Desde el atardecer del próximo lunes hasta el atardecer del martes 7 de marzo, la comunidad judía celebra Purim, la festividad que recuerda la salvación milagrosa del pueblo hebreo frente a la amenaza de exterminio y aniquilación que regía en la antigua Persia, en aquel tiempo regida por el monarca Ajashverosh.
Purim se centra en Ester, una joven judía que se presentó en el concurso de belleza que se había organizado para elegir a la nueva consorte, y en su primo Mordejai, que trabajaba en el Palacio.
Por entonces, un edicto real ordenaba la aniquilación del pueblo judío, un decreto que el primer ministro del Rey, Hamán, había logrado imponer tras persuadir al soberano.
Ester ocultó su identidad judía cuando se presentó ante el rey persa. Al haber sido elegida consorte real, la preocupación invadió a los judíos de todo el reino. Fue Mordejai quien convenció a Ester que se presentara ante el Rey para expresarle la verdad, e intentara revocar el edicto.
Ester lo hizo, e invitó al Rey a su primer ministro a un banquete para el día siguiente. El insomnio, esa noche, se apoderó del monarca, quien ordenó buscar el libro de las Crónicas del Rey. Allí leyó que Mordejai le había salvado la vida, y recordó que no había hecho ningún honor al primo de Ester por esa noble acción.
Al día siguiente, el monarca decidió honrar a Mordejai y para ello, Hamán debió llevarlo por toda la ciudad, repitiendo una proclama: “Este honor se hace a quien el Rey quiere honrar”.
En el banquete, Ester le dijo al soberano que era judía y le habló del plan de Hamán para exterminar a su pueblo. Enojado, el rey mandó a colgar a su primer ministro en la horca que él mismo había preparado para Mordejai.
Finalmente, el 13 de Adar, el rey dio permiso a todos los judíos para que se defendieran de todos aquellos que los hostigaran. El edicto finalmente se revocó y en esa guerra los judíos se salvaron, lograron vencer a sus enemigos e instalaron la costumbre de festejar Purim al día siguiente, el 14 de Adar, para celebrar que ya no corrían peligro, gracias a la intervención divina de Ester y Mordejai.
Cuatro preceptos caracterizan a la festividad, la celebración más alegre del calendario hebreo: la lectura del libro bíblico de Ester; compartir regalos los unos a los otros; ayudar monetariamente a las personas más necesitadas, y comer carne y beber algo de vino.
La importancia de la valentía y la fe en el Creador, incluso en los momentos más oscuros y difíciles, es uno de las grandes enseñanzas que se evocan en Purim, días en que también recordamos el poder de nuestras acciones para poder cambiar el destino, tal como lo hicieron nuestros antepasados.
¡Purim Sameaj!
Que podamos cumplir los preceptos y llevar alegría a quienes más lo están necesitando.
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