Con el lema "Como María, peregrinos de esperanza", los fieles caminaron al santuario mariano desde la parroquia Nuestra Señora del Carmen, de Zárate, y desde la catedral Santa Florentina, de Campana.
Como ya es tradición, el sábado 2 de noviembre, cientos de fieles de Zárate-Campana participaron de la 47ª peregrinación diocesana a Luján. Los peregrinos partieron de la parroquia Nuestra Señora del Carmen, de Zárate, y de la catedral Santa Florentina, de Campana.
Durante el recorrido, que llevó el lema de siempre - "Cómo María, peregrinos de esperanza"-, la comunidad compartió oraciones y cánticos, mientras llevaba sus peticiones y agradecimientos a Nuestra Señora de Luján.
Como desde hace años, el obispo de Zárate-Campana, monseñor Pedro Laxague, acompañó a los peregrinos y servidores. "La Virgen nos enseña a caminar con esperanza, la esperanza nos lleva a amarnos más, a cuidarnos más, a cuidar las relaciones entre nosotros. Hay que aprender a compartir las cosas lindas de la vida, dejando lo malo de lado, como una gran familia", señaló el prelado, al bendecir la columna de peregrinos de Zárate.
El domingo 3, a las 6 de la mañana, el prelado presidió la misa en la basílica y, en su homilía, destacó: "Qué hermoso para los ojos de María vernos reunidos como hermanos aquí, como hijos de Dios y de ella, porque así Dios lo quiso. Ayer, hace muchas horas, yo les decía que peregrinar es caminar juntos, y caminar juntos es estar unidos en ese amor grande que Dios nos da".
Al respecto, indicó que "estoy feliz de ver cómo nuestra familia diocesana es capaz de unirse con el amor de Dios para honrar a su Madre, y yo le pedí mucho esa comunión fuerte entre nosotros de ayudarnos".
"Lo central de nuestra vida de creyentes es el amor. Lo dice Jesús, lo explica el hombre este que sabía mucho de la ley de Moisés: amar a Dios implica siempre el amor al prójimo", planteó, y consideró: "Por eso, esto de caminar juntos en la vida, no solamente en la peregrinación. En la vida, es tan importante que sepamos que estamos con Dios cuando amamos al prójimo desinteresadamente, porque el amor es gratuito cuando servimos al otro, cuando damos la vida por el otro, cuando nos brindamos por el otro
Concluyó pidiendo a María, "que es todo amor por nosotros, como fue con su hijo Jesús, que nos enseñe a amarnos y que escuchemos las palabras de Jesús. Amar a Dios y amar al prójimo, esa tiene que ser la consigna para cada momento".+
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