Durante dos días argentinos de diversos credos debatieron sobre cuestiones actuales. Y se emocionaron con León Gieco cantando delante del Papa.
Por Guillermo Marcó
Hace más de un año que teníamos en el horizonte los diez años de pontificado del Papa Francisco. Habíamos pensado realizar un congreso académico en el Vaticano y titularlo “De Jorge a Francisco; de Argentina al Mundo”. Es habitual escuchar en la Argentina, sobre todo de los católicos, comentarios muy críticos hacia el Papa. No hace falta abundar en detalles ya que uno de nuestros problemas, suele ser mirar a Francisco desde lo que sale en nuestros medios de comunicación; si dijo esto, si se sacó la foto con fulano de tal o le mando un Rosario a zutano...
En una ocasión cuando era su vocero en Buenos Aires redacté una gacetilla de prensa sobre todo lo que iba a ocurrir en Semana Santa. Habíamos organizado un Vía Crucis por la avenida de Mayo, desde la Plaza del Congresos hasta Plaza de Mayo. El cardenal terminaría hablando desde un podio frente a la catedral. Como él ya había escrito lo que iba a decir, envié la homilía con embargo para que los periodistas pudiesen trabajarla con tiempo. Aquella noche de Viernes Santo diluvio en la ciudad y el Vía Crucis se suspendió y, por lo tanto. no pronunció la homilía.
A la mañana siguiente en su primera plana un importante matutino titulaba: Impresionante manifestación de fe, miles de personas en la avenida de Mayo, etc., etc., etc… Al verla me pregunté cuál había sido la realidad: ¿La que protagonizamos los que estuvimos en Congreso cuando empezó a diluviar o la que decía el diario? No tengo dudas de que las miles que no fueron y leyeron el diario le creyeron más al diario. Tengo la impresión de que a los argentinos nos pasa lo mismo con los medios y Francisco.
Cuando organizamos el congreso no lo hicimos como un homenaje al Papa. Él no lo hubiese aceptado. No le gustan los homenajes. Lo hicimos fundamentalmente para exponer en el Vaticano algunos ejes temáticos que veníamos trabajando desde el Instituto del Diálogo Interreligioso (IDI) en la Argentina que están en línea con las, digamos, políticas de Estado de la Santa Sede: las periferias, la educación, el trabajo, el medioambiente, el diálogo Interreligioso.
Al leer la declaración final, el ex canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, afirmó que “los temas desarrollados en este congreso han sido agenda internacional de todos los líderes mundiales. No sé cómo podemos pensar que no hay espacio para el optimismo ante un proceso de cambio como el que tenemos, en el que se caen muchos paradigmas y emergen muchos otros desde el campo religioso, que propone una agenda diversa y superadora de muchos de los conflictos antiguos”.
La última palabra fue de Fernando Straface, funcionario de CABA, quien señaló: “Los inspiradores de este congreso nos estaban haciendo una invitación para enriquecer e incorporar elementos nuevos en la noción de una sociedad de destino compartido. Hagamos todo lo posible para construir la mejor Nación que podamos y como me decía un importante líder religioso: ‘Nunca nos olvidemos de dejarle un pequeño porcentaje a Dios que Él se va a ocupar’.
Al día siguiente nos congregamos en la Plaza de San Pedro. Entramos al Palacio Apostólico, en un recorrido increíble precedidos por la Guardia Suiza. Fuimos atravesando patios, subiendo magníficas escaleras de este lugar cargado de historia, para encontrarnos con el 266 sucesor San Pedro, en la imponente Aula del Consistorio. Recibimos a Francisco con un aplauso cerrado. Después de unas palabras nuestras, Francisco, hablando desde el corazón, ponderó el valor del diálogo con diversas anécdotas. Finalmente, se tomó el tiempo para saludar y escuchar a cada uno de los presentes: éramos 114.
Mi amigo y maestro Ricardo Celma le regaló un cuadro enorme que le había pintado especialmente y él lo miró admirado. Después Leon Gieco, a modo de oración común, cantó “Solo le pido a Dios”... que todos también entonamos. Emocionados, nos fuimos a los jardines vaticanos, donde plantamos un olivo con tierra traída de la Plaza de Mayo donde, con el cardenal Bergoglio, plantamos otro en 2000 pidiendo por la paz. También con tierra que llevamos de Luján. Ojalá que la patrona de la patria traiga esa paz pronto a los corazones de todos los argentinos, y que “la reseca muerte no nos encuentre, sin haber hecho lo suficiente” para lograrla.
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