El obispo surcoreano de Daejeon se muestra entusiasta por el acercamiento entre las dos coreas y asegura: “¡Cuánto sería bello que el Papa fuese a Pyonyang!”
Corea del Norte está lista para abrirse al mundo, renunciar a las armas nucleares y transformarse en un “país nuevo”. Por eso, si el Papa llega a visitar ese país será “un paso gigantesco”, una gran contribución a la paz en la Península Asiática. Pero más allá del optimismo, para que se concrete una visita apostólica a Pyonyang hacen falta muchos pasos. Sobre todo que las autoridades permitan la permanencia de sacerdotes católicos, que ahora brillan por su ausencia en norcorea. Todas consideraciones de Lázaro You Heung-sik, obispo surcoreano de Daejeon.
Durante una conferencia en la sala de prensa del Vaticano, el clérigo (que participa estos días aquí del Sínodo de los Obispos) se mostró entusiasta por el acercamiento de las dos coreas y calificó este tiempo como “una nueva era”. “Hasta el año pasado todo el mundo hablaba de que iba a explotar la guerra en Corea, pero en este año, gracias al soplo del espíritu santo, la situación ha cambiado 180 grados”, constató.
Recordó que el punto de quiebre se dio durante los Juegos Olímpicos invernales de enero pasado en Pieonchang (Corea del Sur), en los cuales se forjó una nueva relación entre el sur y el norte. Además destacó el encuentro del 27 de abril entre los presidentes Moon Jae-in y Kim Jong-un. “Fue verdaderamente un gran éxito, yo lo miraba por televisión, lloraba, reía, no sabía cómo reaccionar. Jamás lo hubiese imaginado”, siguió.
También valoró positivamente las varias reuniones sostenidas -en los últimos meses- por Jong-un y el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. “Viendo esta situación yo creo que Corea del Norte está lista para abrir el país, es decir renunciar a las armas nucleares y hacer un país nuevo. Esto lo digo sabiendo tantas cosas, por vía directa e indirecta”, no dudó en arriesgar, hablando en italiano.
Más adelante reveló que, en septiembre pasado, el presidente Moon le dijo al mandatario del norte que si quería llevar a su pueblo a “entrar en el mundo”, quizás el mejor modo de hacerlo sería invitando al Papa Francisco a visitarlo. Kim Jong-un respondió afirmativamente entonces y por eso, hace unos días, el portavoz del jefe de Estado surcoreano anticipó que si el pontífice viajase a Pyonyang sería recibido con una calurosa bienvenida.
“Ahora, el 18, mi presidente se reunirá con el santo padre. Sólo escuchando esta noticia pensé: ¡Cuánto sería bello que el Papa fuese a Pyonyang! Pero en realidad se necesitan dar muchos pasos antes. Entiendo que la visita sería, ante todo, pastoral. Pero de ser así algunas cosas de Corea del Norte deberían cambiar. Por ejemplo, ahora no hay presencia de sacerdotes en Corea del Norte, sería necesario que, al menos, hubiese sacerdotes y también cierta libertad religiosa”, señaló Heung-sik.
El próximo jueves, Francisco recibirá en audiencia privada a Moon Jae-in en el Vaticano y un día antes, por la tarde del 17 de octubre, el presidente participará de una misa “por la paz en la Península Coreana” celebrada por el cardenal secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, en la Basílica de San Pedro. Esa visita, enmarcada en una gira por varios países europeos del presidente surcoreano, será la ocasión para transmitir la invitación al Papa para que viaje pronto a Pyonyang.
Más adelante, el obispo Lázaro You Heung-sik aseguró que sabe cuánto del Papa reza por la unidad de Corea y evocó sus varias intervenciones públicas pidiendo la paz en la Península. Reconoció que entre los jóvenes surcoreanos existe miedo por el impacto que tendría en su país, a nivel económico, la ayuda a Corea del Norte. Precisó que muchos de ellos piensan que se empobrecerán y perderán puestos de trabajo.
Pero el clérigo sostuvo que, más allá de ese miedo, muchas cosas pueden hacer ambas partes y por eso la Iglesia está promoviendo un clima de encuentro. “Este es nuestro rol”, indicó. Y sentenció: “Si el Papa fuese allá daría un paso gigantesco, un paso cualitativo para la paz en la Península Coreana y Corea del Norte entraría a la comunidad internacional como un país normal”.
El obispo de Daejeon también se refirió al reciente acuerdo provisional para el nombramiento de obispos firmado entre la Santa Sede y la República Popular de China. Confesó haberse quedado “contentísimo” al saber la novedad y recordó que ya desde tiempos del Papa Juan Pablo II y después Benedicto XVI, los papas rezaron mucho por ese entendimiento.
“Cuando supe la noticia me conmoví. También viniendo a Roma pude constatarlo al encontrar a estos dos obispos chinos, junto con un sacerdote, que participaron en el Sínodo”. Reveló que con ellos instauró una relación cercano y los considera “hermanos a amar”.
Y estableció: “Ellos me trataron como si fuera un hermano mayor, nos intercambiamos nuestras direcciones, seguramente pronto iré donde ellos viven o ellos vendrán a mi casa. Son iguales a todos los demás. No sabemos lo que ocurrirá políticamente pero esta gracia permanecerá, seguirá adelante, estoy seguro que dará muchos frutos buenos para la China y el mundo”.
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