"Esta es la primera crisis verdadera del siglo XXI, la de 2008 fue solo financiera, no se sabe cuánto va a durar y aunque se controle el virus, va a seguir. Y es urgente anticipar al futuro, que es tremendo". Son palabras de Augusto Zampini , sacerdote argentino a quien el papa Francisco nombró ayer como secretario adjunto del Dicasterio para el Desarrollo Humano e Integral y que puso al frente de una inédita task-force creada hace dos semanas para responder en forma urgente a la pandemia del coronavirus .
" El Papa me llamó el miércoles y me dijo que quería que estuviera al frente de la task-force para agilizar la toma de decisiones : 'esto es muy importante, estamos ante un mundo nuevo y hay que responder de modo ágil e integral', me dijo... Estamos todos muy preocupados y para mí es un desafío enorme", dijo Zampini, de 50 años, a LA NACION.
Nacido en Buenos Aires en julio de 1969, antes de entrar en el seminario se recibió de abogado en la UCA y trabajó como tal en bancos y multinacionales. "Descubrí mi vocación tarde, a los 27, al ir a misionar a Salta con un grupo de jóvenes", contó Zampini.
Zampini, junto al papa Francisco
Fue ordenado sacerdote en la diócesis de San Isidro en 2004 y después de formarse en teología moral en el Colegio Máximo siguió estudiando en las mejores universidades del mundo: obtuvo un master en Desarrollo Internacional en la Universidad de Bath, un doctorado en Teología en la Universidad Roehampton de Londres y otro post-doctorado en Cambridge. Experto en teología moral vinculada con la economía y la ética ambiental, enseñó en diversas universidades de la Argentina y el Reino Unido. Con experiencia en el campo del Ébola, desde 2017 trabaja en el Dicasterio para el desarrollo Humano Integral, "ministerio" del Vaticano que encabeza el cardenal ganhés Peter Turkson.
Fue en el proceso previo al último sínodo sobre la Amazonia, en el que fue uno de los expertos, que se volvió cercano a Francisco . "Fue ahí que nos conocimos bien... Aunque yo lo recuerdo desde mi primera experiencia como cura, en 2005: yo trabajaba con un grupo en las islas del delta, en el Dique Luján, se nos rompió el motor de la lancha y se paró todo. ¿Quién nos donó el motor para seguir evangelizando? ¡Bergoglio! No éramos de su diócesis, pero se enteró de nuestro trabajo con los pobres y apareció... Ahí conocí al verdadero Bergoglio", contó.
Un encuentro entre el Papa y Zampini
La task-force para luchar ahora contra la pandemia es algo inédito, destacó el sacerdote. Por primera vez, en efecto, el Vaticano "se mezcla" con varias otras instituciones, movimientos y organismos públicos y de gobierno de todo el mundo, que van de la Universidad de Georgetown -una entre varias instituciones académicas-, al World Resources Institute y la Cátedra del Diálogo y el Encuentro del antropólogo argentino Luis Liberman.
"Esto nunca pasó antes, pero no podés hacerte el purista y sólo trabajar con los que piensan como vos, porque el virus mata a todos", subrayó Zampini.
La task-force que lidera se divide en cinco áreas : una de ayuda inmediata a hospitales y enfermos, coordinada por Cáritas y otros dicasterios; otra de análisis y reflexión, que es su campo específico; una tercera de comunicación; una cuarta de relaciones con los Estados; y la quinta con fund raising.
"Mi tarea esencial es reflexionar sobre cómo responder al nuevo mundo que se viene, anticipar el futuro, que es tremendo, tener propuestas, porque vemos que los gobiernos no saben qué hacer, el mundo está desesperado y entonces no sólo queremos ayudar con palabras, sino influir para que todo esto al final de lugar a un mundo más saludable y menos injusto", explicó.
En este marco la task-force, marcada por la urgencia, se basa en tres pilares. "El primero es tener un pensamiento crítico y reflexionar: cuando uno enfrenta una urgencia, un accidente en la calle por ejemplo, si mueve a una persona le rompe el cuello; el segundo es la complejidad: lo que enfrentamos no es una crisis de salud, sino que es una crisis económica, ecológica, de seguridad -alimentaria, ciberseguridad-, etcétera, y no hay una sola solución, sino que esto requiere de un estudio inteligente y abordar la crisis de modo integral", indicó. "El tercer pilar es la novedad: estamos ante un mundo nuevo y esta task-force debe reflejar un dicasterio en salida, con un liderazgo activo y ágil, que tenga mucha conexión con el mundo y con todo", agregó.
Entre los cientos de desafíos de este mundo con el nuevo Covid-19, Zampini aludió a las millones de personas que perderán el trabajo. "Algunos tendrán seguros de desempleo, pero muchísimos otros no y ¿qué hacen? ¿Qué hacen los Estados con eso? ¿Hay que compensar o dar asignaciones universales?", se preguntó.
"¿Y las deudas? Es algo imposible pagar deudas externas para países pobres que además enfrentan la pandemia y entonces hay que hablar con los organismos internacionales. Hay muchas cosas que hacer y rápido. No podemos esperar", advirtió. "Por otro lado hay temas como el de la distancia social, que es algo que hace mal porque somos seres sociales por naturaleza: hace unos días el abuelo de una amiga mía se murió de tristeza en Bélgica porque ya nadie podía ir a visitarlo al hogar donde estaba y dejó de comer... Hay que reinventar los vínculos sociales y en este marco, la espiritualidad es muy necesaria", añadió.
Más allá de los desafíos y la enorme preocupación por lo que vendrá, Zampini se mostró esperanzado, al subrayar que lo fundamental "es tomar esta crisis como una oportunidad de cambio, para un mundo mejor, más saludable y menos injusto".
Por: Elisabetta Piqué
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