añade. "Esta historia genera muchas preguntas incómodas que estaban adormecidas".
En la base de Iosi nacen semillas incómodas, relatos de antisemitismo de una Argentina atravesada por la mafia de la desconfianza. Pese a la cultura de la polémica que envuelve a un mundo cada vez más incómodo en sus preceptos y valores heredados, Burman no cree en el miedo. "Me preocupa más no contar las cosas", apostilla. "Los riesgos que iba a tener por contarlo eran menores que el aporte social de hablar de antisemitismo desde la complejidad, no de forma simplista o victimista", explica.
¿Qué ha supuesto la ficción, entonces, para el director argentino? "Una extraordinaria historia de espionaje internacional en un marco geopolítico muy diferente, como es Latinoamérica, con un servicio de inteligencia muy precario, además de una extraordinaria historia de redención", concluye.
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