Cementerios Judíos en México

Cementerios Judíos en México

Al rastrear las huellas de la vida judía en Monterrey, es imposible soslayar el periodo colonial. A pesar del estatuto clandestino de su inmigración, provocado por la expulsión de España y por la prohibición de asentarse en los nuevos territorios americanos, en 1579 Luis Carbajal y de la Cueva obtuvo una capitulación para poblar 200 leguas cuadradas en el norte de la Nueva España en lo que se llamaría Nuevo Reino de León. 

Por: Paloma Cung Sulkin.

Con base en este documento se le autorizaba traer cien familias sin necesidad de probar que eran cristianos viejos. Esta presencia numerosa de criptojudíos en Nuevo León –documentada por la Inquisición- se fue disolviendo paulatinamente debido a la dificultad de mantener oculta su identidad hasta quedar totalmente integrada a la sociedad circundante. Ricardo Elizondo dice que la voz popular regiomontana le atribuye “el tesón y la cultura del trabajo a los conversos del siglo XVI, y un origen sefaradita a algunas costumbres regionales”.

Cuenta Meyer Rapoport en su autobiografía Judíos mexicanos entre los montes que la historia de Carvajal fue lo que atrajo a David Shafir – oriundo de Rusia y pionero en la fundación de la comunidad judía – para instalarse en Monterrey. La actual comunidad nada comparte con ese pasado colonial. El origen de sus miembros se ubica en el viejo continente y llegaron en las postrimerías de siglo XIX y principios del XX procedentes de Alemania y Hungría: al encontrarse solos, empezaron a casarse con mujeres católicas cuyos descendientes ya son católicos, aunque no desconocen su origen.

A partir de la segunda década del siglo XX el flujo de la inmigración judía de Europa Oriental a México fue en aumento y muchos de ellos se establecieron en Monterrey pensando que la cercanía con la frontera les permitía accender fácilmente al país del norte. Para otros, la industrialización y las oportunidades económicas convirtieron a Monterrey en un polo de atracción.

 

Otra tendencia de la inmigración fue la inmigración en cadena.- que en Estados Unidos, Francia y otros países significó una fuerza laboral y social importante- de aquellos que siguieron los pasos de la familia o de paisanos del mismo pueblo, creando lazos estrechos de parentesco en la comunidad.

Esta homogeneidad le confirió a la comunidad regiomontana características diferentes de las comunidades que se fundaron en Guadalajara o la Ciudad de México, constituidas por sefaraditas, ashkenazitas y judíos precedentes de los países árabes, cuya diversidad de orígenes, culturas y tradiciones interactuaron en el proceso de estructuración comunitaria.

La comunidad regia quedo conformada básicamente por inmigrantes ashkenazitas, similares en términos culturales e idiomáticos, lo que permitió sin mayores fricciones establecer criterios uniformes en la organización de las instituciones reproduciendo, en lo posible, patrones comunicaros de las kehilot originarias, adoptando la tendencia religiosa ortodoxa, la enseñanza del idioma yidish y del hebreo y la identificación con el Estado de Israel.

Los jóvenes inmigrantes se reunían, socializaban y rezaban en casas particulares. Meyer Rapoport describe algunos de estos momentos iniciales en sus memorias.

Nuevamente la muerte y el cementerio fueron las fuerzas aglutinantes y detonadoras que transforman a un grupo de inmigrantes en comunidad.

Moishe Finkler, un joven peddler ( buhonero), murió al ser mordido por un perro rabioso. Rapoport, frente a la tumba del joven y de la desconsolada comunidad, termina el hésped diciendo:

“Todos estamos con el corazón roto, por él compramos aquí un terreno que nos va a servir como panteón Que esto nos recuerde también que Abraham Avinu compró su primera propiedad en la ciudad de Hebrón, la “Mearat Hamajpeialah” como cripta de la familia, y siglos después el Rey David en la misma ciudad, funda un fuerte imperio judío” . 

Acto seguido llamaron a una junta a toda la comunidad para informar sobre la adquisición del panteón y aprovechar para organizarse. Dice Shafir; “Es una mitzvah enterrar a un judio Y trataremos de pegar una cosa que no se puede pegar, un panteón con un club”. Les informa que se compró un terreno en el panteón municipal, el cual está separado y cercado. Cuenta ya con agua y flores sembradas. “Ojala tengamos muchas flores y nada de tumbas” Rapoport comenta la necesidad de organizar no sólo el panteón, sino una institución social que les dé satisfacción a los vivos.

Las necesidades que cubriría la formación de un club serían, según Rapoport, contar con un lugar para desenvolverse en un ambiente judío, donde escuchar el yidish, oír conferencias y organizar “veladas” en yidish, ya que esto “ es necesario para nosotros como el aire para respirar y así se aligerará nuestra nostalgia. Propongo que fundemos un club cultural apartidista que nos complazca a todos”. El apoyo grupal en esta época y el sentido de pertenencia fueron determinantes en el proceso de integración.

En Janucá, el 25 de diciembre de 1925, quedó instituido el Club Israelita de Monterrey, Hatikvah ( Esperanza)

Este es el inicio de las instituciones religiosas educativas y sociales del yishuv de Monterrey. La profesora Shoshana Klip y los maestros José Vinietzky y Marcos Katz fueron personajes clave en la evolución educativa de la comunidad. El concepto moderno de club cultural judío traído de Europa no se habría cumplido sin el esfuerzo de crear un grupo de teatro yidish. Se establecieron relaciones con a comunidad de San Antonio y se fundó con su ayuda una organización sionista, refrendando su compromiso con el Estado de Israel.

El rabino Moisés Kaiman ha sido líder espiritual por sesenta y dos años y a dirigido a la comunidad dentro de los lineamientos ortodoxos estrictos en las leyes de kashrut , y en el rechazo de los matrimonios mixtos o las conversiones. Invitado a venir a México por un landslait ( paisano ) de Szczuczyn, Polonia, ha establecido relaciones cordiales con dirigentes políticos, religiosos y periodísticos de su localidad y fuera de ella. Dice el rabino Kaiman : “Cuando el señor Wengrowsky, paisano del shtetl mandó por mi para que fuera el rabino de Monterrey, pensé, si D-os me salvó del Holocausto yo voy a donde me necesiten”.

Los primeros inmigrantes que llegaron a Monterrey estaban aislados, sin idioma y sin posibilidad de seguir las prescripciones para una vida judáica.

De la misma manera que en la ciudad de México, algunos cementerios – como el Panteón Francés – albergan los restos de judíos fallecidos antes de que se fundara un panteón judío. Ana Portnoy, al investigar sobre los primeros inmigrantes, encontró en el Panteón de Dolores del Carmen algunas lápidas de gente judía que llegó antes de que hubiera una comunidad organizada en Monterrey, como la matzevá de los abuelos de la escritora María de Alva, quien conocía el origen judío de sus abuelos pero ignoraba la ubicación de sus restos.

María de Alva, investigadora y autora de la novela “A través de la ventana”, nos comenta

Mi novela es ficción que tiene bases familiares y judías, y tiene que ver con la inmigración a Monterrey y la pérdida de la religión debido a la falta de forma de seguirla en una ciudad como el Monterrey del siglo XIX. Hay una lápida en Alemania en un panteón judío, de Bendix Levi, padre de mi bisabuelo, cuya fotografía indica que es idéntica a una lápida posterior colocada aquí en Monterrey en el Panteón Católico del Carmen, de Gustavo Levi, hijo de Bendix, que murió en Monterrey.

El panteón viejo se ubica en la sección nororiental del Panteón de Dolores, en las calles de Aramberri y data de finales del siglo XIX. Con el crecimiento urbano ha sufrido cambios y algunas tumbas han sido reubicadas. En 1925, con la urgencia de enterrar a Moishe Finkler, se compraron unos lotes, pero se inauguró como la sección israelita del panteón en 1928. Entre la gente no judía de Monterrey se le conoce como el “Panteón de los Rusos”, especialmente por los apellidos y porque en muchas lápidas se lee la procedencia de los países que integraban la URSS. Poco después de Finkler se inhumó a una señora y desde el principio se instituyó enterrar separados a hombres y mujeres. Ana Portnoy comenta que parece que hasta hace unos 15 años, cuando se producía un deceso se suspendían las actividades en el Club. Posiblemente esta costumbre se adoptó después de las palabras que les dije Finkler en su agonía: “Amigos, me doy cuenta que tarde o temprano voy a morir”. Les pidió que el día del entierro nadie fuera a trabajar. Aunque ya no es una práctica común, la carroza fúnebre sigue pasando frente a la sinagoga y se abren las puertas para que desde la calle se vea el Arón Hakodesh.

Para 1970 se llenó el panteón completamente, y no se podía ampliar y a que se encuentra en medio de otro, por lo que se adquirió otro en la colonia San Jorge, al poniente de la ciudad. Antes de las matzevot tenían las inscripciones en yidish; ahora todas están en español. Se mandan a hacer con la misma empresa, con la misma forma, algunas incluyen fotos y otras no, con o sin macetero, diferentes tipos de mármol, pero en general casi todas son iguales.

Hace aproximadamente 16 años se construyó en el cementerio un lugar para realizar la tahará y se dejó de practicar en las casas. La primera rejitas que se realizó ahí fue en 1989, al Sr. Berner, quien pertenecía a la Jevrá Kadisha. Su hijo Enrique acompañaba a su padre porque ya era un hombre mayor y como es una comunidad pequeña, siempre es un conocido al que se le hace la tahará y eso impresiona mucho. Comenta que es un evento muy dramático.

En una ocasión faltó gente, le pidieron ayuda a Enrique y se quedó. No siempre están padres e hijos en la Jevrá, pero siempre hay alguien que responde en un momento de necesidad. Sigue comentado Enrique Berner: “Aquí en Monterrey, para entrar a la Jevrá, si una persona tiene mamá, necesita permiso. Mi madre murió hace dos años y un día antes de que muriera vine al panteón a ver a mi papá y a las amigas de mi mamá y les pedí que intercedieran por ella”

En el panteón a un lado de la rejitas hay un cuarto con un armario donde se guardan los sidurim ( libros de rezos ), capls ( solideos ) y una mesa; si el entierro tiene que realizarse cerca de la hora de minje ( el rezo de mediodía ), ahí se reza. Si bien esta es una costumbre ashkenazita practicada en algunos shtetls, ningún otro panteón judío, en provincia o en la ciudad de México cuenta con una instalación similar.

Antes se decía el hésped frente a la tumba; hace pocos años se construyó una enramada o pérgola, se plantaron arbustos y flores y ahí se lleva a cabo ahora el servicio funerario.

A la casa de la shivá, dice Ana Portnoy, se lleva el Séfer Torá y sidurim. Las amistades llevan comida para toda la semana y se planean los menús. Es costumbre no regresar los platones hasta que termina el duelo, y éstos tiene que devolverse vacíos. Generalmente hay más de los que se consume y el remanente se dona a la Asociación Alternativas Pacíficas para Mujeres Golpeadas y otras.

El cementerio cuenta con un monumento dedicado a los kedoishim de la Shoá. El Arquitecto Samuel Weissberger diseñó y donó el memorial en recuerdo de su padre, sobreviviente de Auschwitz.

Las comunidades judías a lo largo de la historia han hilado fino una trama que comparten, y una urdimbre elaborada de colores locales que las distingue. Comparten una alma de aliento divino y una carne fraguada por el sol tropical. Aquí en el paisaje cotidiano las montañas están siempre presentes, y en el imaginario colectivo también las montañas son el elemento presente.

Meyer Rapoport termina así sus memorias:

“¿Es esto una realidad o un sueño?, las montañas son capaces de elevar al hombre a una alta espiritualidad? Lo vemos con el profeta Elías, que subió a la montaña del Horev y allí escuchó la voz callada y suave de D-ós. Moshé Rabeinu recibió en el Monte Sinaí el más hermoso libro de moral para la toda la humanidad. Y ahora veo aquí a judíos, junto a los montes de Monterrey, purificados por los sufrimientos y recuerdan el Sinai”.

Matzeva Bendix Levi1 en un cementerio Judío de Alemania , igual a la de su bisnieto Gustavo Levi en el panteón católico de Carmen.

Matzeva Bendix Levi2 en un cementerio Judío de Alemania , igual a la de su bisnieto Gustavo Levi en el panteón católico de Carmen.

Matzeva Bendix Levi3 en un cementerio Judío de Alemania , igual a la de su bisnieto Gustavo Levi en el panteón católico de Carmen.

Barda y Portón de la entrada del Panteón viejo ubicado en el Panteón Dolores en la calle de Arramberri

Vistas parciales de las tumbas antiguas del panteón viejo

En el nuevo panteón de Monterrey, las lápidas son todas iguales.

Hombres y mujeres se entierran separados.

Monumento a la Shoá, diseñado y donado por el arquitecto

Samuel Weissberger.

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