Al celebrar la Audiencia General del segundo miércoles de enero, en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano y en la que participaron varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países, el Papa Franciscoprosiguiendo con su ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana, se refirió a las falsas esperanzas que se ponen en los ídolos.
Hablando en italiano, el Santo Padre recordó que el tiempo de Adviento y de Navidad que hemos celebrado, representa un período del año litúrgico que despierta en el pueblo de Dios la esperanza. De donde se deduce que esperar – dijo – representa una necesidad primaria del hombre: esperar en el futuro, creer en la vida, lo que se conoce también con el llamado “pensar de modo positivo”.
El Papa Bergoglio se refirió a la importancia de que esta esperanza sea una respuesta a lo que verdaderamente puede ayudar a vivir y a dar sentido a nuestra existencia. Por esta razón – dijo Francisco – la Sagrada Escritura nos advierte ante las falsas esperanzas que el mundo nos presenta, desenmascarando su inutilidad y mostrando su insensatez. Y añadió que lo hace de diversas maneras, pero sobre todo denunciando la falsedad de los ídolos en los que el hombre continuamente se siente tentado de poner su confianza, haciendo de ellos el objeto de su esperanza.
El Pontífice afirmó que el mensaje que surge del Salmo escogido es sumamente claro, puesto que si se pone la esperanza en los ídolos, se vuelve como ellos, es decir, imágenes vacías con manos que no tocan, pies que no caminan y bocas que no pueden hablar. Ya no se tiene nada que decir – añadió –, sino que se llega a ser incapaces de ayudar, de cambiar las cosas, de sonreír, donarse y amar. E incluyéndose dijo que también los hombres de la Iglesia corren este riesgo cuando se “mundanizan”. De ahí la necesidad de permanecer en el mundo, pero sabiendo defenderse de las ilusiones que el mundo suele proponer.
Tal como prosigue el Salmo – dijo el Papa al concluir – es necesario confiar y esperar en Dios, con lo cual Dios dará su bendición. Sí, porque el Señor se acuerda de nosotros y nos bendice. Es ésta la estupenda realidad de la esperanza: confiando en el Señor se llega a ser como Él, su bendición nos trasforma en hijos suyos que comparten su vida.
La esperanza en Dios – terminó diciendo el Obispo de Roma en su segunda catequesis del año nuevo – nos hace entrar, por decirlo de alguna manera, en el radio de acción de su recuerdo, de su memoria que nos bendice y nos salva. Entonces sí puede brotar el aleluya, la alabanza al Dios vivo y verdadero, que por nosotros ha nacido de María, ha muerto en la cruz y ha resucitado en la gloria.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
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