El padre Pedro Brassesco, secretario general adjunto del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), presentó el itinerario del Sínodo 2021- 2024 y el proceso de apropiación del texto de reflexiones y propuestas pastorales de la Asamblea Eclesial, a los participantes del curso de formadores de seminarios mayores que se realiza en Panamá.
El curso presencial, en su edición 44 a cargo de la Organización de Seminarios Latinoamericanos (Oslam), comenzó el pasado 26 de junio y culmina este 14 julio. Entre los temas están la sinodalidad y, en este sentido, la Iglesia latinoamericana y caribeña se ha convertido en un laboratorio.
El padre Brassesco detalló las fases del proceso sinodal, que comenzaron en 2021 con las consultas locales o diocesanas, pasó por una segunda fase continental con la celebración de cuatro asambleas regionales, lideradas por el Celam y que “vienes de la mano de la Asamblea Eclesial”.
Actualmente están en la tercera fase. En junio fue presentado el Instrumentum laboris para la primera sesión a realizarse en octubre de 2023. Una segunda sesión se realizará en octubre de 2024. “Aquí lo importante no es el evento sinodal, sino todo el proceso que pueda desencadenar”, apuntó.
Un proceso de restitución – explica Brassesco – cuyo eje ha sido el diálogo entre la Iglesia universal, Iglesias locales con todo el Pueblo de Dios sin ningún tipo de exclusión.
Avanzar en el discipulado misionero
En cuanto al texto “Hacia una iglesia sinodal en salida a las periferias”, que contiene las reflexiones y propuestas pastorales de la primera Asamblea Eclesial, el sacerdote argentino presentó los itinerarios formativos en seminarios y casas religiosos, formulado en dos ámbitos.
Al respecto, ha señalado que “la Asamblea ha expresado la importancia de un cambio en la formación al ministerio ordenado para avanzar hacia una Iglesia en clave sinodal. Hoy subsiste en algunos lugares una idea que sugiere que, cuando un bautizado llega al sacramento del orden, entra a una esfera distinta, a una categoría superior por encima del resto de los bautizados”.
Aún cuando en las últimas décadas “se avanzó mucho en el desarrollo de una formación integral –afectiva, espiritual, intelectual y pastoral– como lo ha indicado la Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis de la Congregación para el Clero, algunos han expresado que sobrevive un tipo de formación centrada exclusivamente en un currículo de estudio”.
Por ello, “consideran que no se ha avanzado lo suficiente en procesos discipulares integrales, desde el encuentro con Jesucristo hacia la conversión de la mente, el corazón y la voluntad”.
Formación continua
Asimismo el padre Brassesco ha indicado que “en el proceso de conversión eclesial, la Asamblea propuso renovar la formación integral en los Seminarios y Casas religiosas para responder al desafío de una Iglesia en salida a las periferias”.
“Esto implica acompañar a los candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada para que sean fieles a Cristo, cercanos al pueblo, servidores humildes, profetas que anuncian el bien y denuncian el mal. Se trata de formar en el arte del acompañamiento”, ha dicho.
Esto coincide con un pedido en las Asambleas continentales del Sínodo: formar también a quienes ejercen un ministerio para “renovar los modos de ejercer la autoridad y los procesos de toma de decisiones en clave sinodal, y para aprender cómo acompañar el discernimiento comunitario y la conversación en el Espíritu”.
Así ha planteado a los formadores de seminaristas dos cuestiones: ¿Cuáles pueden ser las directrices para una reforma de los currículos de formación en los seminarios y escuelas de teología en línea con la figura sinodal de la Iglesia? ¿Cuáles pueden ser las líneas de reforma de los seminarios y de las casas de formación, para que estimulen a los candidatos al ministerio ordenado a crecer en un estilo de ejercicio de la autoridad propio de una Iglesia sinodal?
Tanto la Asamblea Eclesial como el Sínodo 2021-2024 plantean que el ministerio ordenado “sea para todos un testimonio vivo de comunión y servicio en la lógica de la gratuidad evangélica”.
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