Sorpresivamente, en la muy laicista “République” dos precandidatos presidenciales compiten por ver quién está más en línea con el mensaje del pontífice argentino y por seducir al electorado católico.
Por Claudia Peiró
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Aunque todavía faltan varios meses para las elecciones presidenciales francesas (mayo de 2017), según la mayoría de los pronósticos habrá una segunda vuelta entre Marine Le Pen, la candidata de ultraderecha -que hoy encabeza los sondeos pero que no alcanzaría un triunfo en primera vuelta-, y algún otro contendiente que, considerando la desastrosa gestión del actual presidente socialista Francois Hollande, es muy posible que surja de las filas de la derecha.
Esto explica el súbito interés y la alta participación en las primarias de esa corriente, cuya segunda vuelta tendrá lugar este domingo 27 de noviembre entre Francois Fillon, ex primer ministro de Nicolas Sarkozy que, con 44 por ciento de los votos casi se impone en primera vuelta, y Alain Juppé, actual intendente de Bordeaux, que obtuvo el 28 por ciento.
Lo llamativo del caso es que los dos candidatos que disputarán este domingo la candidatura presidencial de la derecha compiten en estos días por ver quién está más cerca del mensaje del Papa Francisco. Las razones: un resurgir de la militancia y del voto católicos que habría sido clave en la ventaja obtenida por Fillon.
El diario Le Monde, por ejemplo, dice que "la reciente carrera por la unción pontificia entre Francois Fillon y Alain Juppé, inédita bajo la 5a República entre aspirantes a la presidencia, ilustra el peso adquirido por el voto de los católicos".
Fillon siempre se definió como católico y anualmente participa de retiros espirituales en la Abadía benedictina de Saint-Pierre de Solesmes, cerca de su pueblo natal. Alain Juppé, por su parte, se define como "católico agnóstico", es decir, alguien que creció en un ambiente religioso, pero no es practicante en la actualidad.
Ambos libran en estos días una pulseada por ver quién es el más fiel y cercano a las enseñanzas y al mensaje del Papa Francisco.
Fillon cuenta con el respaldo de los grupos que en Francia motorizaron las grandes movilizaciones de la Manif pour tous(opuestos a la ley de matrimonio homosexual finalmente aprobada durante la gestión de Francois Hollande). Estos sectores se agruparon bajo el nombre la "Manif pour tous" (manifestación para todos) y "Sens commun" (sentido común); este último sería una emanación política de la primera.
Es para minar este apoyo católico a su adversario que Juppé intenta una diferenciación entre esta corriente -que según él sería ultraconservadora y más identificada con un supuestamente "reaccionario" Benedicto XVI, el papa emérito- y el mensaje de Francisco con el cual él estaría más identificado que su adversario Fillon. Juppé se dijo "más abierto al modernismo" que su "extremadamente tradicionalista" rival y, sobre todo "más cercano al papa Francisco que 'Sens commun´ o 'La Manif pour tous'".
Pero Fillon no se quedó atrás: "No estoy seguro de que (Juppé) haya escuchado y leído al papa Francisco -replicó-. Respecto a la mayoría de los temas sobre los cuales Alain Juppé parece querer criticarme,el papa Francisco dice lo mismo que yo".
Algunos medios católicos señalan que esto es cierto en el plano de la moral -aborto, matrimonio…- pero no lo sería tanto en lo que respecta al programa económico de ambos candidatos. Los dos son liberales, pero Fillon ha anticipado una serie de medidas de austeridad y de reforma del generoso Estado benefactor de su país, que le permiten a sus críticos tildarlo de "Thatcher" francés.
Pero hay un plano en el cual Francois Fillon sí está en línea con las preocupaciones del sumo pontítice y es el de la situación de los cristianos perseguidos en Medio Oriente y Asia, que ha sido uno de los temas más presentes en sus intervenciones de los últimos días.
Por otra parte, la prensa francesa ha destacado la relación muy cercana del probable futuro primer mandatario de Francia con el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Fillon ha coincidido con él en la visión de la crisis ucraniana -se opuso a las sanciones europeas contra Moscú por la anexión de Crimea- y, muy especialmente, en la vía de resolución de la guerra en Siria. En el año 2013, en el mismo momento -septiembre- en que Francisco le escribía al líder ruso una carta pidiendo por su intermedio a la OTAN abstenerse de una intervención militar en aquel país y convocaba a una vigilia por la paz en la plaza San Pedro, Francois Fillon participaba de un encuentro en Rusia, con Putin como anfitrión, y decía: "Es a través de nuestro diálogo, querido Vladimir, que llegará la paz a Siria". Más recientemente, en abril de 2016, el dirigente francés escribió: "En Siria, una sola potencia dio muestras de realismo: fue Rusia". Fillon considera además que la intervención de Moscú en esa guerra es el único verdadero dique de contención contra Estado Islámico.
Más papistas que el Papa
Esta sorprendente -e involuntaria, cabe decir- irrupción del papa Francisco en la campaña presidencial francesa se explica también por la gran movilización de los católicos en la primera vuelta de las primarias de la derecha, un voto que fue clave en la contundente ventaja obtenida por Francois Fillon. El sociólogo Olivier Bobineau escribió en el diario Le Monde que el éxito de este precandidato "se explica en gran parte por las huellas dejadas por el sustrato católico, que permanece vivo en una generación de electores pese a la descristianización".
Francia ha sido uno de los países europeos donde con más fuerza arraigó el catolicismo –de Clovis a Juana de Arco, pasando por Carlomagno, son muchos los mitos fundantes de cuño religioso en esa Nación– pero también uno de los más furibundamente anticlericales, como lo muestra la impronta de la Revolución Francesa de 1789.
Irónicamente, aunque en su momento el gobierno francés -presidido por el también de derecha Jacques Chirac- fue uno de los que se opuso a la mención de las "raíces cristianas" de Europa en la Constitución de la UE, hoy la fe católica parece haberse vuelto un elemento clave en la definición de la contienda entre los dos precandidatos de esa ala política.
En opinión de Bobineau, el respaldo de los católicos a Fillon "remite a un movimiento histórico de fondo que ha dado forma a nuestros territorios, nuestra cultura y nuestra relación con la política", algo que él llama "civilización parroquial".
Uno de sus rasgos sería la tendencia de los creyentes a la "sacralización", al "respeto" por determinados espacios, momentos o personas. En este sentido, para una corriente católica que resiste la modernidad desacralizante, Fillon representa algo que "incita al respeto", dice Bobineau, citando opiniones de los votantes. Por caso, su estilo y su imagen contrastan con un Nicolas Sarkozy -de quien sin embargo fue Primer Ministro durante cinco años- que, por decirlo suavemente, "desacralizó" la función presidencial.
París bien vale una misa
El sitio de actualidad católica Famille Chrétienne se pregunta con qué fundamento Alain Juppé contrapone al papa Francisco con los sectores que alentaron las marchas en defensa del matrimonio tradicional, a los que el precandidato tilda de "retrógrados" y que hoy respaldan mayormente a su adversario Fillon.
"¿De dónde saca esta ilusión?", se pregunta el sitio. Y responde: "De una radio o de un diario. Alain Juppé es como los tres cuartos de la clase política: confía en los grandes medios y replica de inmediato sobre lo que acaba de escuchar en la radio". Y agrega: "El Papa sostiene que el matrimonio sólo concierne antropológicamente a la pareja hombre-mujer.Francisco, por lo tanto, no criticó jamás a quienes, en Francia, se movilizaron para defender esta evidencia".
Para el diario de izquierda Libération, este respaldo de la "derecha católica" a Fillon representa "un retorno a la defensa de la familia, del trabajo y de la religión". Y recuerda que el precandidato respaldó los "delirios" (sic) del papa Francisco sobre la "colonización ideológica" de la escuela, en referencia a la teoría del género.
En definitiva, la célebre frase de Enrique IV (1553-1610), el hugonote borbón que debió convertirse al catolicismo para ser coronado rey, poniendo así fin a un largo período de sangrientas luchas civiles entre católicos y protestantes -bando éste último que él encabezaba-, vuelve a tener vigencia en Francia, demostrando que las raíces cristianas que muchos quieren desconocer siguen enervando el subsuelo más profundo: "París bien vale una misa".
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