Convocados por la Asociación Bíblica Argentina, en la sede de la Escuela de Sión, en Directorio 440 de la ciudad de Buenos Aires, el domingo 13 de noviembre, nos reunimos un grupo de amigos y conocidos del P. Armando Levoratti, para recordarlo al mes de su fallecimiento (13 de octubre de 2016).
La evocación tuvo diversos momentos. La Srta. Ofelia Santoro de la Fundación Palabra de Vida rememoró los comienzos de lo que terminó siendo El Libro del Pueblo de Dios, La Biblia, “nacida” por una necesidad pastoral y litúrgica, cómo se comenzaron a traducir los textos sagrados que se proclamaban en la Misa y las diversas etapas que tuvo “la traducción”. Se recordó así al P. Alfredo Trusso. Luego el Rabino Arieh Sztokman rezó el salmo 23 (El Señor es mi pastor) en hebreo. Sabemos la preferencia que tuvo el homenajeado por estas oraciones.
A continuación Edesio Sánchez de la comunidad de la Alianza Cristiana Misionera recordó los diversos servicios prestados por el P. Levoratti con las Sociedad Bíblicas Unidas: traducciones, asesoramientos, cursos, escritos… Entre varias anécdotas, narró cuando en Cuba, el P. Armando dando un curso a Pentecostales, por poco lo reconocieron como un pastor más de la comunidad. También expresó la prodigiosa memoria de nuestro agasajado para retener nombres y personas que había conocido. Después de este testimonio cantamos el salmo 18.
Seguidamente Gerardo García Helder compartió algunos de los procesos que desde hace varias décadas se vienen favoreciendo en orden a que el apostolado bíblico se convierta en la transversal de la pastoral y la emergencia en los últimos años de la Lectura orante de la Biblia. El hecho de tener una traducción bíblica y comentada “con tonada argentina”, favorece ‒aunque todavía hay mucho por hacer‒ ambos aspectos.
Luego de este testimonio tuvo el propio Mons. Guillermo Garlatti (Arzobispo de Bahía Blanca y Presidente de la Fundación Palabra de Vida), quien compartió algunos aspectos que pocos conocíamos, por ejemplo, que el P. Armando siendo seminarista en La Plata, bajo la guía de Mons. Juan Straubinger, colaboró en la traducción que hizo este último y que obtuvo medalla en oro por sus estudios en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Luego puso especial énfasis en su amistad con el P. Levoratti a lo largo de su vida, y como su ejemplo e impulso lo había llevado a estudios superiores en Biblia. Tuvo un momento para rememorar los diálogos mantenidos con el P. Armando durante su última enfermedad y como éste estuvo preparado para asumirla.
El recuerdo concluyó con un video abreviado (producto de una larga entrevista que le hicieran en el año 2015 el Pbro. Santiago Rostron Maderna y la Sra. Constanza Levaggi), en el que vimos y escuchamos al P. Armando narrando cómo fue la traducción de El Libro del Pueblo de Dios, La Biblia, su servicio como director de la Revista Bíblica, su participación en la Pontificia Comisión Bíblica y una curiosidad que todos los convocados nos conmovió, cuando respondió a cómo desearía ser recordado: “como como un buen sacerdote, nada más”. Los aplausos fueron espontáneos.
Luego de rezar el Padre Nuestro y de entonar un canto, compartimos una merienda.
Recordamos al P. Armando Levoratti, en un ambiente cálido, fraterno, ecuménico, interreligioso y sin protocolos, cómo le gustaba a él. Su personalidad humilde y accesible a la amistad unida a la sabiduría que le era connatural, seguirá iluminando la meditación, la oración y el compromiso histórico que genera la Palabra de Dios. Estamos agradecidos por el legado bíblico que ha regalado a la Iglesia.
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