Se extienden hasta el 23 de octubre y conmemora la huida de Egipto, cuando Moisés condujo al pueblo judío por el desierto. El rabino de AMIA, Eliahu Hamra, compartió una reflexión sobre cómo la fragilidad y la inestabilidad despiertan las fortaleza.
Desde el domingo 16 hasta el alba del lunes 23 se conmemora la huida de Egipto, cuando Moisés condujo al pueblo judío al desierto y vivieron en tiendas durante 40 años.
Luego de la celebración de Rosh Hashaná y de Yom Kipur, Sucot es la festividad en la que se honra el camino que recorrieron los antepasados por el desierto, tras la salida de Egipto.
Para destacar el significado de esta fiesta que se extiende hasta el 23 de octubre, el rabino de AMIA, Eliahu Hamra, compartió una reflexión sobre cómo la fragilidad y la inestabilidad que se vive pueden despertar las fuerzas necesarias para hacerle frente a la adversidad.
Desde este miércoles, con la salida de la primera estrella, el pueblo judío celebra la festividad de Sucot, fiesta que transcurre durante siete días, hasta el 23 de octubre.
Sucot tiene un número relativamente alto de mitzvot (mandamientos) y costumbres únicas. La principal de ellas es la mitzvá de habitar en la sucá (cabaña) durante los días en los que tiene lugar la celebración.
Hemos pasado por los días de Rosh Hashaná y Yom Kipur, en los cuales purificamos nuestra alma a través del arrepentimiento y el rezo ante el Creador del mundo, y nos unimos a un mundo espiritual y más elevado. Ahora, debemos llevar esa alma – espiritualidad – al cuerpo material y adaptar la santidad al resto de los días.
Cada año, durante la festividad de Sucot, salimos de nuestros hogares confortables, permanentes y seguros, y vivimos durante siete días en una sucá transitoria y frágil, sin techo y expuesta a las inclemencias climáticas.
Este año, más que nunca, la transitoriedad de habitar en la sucá adquiere un significado especial, ya que cientos de miles de judíos en Israel han sido desplazados de sus casas por la guerra y no han podido vivir en sus hogares. En la diáspora, muchos judíos han perdido la sensación de seguridad debido al aumento del antisemitismo. Y aquí la situación socioeconómica genera preocupación en muchas familias que enfrentan penurias y privaciones.
La palabra “transitoriedad” puede producir una sensación incómoda, como si nuestra seguridad tambaleara. El ser humano moderno busca puntos de control y estabilidad: una casa, un ingreso estable, una relación sólida, el control sobre la naturaleza, los recursos y la capacidad de crear y desarrollarse.
Debido a la sencillez de la sucá y su aparente precariedad, ésta actúa como una expresión y un direccionamiento de nuestra atención hacia D-os en nuestras vidas, quien manifiesta Su presencia divina sobre nosotros en la sucá.
Lo mismo ocurre en nuestras vidas. Las dificultades y la sensación de inestabilidad despiertan las fuerzas y la grandeza del alma judía que hay dentro de nosotros, y encontramos en nuestro interior una profunda conexión con el pueblo eterno y una fe en el poder supremo del Creador del mundo, un fortalecimiento que hemos visto en el gran aumento en la cantidad de participantes en las oraciones de Rosh Hashaná y Yom Kipur en las sinagogas.
Salir a la sucá durante toda una semana, es parecido en cierto modo a un campamento con tiendas. No es parte de la rutina diaria.
La sucá es una estructura temporal y frágil que, en apariencia, no ofrece ninguna protección, pero es precisamente esa fragilidad lo que devuelve a nuestras vidas la presencia de D-os, quien nos cuida de todo.
Esto nos recuerda cuán débil es nuestra existencia en general, incluso cuando creemos vivir en una casa sólida y dicho reconocimiento refuerza nuestra comprensión de lo mucho que necesitamos a D-os.
Esto nos confronta con nuestra propia vulnerabilidad y nos obliga a salir de nuestra zona de confort. Al hacerlo, nos enseña que aunque busquemos seguridad en lo material, la verdadera estabilidad proviene del Creador y de la supervisión divina. La fe en D-os nos ofrece un sentido de propósito y nos recuerda que, aunque la vida puede parecer ser incierta y frágil, siempre contamos con Su cuidado y Su presencia.
Es precisamente debido a la temporalidad de la sucá que debemos confiar en quien nos mandó habitar en ella.
Nos servirá como un recordatorio y prueba de la realidad de D-os en nuestras vidas, potenciando en nosotros la fe de que, así como Él envolvió y protegió a los hijos de Israel durante 40 años mientras caminaban por el desierto con nubes de gloria, así también Él nos protegerá contra los peligros que nos acechan.
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