Laura Zini vivió 12 años en México y entre las costumbres que adoptó de ese país es la celebración del Día de los Muertos. En su casa, junto a sus hijos, hizo una ofrenda a sus seres queridos. Contó cómo se vivencia este festejo a miles de kilómetros.
“El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables. Una civilización que niega a la muerte acaba por negar a la vida”, sostiene el poeta mexicano Octavio Paz y es uno de los mejores reflejos de la celebración del Día de los Muertos en su país. Una tradición que tiene raíces ancestrales y que tiene su ancla en la forma en que los hombres originarios de la península vivían la muerte. Con la llegada de los españoles hay una influencia sobre el mito y lo hacen coincidir con la celebración cristina y de esa forma unen lo pagano con las tradiciones eclesiásticas.
Este lunes en México se vive un verdadero tributo u ofrenda a la muerte, una mirada diferente que le quita lo tenebroso y la convierte en una expresión de alegría, en la que todos los seres queridos regresan al hogar a celebrar.
Esto es lo que Laura Zini, una sanjuanina que vivió 12 años en México, trata de expresar y de alguna manera difundir esta tradición tan particular y seguramente en su mente las Catrinas- esqueletos sonrientes- que andan sueltos por las calles del DF y que fueran iconizados por el artista Diego Rivera, tienen un peso muy especial.
Es por esto, que en San Juan, a miles de kilómetros de esta celebración, Laura hizo su ofrenda a los muertos. La mujer contó a Zonda Diario que “trato de seguir con esta tradición y es la forma en que nos enseñaron a entender la muerte. En México la muerte no es nada triste, es un paso a otra vida”, relata. “La ofrenda la armamos junto con mis hijos, ellos saben que tenemos que poner la foto de nuestros seres queridos para que no pasen al olvido”.
Agrega que “yo lo vivo como una fiesta y a mis hijos siempre le quise sacar el lado negativo de la muerte. Yo me traje todo lo necesario para que los chicos lo puedan seguir viendo así. Es un paso de los seres queridos para estar con Dios en el cielo y es un día para recordarlos”.
Explica que en México con este festejo hay una fisonomía diferente. “Mariachis por todos lados, un pan de muertos típico, es realmente una fiesta”. “Yo me fui con mis hijos chiquitos e iban a un colegio católico y en la escuela, en la calle veían esta tradición. Hoy se hacen grandes fiestas en los cementerios, la gente canta. A los que ya no están, los recuerdan con todo lo que les gustaba”. A la hora de resaltar la festividad afirmó que “es la forma en que la gente lo espera, es como mágico”.
La tradición de este pueblo indica que este día es un recuerdo de quienes ya no están lo que permite -junto a la ayuda de las velas y de la olorosa flor naranja de cempasúchil- que las almas de los difuntos encuentren el camino de regreso a casa para convivir con la familia y disfrutar de los alimentos dispuestos en los altares en su honor.
Las ofrendas no son solo de un estrato social. “Están en todos lados, las clases altas hacen unos altares que seguramente cuestan una fortuna, y otros lo hacen con lo que se puede”.
La celebración del Día de los Muertos con el tiempo se transculturalizó y llevó a otros países que también le dieron una impronta particular. Sobre todo aquellos países andinos como Perú, Ecuador o Bolivia, que tienen una relación muy cercana con sus ancestros.
Comentá la nota