Ji Ji Ji, la cooperativa que surgió en un Eempa de Educación Popular

Ji Ji Ji, la cooperativa que surgió en un Eempa de Educación Popular

Una experiencia pedagógica transformadora con personas en situación de calle y alojadas en el refugio del Buen Pastor. Se integraron en una organización colectiva y solidaria para producir y procurar ingresos a partir de trabajo genuino.

La tasa de desempleo (el nivel de desocupación entre la población económicamente activa) bajó en el último trimestre del 2022 (del 8,2% a 7,1%) y confirmó una tendencia que se mantiene en los últimos años, tras la pandemia del coronavirus. Sin embargo, un sector de la sociedad sigue sin posibilidades de reinsertarse en el mercado laboral, por diferentes situaciones, y tampoco es alcanzado por las política públicas, tanto educativas como laborales, que aspiran a lograr un objetivo cuantitativo, a veces ilusorio, sin considerar caminos, problemáticas y vínculos.

Siguiendo las enseñanzas de Paulo Freire, Fabian Cabaluz, Hernán Ouviña y Antonio Gramsci, el EEMPA de Educación Popular Papa Francisco llevó a cabo una propuesta pedagógica transformadora que tuvo como resultado un proyecto colectivo, la cooperativa Ji Ji Ji, nombre que rinde homenaje al gran hit de Los Redondos y que provocaba en cada recital “el pogo más grande del mundo”. 

"Venimos trabajando desde hace dos años con un grupo increíble de alumnos que me enseñan a vivir y a luchar más de lo que yo les puedo dejar a ellos como enseñanza. En las clases tratamos de descolonizar el saber, prefigurando para ello una nueva idea de comunidad que respete lo común, que afiance lo colectivo, que confronte a la desigualdad, que sea transformadora y, especialmente, que luche por el buen vivir de todas las personas", comenzó contando Lucas Castricone, profesor de matemáticas de la escuela, en diálogo con RosarioPlus.

"En este marco pudimos avanzar en el armado de una cooperativa, que primeramente surge desde mi espacio curricular y luego se fueron sumando docentes, como el profesor de música Francisco Martino, y profes de taller de carpintería y electricidad, entre otros. En este camino trabajamos la economía social y popular, la idea de cooperativa como espacio donde se horizontalizan las relaciones, donde se vive lo comunitario, donde se expresa la palabra, se escuchan las distintas voces con libertad y democracia", comentó el licenciado en Enseñanza de las Ciencias, sobre el génesis de la cooperativa Ji Ji Ji.

En el Aula Buen Pastor, ubicada en Gálvez y Laprida, del EEMPA de Educación Popular Papa Francisco, se trabaja con una población de gente en situación de calle (aunque en la mayoría de los casos hoy están viviendo en el refugio Buen Pastor), en contextos de vulnerabilidad y, en general, en problemáticas de consumo.

"En las clases tomamos a la cooperativa como metodología pedagógica; en las asambleas se socializan los conocimientos, surgen y se plantean, por ejemplo, problemas matemáticos de resolución abierta -o que surgen a partir de las situaciones o conflictos puntuales- mientras vamos fabricando también los productos propios de esta cooperativa mediante la capacitación técnica y la formación laboral", indicó el docente. 

De la idea a los perros dinamitas

Juan Cañete tiene 56 años, es uno de los impulsores de la cooperativa, y el trabajo en conjunto con otros compañeros fue una experiencia novedosa en su vida. "Jamás trabajé en forma cooperativa o asociado a alguien, siempre estuve laburando en un taller y hace 15 años empecé a laburar por mi cuenta. Al principio me involucré por mi conocimiento en carpintería, después vi que la cooperativa tenía esa manera de trabajar donde se valora la igualdad, colaboración y ser solidario; algo que en la sociedad se perdió".

"Este involucramiento en el cooperativismo me llevó a ver que es una manera muy humana de llevar a cabo una producción", indicó el estudiante del Eempa, y agregó: "Hay muchos aspectos para destacar, uno es el de formación laboral, pero también es muy importante la cuestión de los vínculos, porque en este grupo de gente no hay autoridad, hay algunos principios muy importantes. Eso, en esta sociedad, es algo que yo valoro mucho".

Por su parte, Marcelo encontró en el refugio, Eempa y la cooperativa una nueva forma de conectarse con su identidad. "Llegué de un centro de rehabilitación, venido de cárcel, y acá me aceptaron, sabía que era solo un refugio, pero de a poco se fue convirtiendo en otra cosa", indicó el hombre de 53 años. "Pasaba siempre por el Eempa y decía: 'esto para mí no, tengo 53 años y un oficio de tornero mecánico y no me va eso de estudiar devuelta'. Pero mi hija empezó a decierme que podía, me recordó que cuando salía de trabajar compraba libros y tenía una biblioteca. Ahí me incentivé". "Creía que me iban a matar con las materias, porque estoy viejo, y nada que ver, fue sencilla la cosa. Me empezó a gustar, a atrapar mucho", celebró el tornero.

En cuanto a la génesis de la cooperativa Ji Ji Ji, "Chelo" comentó: "Salió de la nada, fue idea de los profesores de matemática. Empezamos evaluando sistemas de trabajo cooperativo, como un microemprendimiento, y después de ahí salió la idea de una cooperativa, y él nos incentivó. Tuvimos mucho planeamiento, pero nunca arrancábamos". 

Aunque todavía no cuenta con personería jurídica, y en esta primera etapa del emprendiemiento se hizo hincapié en lo pedagógico, antes de finalizar el 2022, la cooperativa tuvo su primera producción, unos veladores de madera llamados "Perro dinamita", en otra alegoría a una canción de Los Redonditos de Ricota. "Tenemos muchos pedidos de los perritos dinamitas y muchos proyectos más que podemos hacer el año que viene", anticipó Marcelo.

"Cuando entré, me costó mucho relacionarme, mi modo de pensar era diferente, de la calle. Acá encontré amistades. Fui buscando mi modo de vida, acomodándome a mi desarrollo. Siempre fui solitario, de leer mucho. Acá los profesores me ayudaron. Empecé a leer mucho sobre el estoicismo, que me ayudó mucho en mi progreso en la recuperación de mis adicciones. La profesora de literatura me regaló Los Principios de la Filosofía (de René Descartes), y ya lo estoy leyendo. Quiero terminar la Facultad, no para ejercer, pero por lo menos para llegar a algo", manifestó Marcelo.

Sobre el EEMPA Papa Francisco

El Eempa Papa Francisco cuenta con cinco aulas en los barrios Tablada, la Lata, San Martín Sur y del Valle (atrás del Casino) y en Gálvez y Laprida. Es por el momento aula radial de otra escuela (Nuestra Señora de la Merced) mientras espera un reconocimiento del Ministerio de Educación como Eempa independiente. Surgió por una iniciativa de curas villeros y otras personas que hemos trabaja desde lo social en los barrios y con la gente en situación de calle y en educación.  

"Como cierre, es importante decir que esta cooperativa pedagógica prefigura una idea de comunidad de vida, que se proyecta a futuro, en un provenir que exceda lo estrictamente áulica para experimentar hoy, anticipadamente, la sociedad en la cual queremos vivir, una sociedad más justa e igualitaria. Así lo entienden pensadores como Freire, Cabaluz, Ouviña o Gramsci, y esto puede tener algo de utópico, pero vale la pena luchar por esa utopía esperanzadora y no vivir en la exclusión o en alienación que exige la sociedad capitalista- neoliberal", concluyó Lucas Castricone, docente de matemática.  

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