Al celebrar la Audiencia General del tercer miércoles de enero – en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, y en la que participaron varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países – el Papa Francisco prosiguiendo con su ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana, se refirió al vínculo entre esperanza y oración, a partir de la lectura de algunos versículos del primer capítulo del libro de Jonás, pequeño texto que narra una especie de parábola que presenta una gran enseñanza, a saber, la de la misericordia de Dios que perdona.
Hablando en italiano, el Santo Padre explicó que entre los profetas de Israel sobresale precisamente Jonás, que representa una figura un poco anómala, puesto que trata de sustraerse a la llamada del Señor, negándose a ponerse al servicio del plan divino de salvación.
Francisco lo definió “un profeta en salida”, a quien Dios envía “a la periferia”, a Nínive, para convertir a los habitantes de aquella gran ciudad. Sin embargo, esa localidad, para un israelí como él, representaba una realidad amenazadora, al enemigo, que ponía en peligro a la misma Jerusalén, por lo que era más para destruirla que para salvarla.
Por esta razón – prosiguió explicando el Obispo de Roma – cuando Dios envía a Jonás a predicar a aquella ciudad, el profeta, que conoce la bondad del Señor y su deseo de perdonar, trata de no cumplir con su deber y huye.
El Papa Bergoglio puso de manifiesto que durante su fuga, el profeta había entrado en contacto con algunos paganos, los marineros de la nave en la que se había embarcado para alejarse de la misión que Dios le había encomendado. Y fue precisamente el comportamiento de aquellos hombres, como lo fue después el de los habitantes de Nínive, lo que nos permite reflexionar – dijo el Santo Padre – sobre la esperanza que, ante el peligro y la muerte, se expresa en la oración.
Después de recorrer las vicisitudes de aquel pueblo, el Santo Padre afirmó que bajo la misericordia divina, y más aún a la luz del misterio pascual, la muerte puede llegar a ser – como lo fue para San Francisco de Asís – “nuestra hermana muerte” y representar para cada uno de nosotros una ocasión sorprendente para conocer la esperanza y encontrar al Señor.
El Pontífice concluyó su catequesis recordando la celebración anual – del 18 al 25 de enero – de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Y dijo que también la esperanza de la unidad se expresa en la oración. Sí, porque esta esperanza no decepciona, tal como lo demuestran los tantos pasos que se han dado a lo largo del último siglo hacia la plena unidad de los cristianos.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
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