Centenario de nacimiento de San Juan Pablo II: Tres aspectos de su personalidad y obra

Centenario de nacimiento de San Juan Pablo II: Tres aspectos de su personalidad y obra

El Arzobispo Emérito de La Plata (Argentina) y Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, Mons. Héctor Aguer, reflexionó este fin de semana sobre tres aspectos de la personalidad y obra del Papa San Juan Pablo II.

 

El sábado 16 de mayo, en su programa televisivo “Claves para un Mundo Mejor”, el prelado argentino dijo que quería dedicar unos “minutos de reflexión para hablar de esta figura extraordinaria de la Iglesia contemporánea” en el marco del centenario de su nacimiento.

1. Primer aspecto: Defensa de la vida en todas sus etapas

El primer aspecto de San Juan Pablo II que valoró fue su “magisterio”, en el que dirigió “la Iglesia con su sabiduría” y puso “en clave los problemas fundamentales que debía afrontar en estos años difíciles”.

Sobre todo, Mons. Aguer resaltó la acción del Papa en “la cuestión de la vida” y la “defensa de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural”.

“Hay una encíclica suya, preciosa, que comienza con estas palabras ‘Evangelium Vitae’ o el ‘Evangelio de la Vida’ donde presenta como una buena noticia esta verdad que la Iglesia ha defendido siempre y que hoy día es más atacada que nunca. Es atacada en la doctrina y en la práctica”, comentó Mons. Aguer.

También resaltó las catequesis que San Juan Pablo II dedicó “durante dos años enteros, en esas famosas catequesis de los miércoles en las audiencia generales, para tratar las cuestiones sobre el cuerpo, el sexo, el amor, y en definitiva a la familia”.

“Hoy día es algo muy necesario porque, como sabemos muy bien, no se tiene en cuenta para nada todo eso y hay un pansexualismo invasor incluso en los niños y en los jóvenes, auspiciado por la mala educación sexual que imponen los gobiernos, hace estragos. Y la Iglesia tiene que defender este aspecto fundamental de la vida humana y de la vida cristiana”, aseguró el obispo emérito argentino.

2. Segundo aspecto: Su vida de oración

La segunda cuestión que destacó del Papa Juan Pablo II es que “ha sido un hombre de oración”, aspecto que “lo atestiguan todos aquellos que han tenido contacto cercano con él”.

“He tenido la oportunidad de estar muchas veces con él, notaba efectivamente que era un hombre que estaba lleno de Dios. No hacía falta ninguna cosa especial, sino que en su modo de hablar y de tratar se notaba que uno estaba ante un hombre de Dios y eso solo se puede conseguir a través de horas y horas de oración. Y eso lo cuentan muchos testigos y gente que estaba cotidianamente cerca de él que señalan que el Papa Wojtyla oraba y oraba intensamente”, relató Mons. Aguer.

Sobre la importancia de la oración, dijo que “es fundamental en la Iglesia”, porque ésta “no solamente tiene que trabajar, que evangelizar, dedicarse a la acción social sino que también tiene que dedicarse a la contemplación”.

“Y cuando digo la Iglesia pienso en todos los miembros de la Iglesia, desde el Papa hasta el último de los cristianos. Y es un aspecto que, quizás, nosotros vamos descuidando. La adoración y la oración son algo fundamental en la vida de la Iglesia”, agregó.

3. Tercer aspecto: Su dinamismo pastoral

Sobre este punto, Mons. Aguer destacó los “numerosísimos viajes llevando el Evangelio a todas las naciones y en ese dinamismo él se ha dado cuenta de cuál era la situación de la cultura contemporánea”.

“Y me detengo especialmente en este punto: había una política vaticana que pensaba que el comunismo era un fenómeno que había llegado para quedarse y que había que tratar con él para conseguir algún especio de libertad para la Iglesia. Y este Papa que venía del ‘mundo comunista’ en su primer viaje a Polonia, con su apoyo al movimiento del Sindicato Solidaridad comenzó el derrumbe del sistema soviético. Esto es algo que debemos agradecerle”, dijo.

Finalmente, el prelado argentino contó una anécdota personal que vivió con Juan Pablo II.

“La primera vez que estuve con Juan Pablo II, yo era joven, tenía 48 años y muy poco como obispo. El Papa Wojtyla me puso la mano en el hombro y me dijo con esa voz suya, tan particular: ‘Obispo joven’. Y yo me atreví a decirle: ‘Santidad: Usted sabe que eso es un defecto que se corrige con el tiempo’ y él asintió y con esa voz potente dijo: ‘Tiene razón’. Nunca voy a olvidar eso y lo tengo registrado en una foto que veo con frecuencia y me permite acordarme muchísimo de este Papa al cual ahora tenemos que invocar como santo”, relató.

“Pidámosle todo lo que necesitemos. Pidámosle que la Iglesia pueda en este contexto tan difícil dar testimonio de la verdad de Cristo y no atemorizarse ante los problemas y ante los movimientos contrarios sino que ese testimonio martirial que viene dándose desde el tiempo de los apóstoles tiene que repetirse”, concluyó Mons. Aguer.

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